Mommy – La aflicción y la catarsis | La Cabecita

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Corría el año 2009, hace bastante poco en términos cinematográficos, cuando un Xavier Dolan de 19 años entró en el Festival de Cannes con su ópera prima, Yo maté a mi madre, con la que consiguió varios premios y una sonora ovación. Ha llovido mucho para un Xavier Dolan incansable que ha estrenado desde entonces otras cuatro películas en otros tantos años con un estilo muy marcado y una evolución tangible hasta llegar a Mommy, ganadora del Premio del Jurado de Cannes y magnus opera del director.

En toda su carrera cinematográfica se pueden observar fácilmente los rasgos característicos que conforman su cine, un cine muy visual, con gran cantidad de referencias a la cultura pop, predilección por el melodrama y los personajes femeninos que en bastantes casos son además personajes maternos (en clara alusión a su propia progenitora) y el uso de canciones pop como banda sonora.

Todos estos aspectos han aparecido en mayor o menor medida en todas sus películas al igual que lo hacen en Mommy pero con una diferencia fundamental y es que quizá el mayor fallo que se le puede achacar a su cine, sobre todo a sus dos primeras películas, Yo maté a mi madre y Los amores imaginarios, es la frivolidad y la predilección por la grandilocuencia y exageración de problemas que no lo son tanto, haciendo que en muchos momentos no entendiéramos el porqué de tanto drama en una historia tan poco dramática.

Sin embargo en Mommy (además de en Laurence Anyways y Tom en la granja en menor medida) todo ese histrionismo, ese dramatismo, esa intensidad emocional está completamente justificado, al servicio de una historia que si merece ese tratamiento y creando una experiencia puramente emocional.

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La historia narrada en Mommy se basa en una distopía en la que las familias canadienses tienen la potestad de enviar a sus hijos a un internado de forma inmediata si estos resultan ser muy conflictivos o tener graves problemas de comportamiento. En torno a esta premisa, Dolan teje una historia de amor y amistad, de tres personas que se necesitan pues, de algún modo u otro, lo han perdido todo. La madre, interpretada por Anne Dorval y el hijo, por Antoine Olivier Pilon, son los integrantes de una relación materno filial terriblemente problemática por los trastornos de afectividad y personalidad del hijo que están en gran parte acrecentados por la pérdida de su padre tiempo atrás. Y en esta situación de soledad para estos dos personajes aparece una nueva vecina, a la que da vida Suzanne Clément, que teniendo problemas totalmente diferentes a los de esta familia también necesita el amor y la amistad. Aunque la película se llama Mommy en alusión a esa relación maternal, realmente es la historia de tres personas solitarias unidas por los problemas y por la necesidad de tener a alguien que se preocupe por ellos.

La habilidad narrativa de Dolan para tratar este tipo de melodramas consigue hacernos partícipes de la historia al poco de comenzar la película, provocando a su antojo en el espectador un amplio abanico de emociones que oscila desde la tristeza hasta la catarsis. A esto contribuyen algunas de sus ya mencionadas señas de identidad como el uso de la música que siempre ha utilizado de forma muy notable pero que en este caso alcanza cotas impensables con una gran cantidad de momentos musicales sencillamente arrebatadores que son sin duda algunos de los mejores de toda la película, en gran parte debido a la excelente elección de canciones, la mayor parte comerciales y muy conocidas, hecho por lo que fue criticado alegando que le restaba veracidad al conjunto pero realmente la elección no puede ser mejor, incluso por la obviedad de los temas y las situaciones a las que acompañan.

Sumado al apartado musical está el apartado visual con dos aspectos muy interesantes. El primero es una fotografía muy colorida tal y como le gusta a Xavier Dolan (imposible no recordar a Almodóvar en este aspecto) y como ha sido constante en casi todas sus películas (a excepción de Tom en la granja). La iluminación es cálida para narrar los momentos más agradables y mucho más fría en los momentos tristes creando un sutil juego de luz. Pero sobre todo el aspecto visual que más destaca es el formato 1:1 de inédito uso en el cine que constriñe la imagen y la narración al epicentro, a lo más importante. Se miró este aspecto con escepticismo antes del estreno de la película pero en su uso no hay nada gratuito y el juego que le da a la película lo convierte en una genialidad, una forma nueva de utilizar algo tan inalterable como el formato.

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El último apartado que contribuye a que entremos de lleno en esta película es una terna actoral en estado de gracia absoluta. Las dos mujeres, Suzanne Clément y Anne Dorval ya son viejas conocidas del cine de Dolan pero Antoine Olivier Pilon es un descubrimiento reciente del director, que lo fichó para el videoclip de College Boy del grupo Indochine (donde Dolan se encarga de la dirección y ya usa el formato 1:1) y lo repescó para Mommy. Su papel es complicado para alguien de su edad pero consigue hacerlo estupendamente bien en base al propio personaje, escrito como un chaval conflictivo, socarrón y violento. Estos tres matices se entremezclan y hacen de su interpretación algo muy creíble aunque muy límite. Pero la palma se la llevan Anne Dorval en su papel de madre barriobajera, mal hablada, irónica y extravagante y sobretodo Suzanne Clément, dando a la apocada y tartamuda profesora de instituto en la que es para mí una de las interpretaciones del año, cargada de matices y que despierta una simpatía sin igual.

Realmente Mommy es una película al completo en estado de gracia, todo funciona de forma magistral. Donde arriesga gana. Y arriesga mucho, es la película más hiperbólica de Dolan y también la que más necesita esa exageración para conformar el relato pues de otro modo las emociones que despierta permanecerían adormiladas y no sería muy diferente de otro tipo de historias de temática similar como Tenemos de hablar de Kevin. Sin embargo el interés de Dolan por narrar más que las consecuencias de un trastorno tan grave como el del hijo, las consecuencias del amor materno filial en un ámbito doméstico alterado por ese mismo trastorno llevan a la película a otro lugar completamente diferente. Es una película dura y triste pero no de una forma brutal o sórdida sino de una forma mucho más natural, una tristeza por los sufrimientos de los propios protagonistas y por las consecuencias en la vida de algo tan irremediable como un síndrome de conducta, algo que trastoca a una familia para siempre y de lo que no se puede escapar. Todos los intentos de los personajes por escapar de la infelicidad y alcanzar el bienestar son parches, remiendos,  sabedores de que sólo la amistad y el amor podrán paliar leve y temporalmente su infelicidad y que en el fondo es muy difícil escapar de algo así.

Las etiquetas de “talento precoz” y “enfant terrible” ya quedan desactualizadas. Si no lo estaba ya, con Mommy y a sus 25 años, Dolan se consagra en el mundo del cine como un grande de la actualidad, alguien que ha sido capaz de manejar a su antojo prácticamente todos los aspectos de su película y al propio espectador para conseguir contar la historia de siempre como nunca se ha hecho.

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Ficha técnica:

Título Original: Mommy Director: Xavier Dolan Guión: Xavier Dolan Música: Eduardo Noya Fotografía: André Turpin Reparto: Anne Dorval, Antoine-Olivier Pilon, Suzanne Clément, Alexandre Goyette, Patrick Huard Distribuidora: Avalon Fecha de estreno: 05/12/2014