A la espera de que a finales de noviembre Disney estrene Frozen: el reino del hielo, la propuesta de dibujos animados para la cartelera española en este otoño viene de la mano de Dreamworks, la otra gran potencia tras Disney y Pixar. Si a principio de año el estudio traía a las carteleras españolas la historia de unos cavernícolas con una gran aversión al cambio, ahora le toca el turno a un caracol con serias ansias de ser el animal más rápido del mundo y competir en las 500 millas de Indianápolis. Sí, Turbo tiene un punto de partida algo bizarro si nos quedamos sólo con ese detalle. Sin embargo, el espectador menos avezado ya habrá supuesto que, en realidad, el trasfondo de la película es bastante más convencional: lucha por superarte, por perseguir y conseguir tus sueños a pesar de lo imposible que parezcan.
Turbo es un caracol aburrido de la monotonía de trabajar en una plantación de tomates. Su sueño es la velocidad. Un día, tras un peculiar accidente, cae en el tanque de óxido nitroso de un coche y adquiere supervelocidad. Es tan rápido como un bólido. Por avatares de la vida, él y su hermano acabarán unidos a otra pareja de hermanos humanos y Turbo demostrará de qué -nueva- pasta está hecho. Si una vez dicho esto creéis que sois capaces de adivinar el final, posiblemente estaréis en lo cierto. Sin embargo, la predicibilidad de Turbo no es óbice para disfrutar con otros aspectos. En el apartado visual, Dreamworks continúa con su buen hacer. El diseño de personajes es atractivo, en especial el de los caracoles tuneados. El mundo de las carreras queda reflejado con gran pasión y frenetismo. De hecho, el 3D ayuda al público a meterse en el entramado de las competiciones de alta velocidad y el espectador se siente cómplice del pequeño Turbo cuando éste acelera o se siente amenazado ante la inmensidad de los coches.
Que ésta es una película más enfocada para el disfrute de los más peques de la casa, es evidente con ese manido mensaje de “no hay nada imposible por muy difícil que parezca”. Los niños sabrán apreciarla mejor que los adultos. La mayoría de los personajes principales son muy simpáticos y el antagonista, el piloto e ídolo de Turbo, Guy Gagné, resulta lo suficientemente desagradable sin caer en el ridículo o el patetismo. Los niños se lo pasarán pipa con su humor blandito, las carreras y la moraleja final. Los grandes lo verán como un mero entretenimiento en el que lo más destacable es cómo está rodada la trepidante carrera en Indianápolis, los guiños a la saga de A todo gas y, en cuanto a la historia en sí, el paralelismo que se establece entre los hermanos caracoles y los hermanos humanos: un hermanito pequeño utópico y soñador y el mayor que le pone los pies en el suelo.
Esta película de David Soren – quien debuta en la dirección de largometrajes tras haber dirigido dos cortometrajes protagonizados por los animales de Madagascar – es una apuesta poco arriesgada en su mensaje pero que destila mucha más entrañabilidad de la que, a priori, ofrecía el tráiler. Cabe mencionar que, esas comparaciones con Cars surgidas de las malas lenguas tras ver las primeras imágenes de Turbo, no están nada justificadas ni en el apartado técnico y visual – desgraciadamente para Dreamworks, Pixar está un punto por encima – ni, sobre todo, en lo referente a su argumento.
Título Original: Turbo Director: David Soren Guión: Darren Lemke, David Soren, Robert D. Siege Música: Henry Jackman Distribuidora: Hispano FoxFilms Fecha de Estreno: 18/10/2013