Empezamos el día con una fuerte tormenta de madrugada y un apagón que casi nos cuesta las entradas para el día siguiente. No era la mejor manera de empezar el tercer día del festival. Por suerte, al salir hacia el cine ya había amainado, ahorrándonos coger el paraguas o mojarnos que el tercer día de festival es un mal momento para coger un resfriado, aunque ya afloran los primeros síntomas.
La distancia:
Como decía, tanta lluvia no era un buen presagio y lo confirmó la película de Sergio Caballero. Lo que comúnmente se conoce como un ladrillo y programado nada más y nada menos que a las ocho y media de la mañana. Ahí es nada. Los esfuerzos para mantenerse despierto ante tanto tedio fueron hercúleos. En resumidas cuentas, La distancia es la historia de cómo un artista encerrado en una antigua fábrica en Siberia contrata a tres enanos con poderes para que roben algo llamado La distancia. Hasta donde termina la sinopsis la película va bien. A partir de aquí, el filme se convierte en una rutina monótona en la que apenas sucede nada y que podría haberse concretado en menos de los 80 minutos que dura la película. Unos minutos rellenados por los tres enanos que se comunican telepáticamente y que en varios momentos rozan el ridículo. Y todo ello para un final bastante lógico y previsible. Dijo el director en la rueda de prensa posterior que Sitges era el mejor lugar del mundo donde estrenar su película. Y yo me pregunto, ¿qué hemos hecho para merecer tanto castigo?
Orígenes:
La segunda película del día dejó mejor sabor de boca, aunque tampoco fue nada de otro mundo. En Origenes, Ian Gray (Michael Pitt) es un investigador de biología especializado en el ojo humano que se enamora de una mujer por tener los ojos más extraños que ha visto nunca. Este es el punto de partida de una apasionante historia de amor que más adelante le conducirá a un descubrimiento asombroso. Estamos ante una película dividida en dos partes por un salto temporal. La primera mitad peca de no ir a ninguna parte y la segunda exagera sus tesis de una manera muy precipitada, culminada por una secuencia entre los créditos innecesaria. Esto resulta en una película que se hace excesivamente larga y cuando llega a la segunda mitad, a priori la más interesante, desconcierta el cambio de registro. Probablemente deberían haber empezado con la tesis de la segunda mitad antes y dejarse de preparar el terreno con una primera parte tan prescindible.
The guest:
La nueva película de Adam Wingard (Tú eres el siguiente) en que demuestra seguir obsesionado con meternos al enemigo en casa. En esta ocasión, David, soldado que regresa de Afganistán, va a visitar a los Peterson para honrar la muerte en combate de su hijo Caleb. David se muestra como un chico atento y educado, pero pronto alguien de la familia sospecha que hay algo más y empieza a investigarle. Como decimos, Adam Wingard sigue obsesionado con meternos al enemigo en casa, en este caso una auténtica arma de matar camuflada bajo el aspecto afable y atractivo de un joven militar. Película consistente que pasa del drama a convertirse en una película de acción desenfrenada. Gana más en esta segunda parte, aunque se le reconoce a Wingard que prepara muy bien el terreno y se siente cómodo cuando la película se convierte en frenética. Uno de los hits del festival, se agradece no haber tenido que esperar tres años como sucedió con Tú eres el siguiente.
Housebound:
Cerramos el día con el debut de Gerad Johnstone, director, guionista y editor de este quiero y no puedo australiano. Una historia con un punto de partida muy interesante que se pierde quedándose a medio camino entre la comedia y el terror. Kylie (Morgana O’Reilly) se ve obligada a cumplir arresto domiciliario en casa de su madre y pronto descubre que suceden cosas extrañas en ella. Gerard Johnstone tenía los ingredientes ideales para construir una narración claustrofóbica y asfixiante y ha optado por no asumir riesgos y quedarse a medio camino. Una verdadera lástima, este hombre orquesta demuestra buen pulso cuando su película se acerca al terror o la comedia, pero opta la mayoría del tiempo por una narración anodina que naufraga. Las películas se deben valorar por lo que son y no por lo que hubieran sido, pero ves lo que es y lo que podría haber sido y no puedo evitar sentirme decepcionado por la ocasión perdida.