El cine puede darte distintos tipos de tortazos. Has podido encariñarte tanto con ese personaje que su marcha te deja desolado, o quizás te has visto reflejado en una situación o en el protagonista. Todos hemos estado enamorados alguna vez, y sin duda alguna todos hemos parado por la estación del Corazón Destrozado.
Esta escena de (500) días juntos encapsula la película en 3 minutos. Tenemos la deliciosa música, la felicidad de los primeros días, la soledad de los últimos y la reflexión sobre cómo funcionan los romances.
“He never ever saw it coming at all”. Regina Spektor nos avisa en los primeros segundos de la secuencia de que esto no va acabar muy bien. El narrador por su parte ayuda a hacer la transición más fácil entre la narración normal y la splitscreen, Tom llega intoxicado por las expectativas, será el único al que deberíamos culpar, si es que podemos y debiéramos culpar a alguien en esta historia.
La escena está llena de pequeños cambios, a nivel de lenguaje visual, iluminación y reacciones que dotan de una riqueza en detalles que hace que funcione la secuencia.
En Expectativas Summer abre la puerta en primer plano, pues está tan arraigada a la cabeza y corazón de Tom que vemos cada una de sus expresiones. Mientras, en ese mundo llamado Realidad, no existe ese apego, y Summer abre en plano medio, con los otros invitados moviéndose detrás de ella, gente que no existía en el universo de ensueño.
En Realidad Tom busca mantener el contacto visual y sólo se encontrará correspondido en su creación, donde los demás están alineados con su eje de visión, se bebe vino y hay flores, mientras que en la Tierra, nadie le devuelve el saludo.
Cuando Tom le regala el libro nos encontramos una vez más con una sabia elección de Webb, en la cabeza de Tom, Summer está tan alegre que se merece un primer plano. En el segmento en el que está sentado entrará en juego la posición de los personajes en el encuadre, íntima, casi circular en el mundo ideal y rota, alejada, en el país de las duras y alienantes verdades que carece de velas románticas en las mesas. También se provoca una sensación de inestabilidad con el plano-contraplano de la Realidad mientras en el mundo perfecto de Tom, están en un plano sostenido que se va acercando sobre ellos a medida que recuperan el tiempo perdido.
En Expectativas sólo hay vino, en el mundo “vulgar”, hay botellines de cerveza y los chistes que haces no provocan carcajadas en la única persona que te importa, la única que obtiene un plano de reacción aunque los demás se estén riendo.
“Tom podría ser un gran arquitecto si quisiera” dice Summer justo después de que hayamos visto el título del libro, La arquitectura de la felicidad. Tom podría ser feliz si quisiera, si dejase de ponerse expectativas inalcanzables, de mentir, de romper contratos sobre la seriedad de una relación, de proyectar fantasías en mujeres reales. Tom decidió escribir tarjetas de felicitación, “palabras que un extraño pone en su boca”, ideas perfectas, finales de película, que tendrá que dejar atrás para diseñarse así mismo, para crear edificios, para ser feliz. Luego encontramos el uso del espacio negativo en el encuadre, Tom no está en el centro del plano en la Realidad.
Finalmente la realidad atesta el gancho definitivo a Tom, Summer ha encontrado el Amor, con otra persona. Webb, como durante toda la película, vuelve a hacer gala de su pasado en el mundo de los videoclips y une el primer plano del anillo con el punto álgido de la canción de Spektor. Tom desciende de todas las maneras posibles para quedarse absolutamente sólo, sin ciudad que le arrope, sin color que le de esperanza.La escena es como toda la película, descorazonadamente encantadora, ¿qué más se le puede pedir?