Si hay algo que ha perseguido Javier Fesser desde que debutó en el cine, y con la excepción de la fantástica Camino, por convencional, una marcianada dentro de su filmografía, es el resurgir del mundo del TBO en la gran pantalla. Las intenciones quedaron claras con su fantástico debut en El milagro de P. Tinto, es ahí donde mejor supo desarrollar su inventiva. Creó su propio universo con unas pinceladas muy claras de los tebeos de Francisco Ibáñez, y la extravagancia puesta en escena de cineastas como Jean-Pierre Jeunet. Era una película fantástica, una de las más divertidas que ha dado nuestro cine en las dos últimas décadas, la suerte de P. Tinto es que Fesser no tenía un mundo al que ceñirse, sino que él podía marcar los límites de donde se terminaba el cómic y empezaba la película. Fesser no se anduvo con rodeos y ya en su segunda película empezó a perseguir lo que sin duda parecía ser su gran sueño, adaptar a Ibáñez. Siempre he reconocido el mérito que tenía La gran aventura de Mortadelo y Filemón, era una película bastante mala, pero es imposible no darle a su director el crédito que merecía por ella.
¿Cuál era el problema que tenía La gran aventura de Mortadelo y Filemón? Tan sencillo como que el universo que creó Ibáñez es imposible de adaptar a una versión real. Su cómic está basado en una apuesta por el humor visual más brutal, que sobrepasa las cuotas de violencia que se pueden mostrar en una película, pero siempre se muestra ésta de manera bizarra, sin consecuencias fatales, como un recurso exagerado. Fesser se acercó de la manera más humanamente posible a esto, pero era algo imposible de sostener. Pese a su delicada puesta en escena, su medida dirección artística, La gran aventura de Mortadelo y Filemón pecaba precisamente de ser una película de acción real. Su extravagancia era loable, pero no podía encontrar el punto exacto en el que funcionar. La película tenía mucho mérito, y su esfuerzo era digno de admirar (no pasó con lo mismo con la Mortadelo y Filemón misión salvar a la tierra dirigida por Miguel Bardem años después y que no tenía nada digno de mención), pero era completamente insuficiente por las limitaciones del medio.
En los once años que han pasado desde La gran aventura de Mortadelo y Filemón a Mortadelo y Filemón contra Jimmy el cachondo, posiblemente Fesser haya estudiado minuciosamente que era lo que necesitaban los personajes más famosos de la literatura española del Siglo XX para saltar a la gran pantalla y que ésta funcionase. Con películas en los últimos años como Planet 51, Las aventuras de Tadeo Jones o Futbolín (la primera co-producción americana y la última con Argentina), el salto que ha experimentado el cine español en técnicas de animación ha sido notable. Y posiblemente, ahí se dio cuenta Fesser de que era donde estaba la clave. Ésta vez volvía a la carga, volvía a perseguir su quimera, pero lo hacía en un territorio mucho más natural, una animación que le permitía extrapolar el universo de Francisco Ibáñez al de William Hanna y Joseph Barbera. Y lo mejor de todo es que esta vez sí, Fesser ha conseguido dar con la clave para que Mortadelo y Filemón consigan tener su versión en el mundo del largometraje.
Ha sabido desafiar la estructura del cómic, Ibáñez en sus álbumes siempre ha apostado por contar las historias como un filo hilo de gags unidos, pequeñas historias conclusivas de 4 o 6 páginas, que seguían un mismo patrón para que unidas dieran forma a una historia consistente. Solventado ya el problema de lo visual, Fesser debía dar en la tecla para ser capaz crear una historia que no pecase de lo episódico y que fuera capaz de respetar al máximo la esencia de Ibáñez. Y por suerte, también lo ha conseguido. Mortadelo y Filemón contra Jimmy el cachondo, apuesta continuamente por el gag cerrado dentro de la historia, en estructurarla debidamente a través de escenas claramente delimitadas, pero lo hace huyendo de la reiteración. Desde una locura de persecución llena de avatares y soluciones puramente comiqueras, hasta un sueño con las ilusiones de Filemón (que quizá, por pecar de largo, sea el peor momento de la película). Y funciona muy bien, porque lejos de fraccionar la película, consigue dotarla de un ritmo enérgico, una película siempre entretenida y muy divertida.
Entender el humor de Ibáñez no se limita únicamente a su exacerbado slapstick sino también a encontrar en él el ingenio para dar en la tecla de elaborar la más sutil de las críticas sociales, y por supuesto, también como sorprender al lector, o en este caso al espectador, con el chiste desatado y totalmente inesperado. Ambas son cosas que Fesser lleva con maestría, algo en lo que demuestra haber sido un perfecto estudioso de la obra del dibujante catalán, y guarda incluso algún chiste antológico como ése disfraz de Mortadelo dentro de la casa de Gran Hermano que es mejor no desvelar. Además incluso ha sabido encontrar la forma de dar vida a sus personajes, el trabajo de Karra Elejalde como Mortadelo es realmente notable, el actor ha sabido encontrar el punto exacto al personaje. No menos ocurre con Emilio Gavira como Rompetechos, sin duda lo más divertido de la película y que además gozará pronto de su propia versión.
Fesser lo ha conseguido, es sin duda ésa la mejor de las noticias que pueden darse. Persiguiendo una quimera que era inalcanzable ha dado con el medio perfecto para el que trasladar su sueño y dotar de vida a Mortadelo y Filemón, y lo ha conseguido con una película notable, realmente divertida, que no sólo hace justicia a Ibáñez y a todo el TBO español, sino que hace justicia a un cine de animación que poco a poco va a arrancando y disparándose a la velocidad de la luz.
Ficha técnica:
Título Original: Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo Director: Javier Fesser Guión: Javier Fesser Música: Rafael Arnau Howard Fotografía: Miguel Pablos Distribuidora: Warner Fecha de estreno: 28/11/2014