Casi se ha cumplido un año desde la publicación de la última entrega perteneciente al especial ¡Música, maestros!, que comenzó con Clint Mansell y su Lux Aeterna. A él le siguieron compositores clásicos como Bernard Herrmann, y otros más actuales como Alexandre Desplat, y el polifacético Alan Silvestri. Hoy seguimos con James Horner. ¡Que continúe el espectáculo!
James Horner es el primer compositor de este especial que ha destacado en Hollywood por sus brillantes composiciones sinfónicas, un estilo que aparecerá de nuevo por aquí con grandes como Jerry Goldsmith o John Williams. Ha pasado mucho tiempo desde que este director de orquesta decidiera dedicarse plenamente a la creación de música en el mundo cinematográfico. Horner comenzó en 1979 y desde entonces ha prestado su magnífica música a 96 películas, consiguiendo nada menos que ocho nominaciones a los Oscar. Se tomó muy en serio sus estudios musicales, de ahí que entrase tan joven en la Royal College of Music de Londres y en la University of Southern de California: tenía claro que quería ganarse la vida componiendo melodías para películas. Con 26 años realizó sus primeros trabajos en filmes de escasa repercusión, aunque de algo le sirvieron ya que en 1982 Nicholas Meyer lo eligió para poner música a la aventura espacial Star Trek II: La ira de Khan. Una melodía completísima que ya se acercaba a las notas épicas de las que Horner no se alejaría jamás. Esta película fue la primera de una gran lista de títulos que convertirían a Horner en lo que es hoy, un imprescindible de las bandas sonoras del cine.
Los años ochenta le sirvieron para madurar, musical y personalmente, para encontrar su estilo e ir interesando poco a poco a las grandes mentes cinematográficas del momento. Limite 48 horas o Gorky Park fueron algunos de los trabajos “de relleno” (pero necesarios) por los que el californiano tuvo que pasar antes de llegar a su época de máximo esplendor. James repitió en otra aventura espacial en Stark Trek III. En busca de Spock, un trabajo muy similar al que presentó en 1982, que no defraudó pero tampoco entusiasmó. Pasaron los años, y entre Cocoon de Ron Howard y la brillante El nombre de la rosa de Jean-Jacques Annaud llegó la primera nominación al Oscar para Horner con Aliens, el regreso, una partitura llena de contrapuntos, con percusión y viento a partes iguales que mantiene la intriga que la cinta de James Cameron merece, un trabajo admirable que le impulsó casi de inmediato al estrellato.
Con la cinta de Cameron, Horner había encontrado su lugar en la industria, pero antes de dominar la música épica como nadie pasó por películas como En busca del valle encantado, donde compuso una melodía preciosa que llegaba al éxtasis con gran sutileza, ideal para el público infantil. Pura magia. Su precisa composición en Willow, película para la que no dudó en echar mano de la armónica y otros instrumentos (preferentemente de viento, como casi siempre), nos transladó con facilidad a la Edad Media, y no con menos emocion Horner hizo lo propio con el drama bélico Tiempos de gloria. En esta época las críticas hacia Horner ya empezaron a aparecer, críticas que afirmaban que todas sus partituras se parecían entre sí. No voy a negar lo evidente, Horner tiene un estilo muy definido y en cintas como éstas, que requieren una música muy concreta, no tenía por qué salir de su registro. En este especial hemos encontrado compositores que se adaptaban a cualquier temática (Alan Silvestri por ejemplo) y también se le criticó en su momento, ¿qué es lo correcto entonces? Por el simple hecho de que James Horner sea fiel (quizá a veces demasiado) a su estilo no quiere decir que su creatividad sea inferior a la de los demás, Sin profundizar en este tema, sigo avanzando hasta llegar a 1995, año que le dio su tercera nominación al Oscar. De entre las 9 estatuillas a las que aspiraba Apollo 13 una le correspondía a Horner, que hizo un trabajo espléndido en este aventura especial que, ahora sí, sería el comienzo de su mejor época como compositor cinematográfico.
William Wallace le dio su cuarta nominación al Oscar en el mismo año que Apollo 13. El filme dirigido y protagonizado por Mel Gibson sacó al Horner más emotivo, más pasional y más mágico de todos. Una OST formada por 18 canciones en las que se da protagonismo a través de las notas a todos los sentimientos imaginables, destacando la épica propia de una aventura ambientada en la Edad Media (Willow queda ya muy atrás…) o el drama romántico. Braveheart demostró que Horner era el dueño de las composiciones apoyadas en viento, alcanzando el clímax con Freedom/The Execution Bannockburn, donde hacía gala del poderío de las gaitas en una película de espíritu escocés. Mi consejo/recomendación es que escuchéis For The Love of a Princess, una de las mejores partituras de Horner, que eriza el vello al instante. Vale la pena sentirla. Pero a la Academia no le bastaban cuatro nominaciones para un creador que bien se merecía ya una estatuilla, en 1995 se criticó enormemente que Horner perdiese el Oscar en favor de la banda sonora creada por Luis Enrique Bacalov en El cartero y Pablo Neruda, aunque pronto (dos años después para ser exactos) el californiano conseguiría su merecido premio por Titanic. Pero antes de seguir adelante y llegar al filme de James Cameron, La Cabecita quiere dedicar un breve espacio a Jumaji, porque… ¿quién no ha visto Jumanji hoy en día? Alguién sin infancia desde luego. De momento os dejo con Braveheart:
La octava y última nominación al Oscar para Horner (como podéis ver solo tiene dos estatuillas, uno a Mejor canción original y otro por Mejor banda sonora, ambos con Titanic por protagonista) llegó de nuevo de la mano de James Camerón. Cosas del destino dirán algunos. Lo cierto es que Horner volvió a salirse en la OST de Avatar. Demostró que sus composiciones bien sirven para una aventura ambientada en el siglo XIV como para una sci-fi romántica. Criticad a Cameron lo que queráis, al guión y a la película en sí, pero aquellos que hayan ido al cine a verla habrán sentido como se les erizaba el vello al sonar la música de Horner en las escenas de mayor intensidad, porque hago este especial precisamente para eso, para ensalzar el trabajo de estos compositores, sin los cuales muchas emociones del Séptimo Arte se perderían mucho antes de empezar. Y aunque Leona Lewis (el equivalente a Céline Dion de Titanic en este filme) volvió a quitar cierto protagonismo a Horner con su voz en I See You (magnífica, eso sí), La Cabecita siempre apoyará al autor californiano, ¿por qué? Porque sin él no habría existido I See You, ni My Heart Will Go On, porque él puso la base y lo demás llegó más tarde. Ahora sí, cerrad los ojos y disfrutad con esta BSO en la confluye toda la calidad musical de Horner.