Las diez películas favoritas de Álex Carmona | La Cabecita

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Un hombre mayor encarnado por Nick Nolte llega en autobús a una casa. Ahí está Tom Hardy, su hijo, al que hace años que no veía. Entra, pero el hijo no quiere que esté ahí. Habla del daño que le hizo, de la muerte de su madre, del alcoholismo de su padre. Su padre busca el perdón, pero es rechazado de forma brusca, violenta. La tónica de toda la película.Un tercer personaje aparece, Joel Edgerton. Es profesor, pero por las noches lucha en peleas clandestinas de boxeo. Necesitan el dinero, y descubrimos que es parte de la familia a la que se nos ha introducido. Su iluminación y planificación es totalmente distinta a la de sus relativos, yesto no cambiará, durante toda la película cada personaje tendrá su estilo formal. Es una forma magistral de remarcar los caminos separados y las diferencias entre ellos. Se acerca el clímax, ambos hermanos están participando por separado en un torneo de MMA en las Vegas. A Tom Hardy lo ha entrenado su padre, a quién sigue tratando mal. En un acto de desesperación, Nolte llega a la máxima recaída, jamás encontrará el perdón de sus hijos. Bebe, y su error funciona como catarsis. Éste lo agarra, lo lleva a la cama mientras está totalmente borracho y lo abraza, lo acaricia. Las luces se vuelven uniformes entre ambos, se han reconciliado de forma dolorosa. La carga emotiva durante todo este tiempo es alucinante. Sentimos esa congoja y también aguantamos nuestros lloros, somos un hermano más, explotamos para sacar todo lo que llevamos dentro, nuestra propia catarsis. Esto es Warrior.

Desierto del Sur de California, hay un accidente de coche. Un grupo de conductores se detiene para ver que ha ocurrido. “Salió disparado”. El hombre, en su lecho de muerte, les revela que hay una gran fortuna escondida debajo de una gran W. “Salió disparado” sigue repitiendo uno de los personajes. Al morir, estira la pata. Literalmente, estira la pata y tira un cubo por la cuesta. Los conductores se miran, ya se ha sembrado la semilla de la agonía y el ansia viva. Risas desde el primer minuto.A uno de los conductores lo dejan tirado en una bici de niña. Llega a una gasolinera, donde está el hombre que le ha abandonado para ir en busca del dinero. Él, en un ataque de furia, comienza a perseguir a los trabajadores de la gasolinera, destroza el decorado, se golpean con ruedas de coche, se tiran cubos de pintura, las paredes caen, los techos se derrumban. La locura va aumentando, cada vez más. Cruza la línea de lo absurdo, hasta que destruye todo el decorado con un coche. La influencia de los dibujos animados junto al humor de diálogos absolutamente brillantes. La comedia perfecta, un ejemplo que sigue vivo gracias a Edgar Wright, la perfecta unión entre el humor visual con el de diálogo. Esto es El Mundo está Loco, Loco, Loco.

Plano cenital, aparece Al Pacino en una camilla. No sabe qué hace ahí, pero sus pensamientos hablan por él. Una especie de blanco y negro azulado predomina en pantalla, y aparece un cartel en color, “Welcome to Paradiso”. Sus ojos están perdidos, lloran de forma leve. Habla de la alegría y de la felicidad. Toda una declaración de intenciones.De vuelta de su estancia en la cárcel, Carlitos Brigante pasea bajo la lluvia con una tapa de cubo de basura en su cabeza. El amor de su vida está bailando a través de un ventanal, en un edificio. Él la mira, está perdido. Lo único que quiere es tener una vida normal, con ella, dejar pasar lo pasado, olvidarse del mundo que quiere abandonar, y empezar de nuevo. No mucho después, Carlitos quiere entrar en casa de ella. El cerrojo está puesto y solo se abre un resquicio, lo suficiente para ver el ojo y parte de la boca de ambos a través de la puerta. El deseo, encarcelado, representado a través de una leve composición. Suena Joe Cocker, una escena de amor asombrosa, para uno de los personajes mejor construidos, mejor pensados y mejor caracterizados de la historia del cine. Un héroe fallido, un juego de esperanza absorbente. Esto es Atrapado por su Pasado.

Un hombre aparece en el pueblo después de la muerte de un padre de familia. Viene a por un dinero que él había guardado, pero nadie lo sabe, solo un par de niños, los hijos. Amor y odio tiene tatuado en sus dedos, y habla de las fuerzas del mal luchando contra las del bien, en la que éstas acaban ganando. Pero él no representa el bien, él es el mal personificado, es juez y verdugo sobre el bien y el mal, no tiene antítesis, solo unos pobres niños huyendo de él a través de un río, bajo su voz, cantando Leaning. Es terrorífico, pero mágico, quizá el mejor villano del cine.Una mujer está sentada en una mecedora con una escopeta. Está a contraluz, totalmente oscura. Robert Mitchum está fuera, esperando el momento para atacar a los niños. Sigue cantando Leaning, pero esta vez, ella también canta junto a él. Amor y odio, las fuerzas del bien y el mal. Ya tenemos rival, ahora la balanza está equilibrada. Momentos mágicos, adelantados a su tiempo, una fotografía espectacular, terrorífica. Una fábula de horror absoluto. Esto es La Noche del Cazador.

Matthew McConaughey

Un americano y una portorriqueña se encuentran en un baile y las luces desaparecen, el fondo se difumina bajo un rosado claro y suave, se acercan uno al otro y quedan como estatuas, junto a unos pocos figurantes al fondo. Estas estatuas comienzan a cobrar vida y bailan de manera dulce y comedida, el tiempo se ralentiza. Se han enamorado y ya nada puede romper eso. Los cielos son artificiales, de colores que se fusionan con los edificios de clase obrera de Nueva York, llenos de escaleras de incendios y ropa tendida, que curiosamente van a juego con el entorno. Se acerca la noche y una pelea callejera importante entre las bandas, un montaje paralelo sigue a cinco puntos de vista distintos mientras se preparan para el gran momento. Dos canciones se mezclan bajo la misma estructura que nos adelantan para lo que ocurrirá. Las sombras se remarcan, la cámara baila junto a ellos, y la película es consciente de que se trata de una película, no se avergüenza de ello, y juega sus bazas a su favor para maravillarnos, hacernos sentir que en su perfección se encuentra el verdadero arte. Esto es West Side Story.

Es de noche, está lloviendo a cántaros, y un asesino ha avisado por la radio a su próxima víctima. Hay un gran campo por el cual cruza una mujer, sola. Al fondo, unos cinco centímetros de figura se levantan bajo los matorrales de forma lenta y cuidadosa. Al bajar, la mujer se gira y no ve a nadie. Acto seguido, es asesinada. Toda la secuencia ha durado prácticamente unos 10 minutos, pura tensión y congoja justificada por un aviso al espectador, una puesta en escena agobiante, y una dilatación temporal maestra.De nuevo, lluvia. Es una constante, como en Blade Runner. Los policías están agotados, y el investigador de Seúl arrastra a uno de los sospechosos hasta una vía de tren abandonada, le da una paliza, y mientras está de rodillas le apunta con la pistola para sacarle una declaración. La cámara se sitúa dentro del túnel, y forma una de las mejores composiciones jamás hechas en el cine, un contraluz majestuoso y un marco redondeado. Ya no ha podido caer más bajo, el caso les ha comido el cerebro, les ha cambiado y trastocado, está a punto de cruzar el umbral que separa la cordura de la locura. Esto es Memories of Murder.

Un grupo de amigos se reúnen en el bar al que siempre van, están borrachos. Unos juegan al billar, otros se sientan en la barra. Comienza a sonar Can’t take my eyes off you, y cantan juntos. Gritan, se divierten, son felices. Unas cuantas escenas después vuelven al bar, esta vez de noche, pero es diferente. Ahora callan mientras uno de ellos toca Chopin en el piano. Silencio, solo está la música. Dos de ellos se miran entre sí, Robert De Niro y Christopher Walken. Sonríen de tristeza, y apartan la mirada. Saben lo que ocurrirá. Suenan helicópteros, elipsis, estamos en la jungla. Los amigos están atrapados bajo los vietnamitas. De Niro y Walken son forzados a participar en la ruleta rusa. Los dos actores crean escuela con esta escena, el sufrimiento es constante. Plano, contraplano, salto de eje. Plano, contraplano, salto de eje. No necesitamos más que eso para enseñar la crudeza y el horror de la situación. La sencillez hecha dolor, una de las mejores escenas de la historia del cine.Esto es El Cazador.

Está lloviendo a cántaros, nuestros personajes están en el punto más bajo de la película. Ya nada puede ir peor, pero irá a peor. Cada uno, desde su pequeño refugio, canta al unísono con los demás Wise Up. No va a parar, dicen, mientras sus caras están totalmente abatidas. Por fin, hay algo que une a todos: la soledad, el desespero, la tristeza profunda y la desesperanza. Pero es un momento precioso, tierno.Secuencias agotadoras, muchos diálogos, pocos momentos de pausa. Durante toda la película hay una canción sonando, quizá sea el único tema de la banda sonora de la película. Es el hilo conductor a través de un paralelismo constante de 3 horas. Parece una melodía que funciona como cuerda por la que bajar al desastre, una metáfora sutil de lo que nos une, de las decisiones que tomamos y como estas nos acercan a otras decisiones tomadas por personas ajenas a las nuestras. Esto es Magnolia.

magnolia

Un padre, antiguo piloto espacial, lleva a sus dos hijos a la escuela. Una rueda pincha, y pasa volando un dron por el cielo. Rápidamente, el padre hace entrar a sus dos hijos en el coche para perseguirlo, ya no importa el pinchazo. Se alza la música evocadora de Hans Zimmer, y el coche cruza un campo de trigo. La familia está viviendo una aventura de 5 minutos, una aventura intensa. Son la familia más unida del planeta. Gestos minúsculos que muestran el gran amor del padre a sus hijos y viceversa. Es como un poema épico sobre lo íntimo, es casi celestial.Christopher Nolan ya ha plantado la semilla de su dicotomía principal, lo micro convirtiéndose en lo macro. Cooperentra en la habitación de su hija, es más que probable que sea la última vez que la vaya a ver. Ella no quiere que se vaya, y él intenta esforzarse en no romper a llorar, se siente desvalido, aturdido, no sabe cómo consolar a su hija. La abraza, como si fuese a ser el último abrazo que podría darle jamás, su último contacto. Coge el coche, destrozado, y comienza a conducir sin mirar atrás, desolado. Una cuenta atrás suena, escuchamos motores mientras sigue conduciendo, alejándose. Ya está en el espacio, muy lejos de casa. Una elipsis brillante.Cooper se sienta para ver los mensajes enviados por su familia. No hay contraplano, un ligero movimiento acerca la cámara a McConaghey. Escuchamos a su hijo hablar de los estudios, su novia, su graduación, su primer hijo. Ve pasar su vida entera, y él la ha perdido. Años de vida en una pantalla, su reacción es dolorosa y desconsoladora. Solo hay una constante que une a cualquier cosa, y no se trata de números, fórmulas. El amor es lo que mueve cielo, tierra, planetas y estrellas, el que empuja a Cooper a seguir, el amor del que habla Anne Hathaway a mitad del metraje, un sentimiento difícil de comprender, pero el cuál nos impulsa hacia delante. El amor, al nivel que sea, guía al ser humano, y ha llegado a guiar a un hombre a través del espacio-tiempo, el amor por su hija. Algo íntimo se convierte en algo gigantesco. Esto es Interstellar.

De Niro va a la estación de tren para huir de Manhattan. Se le ve desesperanzado, compra un ticket de bus. Se prepara para cruzar la puerta hacia el andén, donde hay dibujado un gran mural sobre la ciudad. Suena una flauta de pan, y sabemos que ese sonido está en la cabeza del protagonista, un recuerdo. Cruza, acto seguido aparece de nuevo en un espejo, canoso, más mayor. Suena una versión orquestal de Yesterday. Zoom hacia fuera, estamos en la misma estación, solo que ahora hay una gran manzana pintada y todo es más moderno. Han pasado más de 30 años. Todo ha cambiado, pero él parece ser el mismo hombre afligido de entonces. Esta elipsis y el salto hacia atrás en la escena del bar muestran la genialidad de Sergio Leone del uso narrativo en pro de las emociones pocas veces se han hecho saltos temporales tan majestuosos, expresivos y emocionantes como éstos.Un grupo de niños camina por las calles de Manhattan, bajo el puente, en una fotografía majestuosa. Uno de ellos toca la flauta de pan. Van por la calle sintiéndose reyes, unos mafiosos más. El más pequeño de todos se adelanta, y ve a Bugsy yendo a por ellos, quiere matarlos. Se gira, grita para dar el aviso. Corte instantáneo, cámara lenta, suena la melodía anterior a todo volumen. Corren hacia cámara, se oyen disparos, y uno de ellos cae. “Resbalé”, dice antes de morir. Hacia el final, Robert de Niro tiene un flashback de todos los momentos que han ocurrido durante 3 horas y media de película. Un viaje de casi 40 años a través del tiempo, donde la fuerza de la amistad parecía que jamás iba a romperse. Un recorrido en la propia película a través de la mayor obra de arte cinematográfico que se haya hecho jamás, la banda sonora de Ennio Morriconne resuena en sus visiones, los momentos esteticistas resucitan, y los recuerdos entre dos amigos siguen ahí, se mantienen vivos durante toda nuestra existencia, desapareceel rencor. Es un canto a la amistad, a la vida. Esto es Érase una vez en América.

1-  Érase una vez en América (Sergio Leone, 1984)

2-  Interstellar (Christopher Nolan, 2014)

3-  Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999)

4-  El Cazador (Michael Cimino, 1978)

5-  Memories of Murder (Bong Joon-Ho, 2003)

6-  West Side Story (Robert Wise y Jerome Robbins, 1961)

7-  La noche del cazador (Charles Laughton, 1955)

8-  Atrapado por su pasado (Brian de Palma, 1993)

9-  El mundo está loco, loco, loco (Stanley Kramer, 1963)

10-  Warrior (Gavin O’Connor, 2011)