DocumentaMadrid 2015 – Día 1 | La Cabecita

Imagen_Evento_DocumentaMadrid2015_1418382426.036

Por 12º año llega uno de los eventos cinematográficos más importantes de la capital, el Festival Internacional de Documentales DocumentaMadrid. 11 días para que público y profesionales puedan volver a disfrutar del cine “de lo real”, proveniente de todo el mundo, en la Cineteca del Matadero. Buscando una pluralidad narrativa, estética y temática, la Sección Oficial estará compuesta por 15 largometrajes y 19 cortometrajes. Por supuesto, se le dedica de nuevo un foco importante a la producción de nuestro país en la sección Panorama del documental español, compuesto por 14 trabajos inéditos en Madrid, siendo algunos de ellos estrenados en el propio festival. La retrospectiva en esta ocasión estará dedicada a la productora española residente en Holanda Carmen Cobos, figura fundamental del género, que afirmaba en la inauguración que “no hay nada más hermoso que la vida real”.

Como novedades de esta edición, por un lado tenemos el ciclo Doble mirada (que se proyectará en el Cine Doré), en el que se mostrarán en paralelo títulos que han tratado los mismos temas desde el documental y desde la ficción. Y por otra parte, el último sábado del festival tendrá lugar la sesión MAGVA, que con motivo de la proyección del documental Nitsa 94/96. El giro electrónico, aunará el cine con la gastronomía (en una cena posterior a la película), y, para acabar, con la música, con la presencia de dos DJs. Un punto y final por todo lo alto para este certamen fundamental, que desde La Cabecita vamos a estar siguiendo atentamente, y que ha abierto su Sección Oficial a competición con la película francesa Chante ton bac d’abord, de David André.

Chante ton bac d’abord – Adolescencia musical

ob_abf456_chantetonbacdabord-preview

Parece que siempre que hablamos de “documental musical”, nos referimos a aquellos que tratan sobre los profesionales del medio (como podrían ser los recientes Searching for Sugar Man o A 20 pasos de la fama). No nos planteamos nada más allá porque, de hecho, los términos “documental” y “musical” ya implican una contradicción: ¿no es el musical, desde el momento en el que los personajes rompen a interpretar canciones que han tenido que aprender y ensayar previamente, uno de los géneros más ficcionados? El realizador David André se arriesga cogiendo precisamente los patrones del musical más básico, para aplicarlos a un documental también de manual, pero que, aunando ambos aspectos, se transforma en un trabajo atípico.

Chante ton bac d’abord sigue a un grupo de adolescentes en Boulogne-sur-Mer, una pequeña ciudad al norte de Francia muy afectada por la crisis, durante su último año de instituto, mientras se preparan para la selectividad. Los incontables sentimientos que vivirán durante ese período tan importante se manifestarán en forma de canción. Por supuesto, un documental de estas características implica un trabajo de construcción considerable; pero la actitud y las reacciones de los jóvenes protagonistas y sus familias le aportan naturalidad al resultado final.

La película se centra en un problema socialmente aceptado y generalizado: el hecho de tener que tomar decisiones fundamentales para el futuro, como puedan ser qué carrera (si es que quieres hacerla) elegir o a qué trabajo dedicarte, cuando estás en una edad en la que las cosas están menos claras que nunca. Las preocupaciones de estos jóvenes se unen a la presión que ejercen sus padres sobre ellos, mucho más racionales. Esto provoca enfrentamientos generacionales, creando abismos que parecen insalvables, aún incluso entre los que apoyan las decisiones de los hijos y les dan más libertad.

El problema viene de la parte musical, la cual no acaba de encajar en el desarrollo del filme. La excusa de que las canciones sirven para exteriorizar los sentimientos de los chicos deja de servir desde el momento en el que vemos que ellos ya se expresan bastante bien hablando ante la cámara. Por tanto, los sencillos temas, compuestos por el director y los propios adolescentes, están introducidos de manera forzada, y lo único que hacen es reiterar lo que ya nos han contado antes. En lugar de complementar, lo cual es el objetivo de todo buen musical, aquí las canciones llegan a resultar molestas, por cortar y no dejar avanzar la historia.

Chante ton bac d’abord es una cinta nostálgica, pero no con respecto al pasado, sino al presente. Porque por muy duro que les parezca a ese grupo de amigos lo que están viviendo en ese momento, lo más difícil empieza después, cuando acaba la película, y se da el primer paso al mundo adulto y real. El director lo sabe, y de ahí que, para paliar los efectos de esos avances irreversibles, recurra al poder liberador que tiene la música. La jugada no le sale redonda, pero el concepto sin duda merece un reconocimiento.