La escena que elijo pertenece a la última película estrenada por Jim Jarmusch. A decir verdad, antes de esta cinta todavía no había tenido el placer de topar con su cine. Puede ser que, por esta misma razón, la película logró fascinarme de un modo que ninguna película lo había hecho antes. Por eso, lo más obvio -en mi caso-, era elegir la escena inicial. Hay muchas veces en que me tomo unos minutos para entrar en la película, el contacto con el director no consigue ser del todo directo. Pocas películas me invaden desde el segundo uno y esta es una de ellas, Only lovers left alive es en sí una experiencia hipnótica inolvidable.
Se apagaron las luces y la pantalla se iluminó para dar paso a los típicos anuncios publicitarios, después; la iluminación todavía quedó más oscura -como siempre-, para centrar la atención en un nuevo universo en el que nunca había estado. Y entonces, empezó a sonar Funnel of love; mientras la cámara se centraba en ese vinilo girando y girando. En menos de diez segundos me vi envuelta de la voz tan especial de Wanda Jackson y de ese vinilo inquieto. Sin pausar la música, fue la cámara la que empezó a girar, esta vez, sobre el eje de Tilda Swinton. Tumbada en el sofá, rodeada de un centenar de libros, con la mirada perdida y sin hacer absolutamente nada. La canción, avanzaba con la letra ‘Here I go, going down, down down, my mind is a blank my head is spinning around and around, as I go deep into the funnel of love’, el turno pasó a ser de Tom Hiddleston; tumbado en otro sofá, con una guitarra, cd’s… Con la mirada perdida y sin hacer absolutamente nada, todo seguía girando. Sólo hacían falta esos (no) gestos y la estaticidad ante el giro, la aparición de los libros y la música…Nada más; las imágenes y la banda sonora son suficientes para que Jarmusch logre una de las mejores presentaciones -para mí- de dos personajes tan característicos. Ya no sólo por lo que muestran los personajes, sino por los objetos que hay a su alrededor; la utopía de muchos es llegar a leer millones de libros, escuchar muchos cd’s y ver mucho cine. Pero son objetivos inalcanzables y, al final, la vida; en general, sobrepasa.
La creación de una atmósfera no es algo sencillo y la facilidad con la que lo resuelve Jarmusch es algo que sumerge por completo; puede ser que fuera por el mareo provocado, equivalente a esas tardes en las que te quedas tumbado en el sofá (como Swinton y Hiddleston) y al levantarte todo da vueltas (como la cámara sobre el eje de los personajes) o por el magnetismo de la música. Pero todo el aburrimiento, la desesperación, la incertidumbre, el desbordamiento… Todo queda reflejado en una presentación contundente que toma su desarrollo para elevar la película a una gran reflexión, que parte de una historia de amor sobrehumana -literalmente-. Un inicio que se alza como el propio proceso de conversión entre la vida humana y la vida sobrehumana. Quizás el mareo siempre fue por eso, porque a veces; somos muertos en vida.