Detrás de las Paredes – Si Jack Torrance levantara la cabeza… | La Cabecita

En esto del cine a veces es difícil saber a quién debemos echar la culpa cuando algo sale mal, lo normal y lo que debería ser siempre es que el director sea el culpable, al fin al cabo él es quien es el encargado de dar forma a la historia que tenemos sobre el papel, pero no siempre es así, es bien sabido que muchas veces las productoras, que al fin y al cabo son las que ponen el dinero, son las que acaban metiendo la zarpa y cargándose el producto final. Algo así es lo que parece haber pasado con la nueva película de Jim Sheridan: Detrás de las paredes, o al menos es lo que se da a entender tras la rajada del director de En el nombre del padre en la que culpaba a Warner Bros de haber hecho lo que la había venido en gana con su trabajo. Sea como fuere y teniendo la culpa quien quiera que la tenga, lo cierto es que la película que le llega al espectador es una horrible y espantosa peliculita de fantasmas que durante gran parte del metraje llega a rozar el ridículo.

Will Atenton (Daniel Craig) decide dejar su exitoso trabajo como editor en Nueva York para trasladarse junto a su mujer y sus dos hijas a un pequeño pueblo. Pero pronto descubrirá que la casa a la que acaban de mudarse fue el escenario de un horrible asesinato. Cuando Atenton se ponga a investigar qué es lo ocurrió dentro de esas paredes encontrará algo que desde luego no es lo que esperaba encontrarse.

Detrás de las paredes es un auténtico desmadre, la película no logra mantener la tensión en ningún momento y tiene abusar de tirar de golpes de efecto para intentar conseguir alguna reacción en un espectador que se muestra totalmente indiferente ante lo que está viendo en pantalla y ante unos personajes tan faltos de carisma que ni el trabajo de un reparto a priori bastante interesante formado por Daniel Craig, Rachel Weisz y Naomi Watts es capaz de levantar. Con todo este panorama, no es de extrañar que la hora y media de la película resulte eterna e incluso se escape alguna risilla por lo que estamos viendo en pantalla.

Este intento de mezcla entre Los Otros y El Resplandor es incapaz de sostenerse ya desde su arranque, la primera parte de la película resulta pesada, un lento divagar hasta un destino que el espectador de sobra conoce desde el principio y que es imposible no intuir, el intento de meter algo de intríngulis sólo consigue sumar un poco más de estupidez a la película, tan mal llevado está todo esto que es inevitable preguntarse si no hubiera sido mejor poner las cartas sobre la mesa desde el principio y dejarse de juegos de detectives que podrían ser resueltos por el mismísimo Pocoyo. La desesperación del personaje de Craig llega a resultar ridícula y bochornosa y la incapacidad e incongruencia de sus personajes no hacen más que desesperar a un espectador con ganas de ver algo con la más mínima emoción en la pantalla.

Cuando por fin la tapa queda bien abierta y ni siquiera al espectador que lleva todo el metraje durmiendo le cabe ninguna duda de lo que ahí está pasando, empieza el verdadero terremoto de la película. La incursión de un personaje tan nefasto como el que tiene la desgracia de interpretar Naomi Watts, sumado al banal intento de crear algún tipo de conexión con los personajes y de meter la duda al espectador de quién es el malo de la función tampoco consigue funcionar. Si es cierto que en esta parte de la cinta nos encontramos con un puzle algo más complicado de resolver, pero el estúpido intento de meter una trama ligeramente retorcida para tratar de sorprender al espectador no consigue más que resultar ridícula por lo forzada de la misma. Pero cuando además te topas con un clímax final tan terrorífico (y desde luego que no en el sentido de que inquiete lo más mínimo) es difícil llegar a admirar lo más mínimo. Lo grotesco que resulta la revelación de lo que realmente sucedió no es más que un pequeño adelanto del tan burlesco final que vamos a presenciar, un intento bastante penoso de convertir a los buenos en muy buenos y a los malos en terribles malvados, sazonado con unas picas del mayor y más asqueroso pasteleo que pudieron sacar de Ghost.

No sabemos si Sheridan, un realizador bastante capaz y firmante de obras tan fascinantes como Mi pie Izquierdo, En el nombre del Padre o The Boxer, sólo busco una treta para limpiarse las manos después de ver el desaguisado final, o si bien el realizador irlandés tenía razón y sin saber muy bien en qué demonios Warner Bros estaba pensando decidió machacar del todo una historia que siendo justos sobre el papel tampoco tenía nada que sobresaliese demasiado. El resultado final es bochornoso, una película que peca en exceso de tonta y ridícula, e incapaz de crear absolutamente nada de tensión ni de despertar el más mínimo interés.

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