Festival de Cine Italiano 2014 – Día 3 | La Cabecita

La tercera jornada del Festival de Cine Italiano de Madrid estuvo marcada por el regreso de Sophia Loren a la gran pantalla (aunque fuera solo para un corto), la versión italiana de Life in a day y la ganadora del Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes, Le meraviglie. Y aunque el nivel no ha sido el esperado nos marchamos de los Renoir de Plaza España con buen sabor de boca. 

Voce_umana_3

La jornada del domingo 30 comenzó con la proyección del cortometraje Voce umana, que despertó una gran curiosidad entre el público por su actriz protagonista: Sophia Loren. Este trabajo de 25 minutos se centra en la última llamada telefónica que protagoniza una mujer y su pareja, con la que acaba de romper. Con un estilo pulcro y verdaderamente atractivo a nivel estético Edoardo Ponti nos traslada a la Italia de los años 50 para que nos dejemos llevar por la siempre magnífica Loren, y es que en el fondo Voce umana no es otra cosa que una película hecha expresamente para el lucimiento de la veterana actriz, pero a nosotros eso nos vale.

Italy_in_a_Day_9

A pesar de que la sala no estaba tan llena como el día anterior, las expectativas con el documental Italy in a day, una cinta inspirada en el Life in a day (2011) de Kevin Macdonald, eran muy altas. Al igual que aquélla, Italy in a day es una película colectiva construida a partir del material audiovisual enviado por los propios ciudadanos de Italia, a quienes se pidió que enviaran vídeos durante las 24 horas del 26 de octubre de 2013. El resultado de ese llamamiento fueron 44.197 vídeos con más de 2.200 horas de imágenes. El objetivo no era otro que captar la vida, la cotidianidad, de una jornada en la vida de los italianos.

No existen medias tintas con Italy in a day: o te gusta o la odias. Habrá quien repugne su evidente sentimentalismo pero no serán pocos los que alaben su capacidad para emocionar basándose únicamente en material totalmente real. Me posiciono en este último grupo, ya no sólo para elogiar la estupenda labor de edición que se ha llevado a cabo, sino para celebrar que una película haya sido capaz de erigirse como diario sentimental de la vida, la de los italianos y la de todos. Un filme con predisposición a mostrar el lado más bello de la vida (algo lógico porque, siendo sinceros, si a cada uno de nosotros nos dijeran que captáramos un momento de nuestro día, probablemente recurriríamos a esos que nos provocan felicidad) pero que también deja hueco para la denuncia social y, sobre todo, para la reflexión vital. Y lo hace desde la sinceridad más absoluta, esa que sólo puede emanar de la realidad.

Le_meraviglie_1

El broche final a esta más que decente jornada lo puso la proyección de uno de los largometrajes de ficción más esperados de esta edición, Le meraviglie, de la joven directora Alice Rohrwacher. La cinta se centra en una familia campesina dedicada a la apicultura que vive completamente aislada del mundo industrializado. Rohrwacher pone el foco de atención en la hija mayor, interpretada con asombroso temple por la joven Maria Alexandra Lungu, y a través de ella descubrimos que cualquier deseo de libertad por su parte queda completamente anulado por un padre autoritario que trata a sus hijas como a esclavos y que defiende el trabajo como lo más importante de sus vidas (la escena del hospital condensa a la perfección todas las consecuencias que trae consigo esta actitud). 

Aunque lo más interesante de Le meraviglie no es tanto la relación entre el padre y sus hijas sino el momento en el que se parodia el mundo que esta familia desconoce por completo, un mundo sumergido en la cultura de masas y en el que los reality shows dictan las leyes del entretenimiento. Un mundo, por otra parte, plagado de gente que hace oídos sordos a todo aquello que no les interesa (algo muy bien reflejado en la no-intervención de Wolfgang, el padre, cuando se está grabando el programa televisivo). Una crítica divertida y esperpéntica que completa a la perfección el filme.

No obstante, lo más alabable de la cinta es la naturalidad con la que Rohrwacher consigue contar su historia, y es que resulta muy fácil creerse a estos personajes tan desagradables, tan de campo, que tienen que luchar contra viento y marea para poder mantener un estilo de vida tradicionalista que llevan. Una película muy bonita, movida por la nostalgia y que, a pesar de no llegar a emocionar como cabría esperar, consigue dejar poso en el espectador.