El teatro, cuna de grandes artistas y maestros a lo largo de los siglos, arte por el cual sería imposible la concepción de la gran pasión que os hace a vosotros visitar esta página para leer artículos, noticias y reseñas, en otras palabras, el cine. El cine, como el resto de los movimientos artísticos, tiene sus propios estandartes: Billy Wilder, Stanley Kubrick, Charles Chaplin, John Ford y un interminable etcétera de grandes maestros que hacen del cine lo que realmente es: un verdadero arte. Así mismo, el teatro también tuvo y tiene una serie de celebridades que convirtieron el drama, la comedia, la tragedia en un arte cuyo trono está reservado a muy pocos: Lope de Vega, Molière, Sófocles… Pero hay un nombre que siempre resuena por encima de todos, el de William Shakespeare. El inigualable dramaturgo inglés es probablemente el escritor teatral más famoso de todos los tiempos gracias, sobre todo, a que su pluma fue la responsable de muchas de las mejores obras dramáticas de la historia: Hamlet, Otelo, El sueño de una noche de verano, Macbeth o Romeo y Julieta. Es precisamente en la creación de esta última donde nos sitúa la película de la que hablaremos en esta crítica: Shakespeare In Love.
El film nos traslada a finales del siglo XVI, donde un joven William Shakespeare empieza a despuntar como uno de los grandes dramaturgos de Inglaterra. Al mismo tiempo Lady Viola, una joven de buena familia sueña con actuar en una obra de teatro a pesar de que lo tiene prohibido por su condición de mujer. Ambos vivirán una bonita y apasionada historia de amor, la del poeta y la actriz, o mejor dicho, el actor.
Aunque la historia es naturalmente ficticia, la película nos habla del proceso creativo del genial dramaturgo inglés de una de sus más célebres obras: Romeo y Julieta. Al tiempo que Shakespeare va creando una de sus obras maestras, la película nos habla de las similitudes entre la vida del autor y la historia de los dos enamorados más famosos del mundo del teatro. Nos da a entender que parte de lo ocurrido en la obra está inspirado en la vida de Shakespeare y su idilio con Viola. Como decimos, todo esto es puramente ficticio, con lo que Shakespeare In Love no puede ser considerada una película biográfica como tal.
Shakespeare In Love es una película divertida y desenfadada, muy ágil y amena. El amor es el tema central de la cinta, por supuesto. No solo el amor físico y pasional que se profesan Shakespeare y Viola, que también, si no el amor por el teatro. Ella, una joven que sueña con actuar en una obra pese a que lo tiene prohibido por ley. Él, un verdadero genio que intenta despertar de su letargo creativo escribiendo una obra sin igual. Es entonces cuando el destino decide poner a Viola en el camino de Shakespeare, cual Galatea en el camino de Pigmalión para que obtenga la inspiración necesaria. Ella será para él al mismo tiempo su musa, su actor principal y su amante, él para ella un nuevo mundo de sensaciones concebidas a través del amor, del teatro y de la poesía.
Uno de los puntos más destacables de Shakespeare In Love es que cuenta con un reparto bastante inspirado y con mucha química. Joseph Fiennes y Gwyneth Paltrow protagonizan el film con los roles de Shakespeare y Viola. Ambos realizan una buena actuación a pesar de que quizás Fiennes resulte algo sobreactuado en algunos tramos de la película. Paltrow tampoco está nada mal, aunque quizás el premio Oscar que levantó aquel año resultase algo excesivo. Junto a ellos un buen elenco de secundarios en el que destacan un divertido Geoffrey Rush y una impactante Judi Dench encarnando a la reina Isabel I.
John Madden realiza una dirección correcta y armoniosa, sabe llevar bien la batuta con la que sería su película de mayor éxito. El guión escrito a cuatro manos resulta muy digno. En un ámbito más técnico, la película destaca por una muy lograda ambientación de la Inglaterra del siglo XVI. Buenos decorados y buen vestuario para una gran ambientación, los responsables sabían que una película de este corte debía destacar en el plano técnico y así lo hicieron. La banda sonora de Stephen Warbeck tampoco desmerece para nada.
Con el paso de los años, Shakespeare In Love se ha ganado la odiosa etiqueta de película sobrevalorada. Esto es, en gran parte, debido a su abultada victoria en los premios Oscar de 1999. Y es que la película de John Madden recibió un total de 13 nominaciones de las cuales se llevó 7 premios, siendo una de las películas más laureadas de la historia. Una verdadera locura, puesto que aunque es una bonita y agradable película, 7 estatuillas de 13 posibles se antojan absolutamente excesivas para un film de su calidad. Podríamos pensar que aquel año no hubo demasiado nivel visto lo visto, pero la realidad es que había 3 películas muy superiores a la de Madden: La delgada línea roja, de Terrence Malick, que no se llevó ni un premio de 7 posibles. Salvar al soldado Ryan, que se llevaría 5 estatuillas, una de ellas para Steven Spielberg al Mejor director. Y La vida es bella de Roberto Benigni, que se alzaría con 3 estatuillas: la de Mejor actor para Benigni, la de Mejor película extranjera y la de Mejor banda sonora. La película de Madden saldría victoriosa de la gala con 3 premios técnicos que bien pudieron ser muy justos, y con 4 grandes premios de más dudoso merecimiento. Empezando por el de Mejor película, bastante injusto teniendo en cuenta que había 3 mejores que ella aquel año. Pero Harvey Weinstein, uno de los productores de la película, es un tipo implacable y poderoso. Con toda seguridad se ganó un buen puñado de votos promocionando la película durante la carrera por el Oscar, y es que en esa disciplina el mayor de los Weinstein no tiene rival. En la categoría de Mejor actriz Gwyneth Paltrow se alzó con la preciada estatuilla, algo menos chirriante puesto que no había un nivel excesivamente alto entre sus rivales, si acaso el fenomenal trabajo de Fernanda Montenegro en Estación central de Brasil. Judi Dench también ganaría el Oscar a la Mejor actriz secundaria por Shakespeare In Love, premio merecido en este caso. Finalmente, la película de Madden se llevaría también el premio de Mejor guión original por delante de La vida es bella, Salvar al soldado Ryan o la genial El show de Truman. Galardón excesivo teniendo en cuenta que había otras opciones más merecedoras del premio. En resumen, se podría afirmar que la abultada victoria de Shakespeare In Love en los Oscar le hizo ganar un buen puñado de detractores que no consideran que la cinta de Madden mereciese tanto premio. Independientemente de que pueda gustar más o menos la película, todos estamos de acuerdo en que no merecía ganar tantos premios ni recibir tanta nominación.
Premios aparte, lo justo es tratar a Shakespeare In Love como lo que es: una bonita y divertida película, agradable de ver y disfrutable. Puede que no mereciese una victoria tan apabullante en los premios de la Academia, pero eso no quita que la película sobre el más genial dramaturgo de todos los tiempos sea un film ameno, simpático de ver. Es mejor valorar a las películas por lo que son y por lo que transmiten que por los premios que gane, y Shakespeare In Love es una gran película con o sin 7 premios Oscar.