Gravity – Salto al vacío | La Cabecita

El acontecimiento cinematográfico del año, una obra que marcará un hito en la historia del cine, un logro técnico sin precedentes, la unión del arte y el cine… calificativos similares definiendo a Gravity encabezan las críticas de los medios durante estos días. Halagos que inflarán las expectativas de la mayoría de espectadores como provocarán la desconfianza de ciertos círculos conscientes de la existencia de un universo cinematográfico emperrado en crear ‘hype’ con cada superproducción marcada en rojo en el calendario y que en muchas ocasiones no se corresponde a lo que luego nos encontramos en la sala de cine. Para los desconfiados, dejémoslo claro, todo lo que puedas leer/oír sobre Gravity, gustos al margen, no solo es cierto, sino que se le queda corto. Siempre, porque hace falta insistir y advirtámoslo desde ya, que uno la vea en las condiciones adecuadas. Hablamos de un caso que va más allá del polémico terreno que siempre son las descargas y la calidad de imagen: un visionado en un formato Blu-ray o en DVD probablemente permita apreciar la magnificencia técnica del trabajo de Alfonso Cuarón, pero difícilmente, sino imposible, podrá recrear la experiencia vivida en pantalla grande y con un 3D como Dios manda. Un formato tridimensional que engrandece una propuesta que no se basa únicamente en arrojar objetos al espectador, que también ocurre, sino que parte de un principio básico, plasmar la acción con el mayor realismo posible. Una montaña rusa donde el público vive su propio viaje emocional.

¿Pero qué es Gravity? Lo primero, no es una cinta de ciencia ficción pues se sitúa cronológicamente en el presente. Tampoco es un film de interacción de personajes al uso, puesto que las líneas de diálogo son escasas y uno de ellos queda apartado de la acción al poco de comenzar la película. Una buena forma de catalogarla es como un drama de supervivencia con una astronauta varada en el espacio que lucha por mantener su existencia en condiciones límite. Argumentalmente, en un inicio vemos a un grupo de astronautas dispuestos fuera de la nave que se encuentran reparando el telescopio Hubble, un trabajo aparentemente rutinario que se ve interrumpido cuando reciben el aviso de que un satélite ha colisionado contra una estación espacial ocasionando una reacción en cadena cuyos restos se dirigen hacia ellos. Lo brillante es que Cuarón ya nos ha presentado durante la secuencia inicial a sus personajes principales: Ryan Stone (Sandra Bullock), una ingeniera médica primeriza con apreciables problemas para realizar tareas básicas debido a su inexperiencia y Matt Kowalsky (George Clooney), veterano comandante con años de servicio que intenta imprimir seguridad a su nueva compañera; y el director mexicano lo hace con un espectacular plano secuencia (de los muchos que pueblan el film) que ya nos pone en situación ante la espectacular travesía que nos aguarda. Una avalancha de basura espacial destruyendo todo lo que se encuentra a su paso es el preludio de una experiencia adrenalínica, que no dará respiro al espectador hasta los créditos finales. Nos convertimos en Sandra Bullock: nos metemos en su traje de astronauta, nos ponemos el casco y sufrimos lo indecible como si nuestra propia integridad circulase paralela a la suya. Incomunicada de la estación de control de la misión en Houston, aislada de su nave tras el impacto, la doctora Stone queda apartada a su suerte en el espacio consumiendo sus escasas reservas de oxígeno a pasos agigantados debido a la ansiedad del momento. Es en esos momentos de indefensión y soledad donde las emociones se sienten a flor de piel, donde un recuerdo de pasado de la protagonista que en otro momento te resultaría forzado te provoca una empatía que te sale de las vísceras.

La clave del éxito de Gravity está ahí, en la narración en primera persona. De sentir la historia como si uno mismo fuese el protagonista. Es evidente que la película es un logro técnico de primer nivel, que se convertirá en una obra de relevancia, en una innovación tecnológica que pasarán años hasta que venga otro realizador y la rompa. Pero eso es efímero. Recordaré Gravity por la experiencia vivida en el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián durante el Zinemaldia. El de pasarme todo su metraje con la boca abierta, con el corazón acelerado, con sensación de que me faltaba el aire tanto como a la protagonista. Un subidón en toda regla en el que hay que alabar el trabajo de Sandra Bullock, una actriz que nunca me ha interesado lo más mínimo –ni cuando le regalaron el Oscar por hacer de mami adoptiva de un chavalón negro- pero que aquí ofrece un derroche físico y emocional como nunca habíamos visto antes. Algo que parte de la dificultosa concepción de rodaje de un mastodonte fílmico que ha necesitado años y años de planificación, para un trabajo interpretativo que en palabras de su director requirió de una disciplina, precisión y capacidad de abstracción fuera de lo común. Todo corre paralelo a su interpretación, porque si ella no convence la película no hubiera funcionado.

Definiendo nuevamente Gravity: Una obra maestra en el campo de la imagen y la experimentación de sensaciones. Un majestuoso todo que parte de la gestión visionaria de su director, quien desde ya debería ser conocido como el excelentísimo Don Alfonso Cuarón, y se plasma en pantalla con la excelsa fotografía de ese genio llamado Emmanuel Lubezki, un talento para la historia del cine –ahí quedará su trabajo en El árbol de la vida como testamento fílmico- acompañado por una magnífica banda sonora que pese a acaparar una presencia repetidísima en los medios no pierde su capacidad envolvente. Palabras bonitas y esplendorosas que únicamente describen algo que ya se podía comprobar en los tráilers. Lo que queda es lo vivido, en un ensamblaje perfecto que sustenta su actriz -que con estos cimientos quizá podría haber sido perfectamente otra, sí, pero ese hipotético resultado nunca lo llegaremos a conocer- pues George Clooney se ve relegado a un absoluto segundo plano. Somos acompañantes de lujo de una estupenda Sandra Bullock en 90 minutos de viaje físico y espiritual, una experiencia única e irrepetible siempre que uno la vea en 3D y en una buena pantalla de cine. Cualquier otro caso es mancillar una producción que sólo funciona cuando se mira del modo para el que se diseñó. Avisados quedáis.

Título Original: Gravity Director: Alfonso Cuarón Guión: Alfonso Cuarón, Jonás Cuarón Música: Steven Price Fotografía: Emmanuel Lubezki Intérpretes: Sandra Bullock, George Clooney Distribuidora: Warner Fecha de Estreno: 04/10/2013