Festival 4+1. Día 1. El extravagante y pasional amor de Genesis y Lady Jaye | La Cabecita

La tercera edición del festival 4+1 abrió ayer en sus distintas sedes a lo largo del mundo (Madrid, Bogotá, Buenos Aires, México DF y Río de Janerio). Lo hizo con la particularidad y excelente idea de intentar hacer el festival mucho más global dando acceso a todo el público de manera online a través de la plataforma de visionado online Filmin. Dieciséis películas competirán durante los próximos días por llevarse un premio del público que se verá traducido en un cheque por el valor de 25.000 euros. Hacemos balance de las primeras películas que han pasado por el festival en un día que ha venido marcado sin duda por el genero documental.

 

THE BALLAD OF GENESIS AND LADY JAYE

La mirada de un artista a través de los ojos de otro artista siempre tiene un toque de fascinación al que difícilmente se puede acercar cualquier cineasta alejado de la vanguardia. Esto es lo que ocurre precisamente en la maravillosa fábula romántica en la que se convierte The Ballad of Genesis and Lady Jaye. Marie Losier, con su primer largometraje se acerca a la vida de Genesis P-Orridge. Lo hace, no sólo acercándose a su vida artística, si no explorando la extraña historia de amor que vivió con Lady Jaye.

Una historia de amor que nace en la extravagancia y llega a rozar lo enfermizo. Y es que ambos, en un acto de amor, de unificación, se empezaron a operar para convertirse en uno, para fusionar sus seres, creando así lo que ellos denominaron la pandroginia. Pero lo más excitante de la mirada que lanza Losier es la de purificar ese acto de amor, extirpar de ese acto la locura y lo enfermo, para dejarlo como una entrega del uno al otro, un acto que llevara a ver en el espejo, no a ti, si no a la persona que amas. Ambos decidieron acabar con la división del sexo, tratando de terminar con esa dualidad que existe en el mundo, inventaron lo que se podría llamar un nuevo sexo, dónde no son ni hombre ni mujer, y es el mismo Genesis el que defiende esto cuando habla ante la cámara diciendo, “Antes era un niño, ahora no sé lo que soy”. Una historia de amor que como las grandes historias de amor de la historia del cine es bella y trágica.

Aún así, y consciente de que el personaje de Genesis podría haber salido fácilmente de cualquier película de John Waters. La forma que Losier tiene de narrar todo esto roza un bizarrismo totalmente propio del director de Baltimore o de sus más directos herederos como John Cameron Mitchell. Un bizarrismo que se une a la psicodelia que la obra de Genesis P-Orridge tiene, resultando de esta manera un documental extraño, único, pero de una pasmosa belleza a la hora de narrar una historia de amor, que si bien tiene algo de terrorífico, depura para simplemente quedarse con una historia de amor que brilla como el arte capaz de hacer bonito lo que sería fácil de calificar como “feo”.

NOTA: 8

 

PHOTOGRAPHIC MEMORY

El cineasta Ross McElwee, algo así como un Michael Moore mucho más fino en palabras de su propia amiga francesa, es un tipo que vive a una cámara pegada. Esto le ha permitido a lo largo de los años guardar un amplio registro audiovisual de la vida de sus hijos. La llegada a la adolescencia de su hijo Adrian ha supuesto una ruptura enorme en la relación con él. El pasotismo y la indiferencia con la que se suele afrontar esta etapa de la vida le ha llevado al cineasta a recorrer a través de sus archivos lo que había sido su relación con su hijo hasta ese momento. Pero también en un intento de intentar comprender sus inquietudes, ha revuelto sus viejos negativos y diarios en pos de intentar recordar como era su comportamiento a la edad de su hijo.

Buscando abrazar su pasado, Ross McElwee realiza un viaje hasta la Bretaña francesa, donde pasó un año de su juventud que considera vital en el tramo de su vida. Una vez allí tratará de encontrar a dos personas que fueron cables durante esta etapa, un jefe que tuvo cuando trabajaba allí y un viejo amor de juventud. El problema con el que se toma en este proyecto tan introspectivo es precisamente lo personal que resulta. Las intenciones de McElwee son buenas e inteligentes, no hay mejor forma de conocer a su hijo que conocerse a su mismo. En el viaje nos encontraremos con momentos reveladores y muy interesantes. Pero la mayor parte del camino se ve marcado por un tedio producido por la lógica obsesión del realizador en intentar descubrir detalles menores. Detalles que sin duda serían de enorme importancia dentro de sus vivencias personales, pero que dañan notablemente al ritmo narrativo de una película que sencillamente está diseñada para él.

Desconocemos por completo si la relación con su hijo llegó a cambiar tras ese viaje, o si realmente sirvió para algo más que para volver a sentir la juventud perdida. Un viaje que sin duda fue de vital importancia para McElwee, pero que parecía más destinado a ser una vivencia personal privada que un material digno de ser compartido.

NOTA: 5

 

LAND OF OBLIVION

Ya han pasado veinticinco años desde la tragedia de Chernóbil, pero la brecha sigue bien abierta y la zona, como hace poco nos mostrará Brad Parker en la olvidable Atrapados de Chernóbil, sigue pareciéndose a un pueblo fantasma inhabitable. La cineasta francesa Michele Boganim se acerca a aquella catástrofe poniéndola en el centro de la historia. Doblando un papel con la tragedia en el centro para mostrarnos el blanco en contraste con el negro. El problema que no encontramos es que el blanco es blanquísimo, cuarenta minutos reveladores de gran cine con un excepcional sentido del humor que nos evocan al Kusturica de Underground. Una boda o la infancia de un chico quedan marcadas por una lluvia negra, a la que asistimos aterrados, con algún plano sencillamente excepcional como el de esa tarta manchada de negro que muestra a la perfección el fin de la felicidad.

La lluvia no cesa, cae de manera agónica, personajes apenas esbozados son más que suficientes para reflejar el caos y la incertidumbre. Es el caso de ese ingeniero que sabiendo lo que acaba de ocurrir y las consecuencias no puede decir nada al tratarse de un secreto de estado. Y a su modo, deambula por las calles tratando de proteger a todo el que encuentra. La fatalidad se cierne, somos testigos y como él, nosotros tampoco podemos contar nada. Todo se torna sobrecogedor.

El problema nos lo encontramos cuando tras esto la película pega un salto de diez años en el tiempo. Nos encontramos a esa novia y a ese chaval, que ahora ya es un adolescente despojados de un pasado al que no quieren renunciar. La tragedia fue mucho mayor para ellos, su vida en la ciudad de Pripyat fue despojada del todo, sus paseos por la ciudad fantasma vienen justificados por un trabajo que la están matando lentamente, pero aún consciente de ello no quiere renunciar, o escapadas en busca de pequeños recuerdos. Pero nos encontramos con multitud de situaciones mal llevadas, un triángulo amoroso narrado sin pasión, la aparición de un personaje supuestamente desparecido que llega sin ninguna explicación y situaciones forzadas y terriblemente resueltas.

La película se dobla como una hoja, y parece que la tragedia también marca su devenir. La lección de cine con la que nos encontramos en primera instancia adolece terriblemente cuando pasamos a una olvidable segunda parte que además se ve terriblemente perjudicada en el contraste.

NOTA: 6

 

CRAZY HORSE

El cabaret Crazy Horse de París está considerado como el mayor espectáculo de mujeres desnudas del mundo. Un lugar para intelectuales y no sólo para turistas japonés tal y como explican los creadores del espectáculo. El cineasta Frederick Wiseman se desplaza hasta allí en busca de plasmar la belleza de estos números, y lo hace de una manera prodigiosa, trasladando al espectador toda esa fascinación visual que tienen los números que allí realizan.

¿Pero qué es lo que nos intenta contar? Esta es sin duda la gran pregunta que durante las larguísimas y terriblemente aburridas más de dos horas metraje nos preguntamos incesantemente. Wiseman no parece prestar atención ni a como se pone en funcionamiento el show, ni al funcionamiento de la sala, ni a su presencia histórica. Cae en ello con pequeñas pinceladas difuminadas a lo largo del metraje. Parece que su única obsesión está en retratar la sensualidad de los bailes. Algo que se tolera al principio pero que a los treinta minutos ya resulta excesivo y te hace desear que la proyección termine.

Crazy Horse es un documental sin alma, sin razón de ser. Algo que se extiende como un inmenso pseudo videoclip evolucionado para amantes del arte del baile y la sensualidad. Pero el único motivo que realmente tiene Crazy Horse para existir es para acercar el famoso cabaret a todos aquellos que no puedan asistir a la ciudad parisina.

NOTA: 2