Festival de Cine Alemán 2014: Día 1 | La Cabecita

Madrid se ha convertido, un año más, en sede del cine internacional. Ayer dio comienzo la décimo sexta edición del Festival de Cine Alemán, un evento que cada vez cuenta con más adeptos y en el que se dan cita los proyectos más interesantes de la cinematografía germana actual.

Exit Marrakech – Difíciles sixteen

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Exit Marrakech ha sido la encargada de dar el pistoletazo de salida a esta edición tan variada como prometedora. Esta era, sin duda, una de las películas sobre las que más expectativas había, pero es lo que tiene llegar de la mano de Caroline Link, una de las directoras más reconocidas en el continente europeo (y fuera de él) que, película tras película, ha sabido conquistar a expertos y aficionados con ese estilo tan rompedor que le caracteriza (en 2002 se alzó con el Oscar a Mejor película de habla no inglesa por su trabajo en En un lugar de África). Pero no era sólo eso. Entre los nombres del elenco de Exit Marrakech se encontraba el de Ulrich Tukur, un actor de calidad incuestionable que ya se había dejado ver en varios proyectos de Constantin Costa-Gavras, La vida de los otros (2006) o La cinta blanca (2009). Mucho peso pesado por ahí suelto.

Pero al final lo más destacado de esta película inaugural no ha tenido nada que ver con Link o Tukur, sino con un chaval. Un joven de 19 años llamado Samuel Schneider que ha demostrado en esta cinta el gran talento que tiene. En esta película Schneider interpreta a Ben, un chico de 16 años (los mismos años que lleva este Festival activo, curiosa casualidad) que se ve obligado a pasar unas vacaciones en Marrakech con su padre, una persona absorbida por su trabajo y con quien apenas tiene relación. Ben buscará en este viaje una nueva experiencia que rompa con su rutina y que le permita crecer como persona.

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Las intenciones de Link están muy claras. Aunque Exit Marrakech trata muchos temas a la vez hay una trama que está muy presente durante todo el filme: la relación paterno-filial. Y para mostrar la relación en sí y su evolución, Link se apoya con gran destreza en el mundo árabe, un mundo en el que ambos protagonistas se encuentran perdidos y ante el que actúan de manera completamente opuesta. Ben se muestra mucho más receptivo a todo aquello que pueda encontrar o recibir de ese lugar, y gracias a esa actitud descubre que el mundo y su gente no se conocen a través de los libros, sino viviendo en primer persona todo lo que sucede, y así es como descubre el amor y el fracaso que a veces le acompaña, las diferencias que existen entre Oriente y Occidente (magnífica la subtrama de los dos guionistas gays) y lo necesario que es encontrar algo de libertad en lo desconocido (la escena de las dunas refleja a la perfección ese sentimiento).

Heinrich, el padre, no conoce nada de lo que le rodea pero tampoco le importa. Le basta con lo que lee en los libros y cree sin demasiado esfuerzo lo que en ellos se escribe. Pero la rebeldía de su hijo le da algo más que unos cuantos quebraderos de cabeza, y es que gracias a él descubrirá un mundo que hasta entonces no le había interesado lo más mínimo, y lo más importante, comenzará a cuestionarse su papel de padre, reflexionando acerca de lo que fue y de lo que podría haber sido. En este punto de la película (sin duda el más interesante de la misma), el padre actúa como un turista guiado por su propio hijo.

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Link acierta por completo al plantear esta historia sobre amores y odios en el mundo árabe. Y aunque algún momento de la película puede atragantársele a más de uno por su mera función exhibicionista, ésto nunca llega a molestar (también es verdad que nunca se llega a abusar de ello). El hecho de que la directora alemana siempre busque dar un cierto matiz documental a su película, trabajando con actores no profesionales y trasladándose a los lugares reales en los que transcurren las historias, hace que sea mucho más fácil conectar con lo que cuenta Exit Marrakech. Y es que la directora tiene toda la razón al decir que “la atmósfera es la historia de la película”.

Si es cierto, por otra parte, que el nuevo proyecto de Caroline Link tiene fallos, empezando porque le sobra metraje. Hay secuencias innecesarias que habrían agilizado muchísimo el relato y que habrían aportado lo mismo a la historia. Además de que ciertos temas se tratan de manera ingenua y torpe (como el despertar sexual de Ben). Pero al fin y al cabo lo importante, la (difícil) relación padre-hijo y su evolución, sí queda reflejada con acierto en Exit Marrakech.