Amor y amistad – Humor y amistades peligrosas | La Cabecita

Ross McDonnell

Una película en la que dos amigas se despiden con sus mejores deseos de que el marido de una de ellas fallezca pronto solo puede ser una película profundamente cínica, y profundamente divertida. Y también una película para los que, equivocadamente, piensen que un film inglés de época y basado en Jane Austen solamente puede tener romances ñoños contados con parsimonia paisajística.

Y es que hay que subrayarlo: Amor y Amistad es una película divertidísima, de carcajada abierta muchas veces, de las de merecer varias revisiones porque las frases ingeniosas son tantas por minuto que nunca podremos recordarlas todas. Pero eso sí, no vayamos a confundir a lectores incautos: solo le parecerá divertidísima al que sepa verle la gracia a una ceja arqueada con perplejidad en el momento oportuno, al que le encuentre el humor a la hipocresía de una frase que en el fondo espera conseguir todo lo contrario de lo que aparenta, a quien sepa de la importancia de las maneras y costumbres y de las consecuencias de romperlas.

Además hay que subrayar también el buen ritmo que Whit Stillman le imprime a todo, muy lejos de la introspección sentimental o del regodeo bucólico pastoril que caracteriza muchas de las adaptaciones al cine de la literatura decimonónica (dejando claro, eso sí, que algunas de esas adaptaciones son también buenísimas). La puesta en escena es muy sencilla y va al grano, con tan solo alguna ocasional floritura ingeniosa, y gracias a ello se nos cuenta una historia muy compleja y llena de alianzas que se hacen y deshacen constantemente en nada más que 90 tersos minutos (tan rápido va la cosa que, al principio, puede costar seguir el hilo entre tanto personaje e interés cruzado, por lo que se recomienda especial atención y un pequeño esfuerzo de memoria en los primeros compases para tratar de retener en la cabeza quién es quién y en qué lugar del mapa social está).

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Pero, por encima de esta dirección tan concisa, hay que alabar, muchísimo, al Stillman escritor, porque la labor de adaptación de la novela de Jane Austen es simplemente excepcional. No solamente estaba la dificultad de convertir en diálogos los monólogos en que consiste una novela epistolar, en acción lo que es una sucesión de pensamientos internos plasmados en cartas, y en escenas entre varios personajes que están presentes en el mismo sitio lo que no eran sino relaciones a distancia; no, además estaba la gran dificultad de dar dimensión a muchos personajes que en el original de Austen no escriben cartas y por tanto no nos dan acceso a su vida o sentimientos, y que aquí se convierten en hombres y mujeres vivos, interesantes y con tanto peso en el desarrollo de la complicada trama como la protagonista (gracias también a los actores que los interpretan, sí, pero principalmente a quien les ha escrito diálogos nuevos y ha filmado sus reacciones más reveladoras en primer plano). Y aún hay más: sí, muchas de las frases ingeniosas están tomadas directamente del libro, pero Whitman inventa otras muchas igual de inteligentes y divertidas, y no solo eso, sino que incluso comentarios muy tangenciales de Austen se convierten en anécdotas desarrolladas en amplitud aquí, como esa referencia al Rey Salomón que se convierte en gag recurrente sobre la apariencia de cultura de Lady Susan.

Lady Susan, esa protagonista amoral, inteligente, estratega imbatible, serpiente del paraíso o conocedora, hasta niveles sorprendentes, de la naturaleza del varón para manipularla, como la describen los demás personajes; hemos visto variantes de este personaje antes, viene a la memoria sobre todo la Marquesa de Merteuil de Las amistades peligrosas, aunque aquí estemos más cerca de la ligereza de la interpretación de Annette Bening en Valmont que de la crueldad trágica del mismo personaje en manos de Glenn Close en la película de Stephen Frears. Y es que esto es una comedia, y por tanto, aunque veamos a Lady Susan como la sociópata que es, no podemos dejar de reírnos con ella, de admirarla, y hasta de querer que consiga salirse con la suya. Porque además Whitman le da un sesgo moderno al asunto: en todas las novelas de Jane Austen existe ese cierto contenido proto-feminista por el que se queja de las pocas opciones dadas a las mujeres, obligadas a casarse o a depender de la caridad para subsistir cuando la riqueza familiar pasa a manos de varones. Sí, pero aquí vamos un paso más allá, y sin justificar a la maquiavélica anti-heroína, sí se busca que la entendamos, que comprendamos que simplemente busca la supervivencia de la única manera que le deja la sociedad, ocurriendo simplemente que ella es más sincera en sus intenciones, y aún más hábil para ocultarlas. No solo eso, sino que se revela inteligentemente que casi todos los personajes vienen siendo, más o menos, igual de egoístas y manipuladores, solo que son menos conscientes de ello, y menos hábiles para ello, y así parecen más inocentes.

Aun así, y pese a este torrente de cinismo que contiene la película, no deja de haber humanidad, primero porque, como ya se ha dicho, se invita a la comprensión de la protagonista mostrando que es un reglamento social tan despiadado como ella lo que prácticamente la obliga a actuar así, pero también porque no se deja de mostrar sentimientos sinceros y algo más nobles, junto con todos los innobles, de muchos personajes. Stillman se puede reír de la humanidad y sus miserias, pero también comprende, perdona, y hasta apunta alguna virtud que brilla por ahí.

Ross McDonnell

Pero no quiero terminar esta crítica, que es también una viva recomendación (no creo que veamos muchas películas mejores en lo que queda de año), sin detenerme un momento en Kate Beckinsale. ¿Alguien sospechaba que fuera capaz de dar una interpretación semejante? Yo no he seguido su carrera de cerca, no he visto esas películas de acción que le han estado pagando la casa durante muchos años, pero en los papeles secundarios en que la he visto me había parecido blanda y sin garra. Aquí no solo dice el complicado, muy literario diálogo decimonónico con la mayor frescura y naturalidad, como si todo ese ingenio y verborrea surgiera verdaderamente de ella y no de un escritor que ha revisado el texto cien veces, sino que lo complementa con una presencia rotunda y definitiva: proyecta una inteligencia y saber estar constantes, pero además añade una extraña calidez que, unida a su belleza, hace que comprendamos perfectamente su éxito social: pese a ser la manipuladora más  fría de Inglaterra, consigue parecer buena. No la creemos solo porque es muy hábil engañándonos, sino que queremos creerla porque nos ha seducido y nos ha convencido de que es hermosa a su pesar, cálida y sincera. Beckinsale no es tan joven como prefieren en Hollywood, pero una interpretación así debería abrirle las puertas a muchos papeles mejores de los que ha tenido hasta ahora. Y tiene más mérito porque destaca en medio de un plantel apabullante: Chloë Sevigny y Stephen Fry aparte, no hay muchos grandes nombres, pero todos están impecables, en particular un Tom Bennett que roba las escenas más cómicas como el bobo Sir James, y un James Fleet que es todo flema aristocrática inglesa.

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Título original: Love & Friendship Director: Whit Stillman Guión: Whit Stillman Fotografía: Tom Stern Música: Mark Suozzo Reparto: Kate Beckinsale, Chloë Sevigny, Xavier Samuel, Stephen Fry, Emma Greenwell,James Fleet, Jemma Redgrave, Jenn Murray, Tom Bennett Distribuidora: Avalon Fecha de estreno:  18/11/2016