De caballos y de hombres – Idiotas a caballo | La Cabecita

OF HORSES AND MEN

Ghandi dijo en una ocasión, que una civilización se puede juzgar por la manera en que trata a sus animales y a juzgar por la cinta de Benedikt Erlingsson, el nórdico parece haberse impregnado hasta el tuétano de las sabias palabras del profeta hindú. Of Horses and Men, que se ha colado en la selección Atlas del festival online de Filmin, Atlántida, es un certero melting point de lo que a simple vista pueden parecer pequeños e inconexos cuentecitos con moraleja, que terminan fundiéndose en una gran secuencia coral que echa el cierre a una película bizarra, contenida, y ante todo, muy original. Erlingsson se encarga de acompañarnos a los parajes más indómitos y peligrosos de Islandia, en donde además tiene pinta de hacer un frío que pela, para realizar una exploración biológica, social y cultural del hombre y la naturaleza, el hombre y la bestia y el hombre, en definitiva, contra él mismo. La cinta, ópera prima de su director, ya cuenta con varios premios en su haber y el aplauso de gran parte de la crítica.

Los caballos son seres magníficos y muy nobles. Se han escrito todo tipo de historias protagonizadas por estos bellos animales, que han llegado a salvar la vida de sus jinetes, y en incontables ocasiones han servido también, a la causa de grandes epopeyas del séptimo arte como War Horse de Steven Spielberg o Hidalgo, de Joe Johnston. Sea como fuere, lo cierto es que hay pocos animales tan agraciados ante público y cámara como los equinos y en este caso, Erlingsson ha sabido trazar perfectamente esa línea, plantándonos en Of Horses and Men una paleta cromática de razas y ejemplares, corriendo y trotando en liberta, ante la que es difícil no quedar perplejo por su belleza. Mucho se ha llegado a decir de la cinta islandesa, de hecho el pasado año estuvo en San Sebastián en donde se llevó el Premio Nuevos Realizadores, pero personalmente considero que ante todo la historia, es un cuento con moraleja. Una metida de dedo en la llaga para reflexionar sobre el impacto medioambiental del ser humano en la naturaleza y de cómo la fauna y flora de cada ecosistema se autorregula e intenta adaptarse y permanecer en él, aunque sea en un estado semi libertario.

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Of Horses and men posee varios estadios de realización. La narrativa se fragmenta para dar paso a pequeñas historietas corales de un grupo de excéntricos inquilinos de un pueblecito del norte de Europa y su relación con los caballos autóctonos. Cada uno de ellos experimenta y conforma a la figura del caballo con unas determinadas características; el primero, interpretado por un inquietante Ingvar Eggert Sigurosson, ve a su yegua como una hija o mujer a la que proteger, educar y fustigar a su antojo, sin tener en cuenta las voluntades de la misma y que, ante todo, no deja de ser un animal salvaje. Con sus necesidades e instintos, que hacen que la escena que ilustra el póster promocional de la película se convierta en un instante glorioso. Como es de prever, la historia terminará con la reivindicación del macho alfa, tanto de la potestad de la hembra como suya como la defensa de su propio territorio, pistola en mano. El resto de las historias, que carecen de poco interés si la comparamos con la primera, se funden en la narración de manera intermitente, confluyendo en un mosaico perfectamente hilado y que sabe ilustrar a la perfección la concepción del director sobre los principales roles del ser humano en la sociedad común.

A todo esto hay que añadirle una fotografía sublime, que ya viene dada por una ubicación inmejorable y terriblemente bella, que sabe donde calzar la cámara en todo momento para convertirnos en espectador fiel y no perdamos detalle de todo aquello que Erlingsson cree importante para su moraleja final: el ser humano, mal que nos pese, siempre prevalece. Para ello ha tenido que sacrificar a un animal en plena montaña para que un hombre pueda sobrevivir a una helada dentro de su vientre, ha castrado el miembro viril de otro a punta de navaja y botella de agua oxigenada, y ha sumergido a un semental en un océano, probablemente helado, para que un alcohólico pueda saciar su adicción a la bebida nadando hasta un carguero. Todas ellas confluirán o no, eso va a gusto de cada espectador, en un mismo punto, pero no hay que negar en ningún momento la sutileza (no es casualidad que todos los caballos sean anormalmente pequeños) y originalidad con la que el cineasta islandés es capaz de narrar todas y cada una de las vivencias de los personajes. A esto hay que sumarle la recuperación de la sátira deadpan, salpicada por un cierto cine de finales de los años 30, muy próximo al de los hermanos Marx, que en algunos momentos pueden llegar a incomodar al espectador o sacarlo de la historia, pero que, una vez asimilados, pueden convertir el visionado de Of Horses and Men en una auténtica experiencia marciana.

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En definitiva, la obra de Benedikt Erlingsson es una reflexión elocuente y mordaz sobre la condición biológica y social del propio ser humano, bellamente expresada a través de la relación de un grupo de bizarros aldeanos, que podrían representar perfectamente los arquetipos sociales del director, con sus caballos. Una opción recomendable y sobretodo, muy perturbadora que invita al espectador a disfrutar de una cinta con aires de documental, entremezclada con el original humor del dry wit, el drama y una pizca de costumbrismo social, que harán las delicias de los amantes del cine independiente y con vertientes dadaístas. 

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