Festival 4+1. Día 3. Crisis y apacolapsis | La Cabecita

Tercera jornada en el festival 4 + 1 dónde se abría la retrospectiva de Werner Herzog que nos permitió disfrutar de su versión de Nosferatu y del documental realizado sobre su relación con Klaus Kinski, Mi querido Enemigo. La retrospectiva terminará el domingo donde podremos disfrutar de Into the Abyss el último documental del realizador alemán. El día también vino marcado por la proyección de la nueva película de Johnnie To que arrancó la primera ovación en los cines Golem y que la posiciona claramente como una de las favoritas a llevarse el premio del público.

 

LA FOLIE ALMAYER

Akerman adapta la novela de Joseph Conrad, La locura de Almayer. En ella, un joven europeo se ve seducido ante la idea de un tesoro y aceptará casarse por codicia con una malaya a la que ni siquiera conoce. Tras vivir años en un matrimonio que es una completa mentira, todo se complicará cuando no le quede otra opción que mandar a su hija a un internado en Francia. Aunque la película arranca mucho antes, ya que Akerman tarda bastante en darle forma y decidir qué rumbo quiere tomar, la verdadera locura a la que hace referencia el título comienza con la vuelta de su hija a la selva malaya.

 

Si Almayer siempre se ha sentido fuera de lugar en un sitio en el que no es el suyo y que sigue gracias a la quimera de un tesoro que espera encontrar pronto, el hecho de mandar a su hija a Francia la produjo un hecho similar. A su vuelta culpa a su padre de haberla mandado a un sitio dónde era menospreciada por ser mestiza, pero lo que es peor, tampoco sabe dónde está su sitio. Deambula buscando un sentido a su vida, mientras su padre ve como ella se va a alejando y a la vez la idea del tesoro cada vez se ve más lejos sumiéndose por completo en la locura.

La virtud de Akerman a la hora de narrar la historia es acercarla al espectador de una manera cruda y realista, a base de planos larguísimos, escondiendo la cámara cuando es necesario, y acompañando a la imágenes del Tristan e Isolda de Wagner que acaba de darle el toque demencial a la historia. Su imagen final, un primer plano de más de dos minutos de un Stanislas Merhar que realiza una actuación colosal, ya acabado y llevado al límite de la locura consigue una fuerza hermética que resume a la perfección todo el viaje que ha llevado hasta ahí. Akerman cuestiona si el ser humano es capaz de adaptarse a cualquier situación, o el hecho de renunciar al mundo que conocemos puede llegar a arrastrarnos hasta lo más oscuro de nuestro ser.

NOTA: 7

 

VERANO

El cineasta chileno José Luis Torres Leiva venido del mundo del documental, presentaba su segunda obra de ficción. Rodada de una forma bastante inusual, grabada en VHS, para posteriormente volver a proyectar ciertas escenas y grabarlas con una cámara de 35 mm, le da por momentos un toque a la película que va de la nostalgia al screener. Pero más allá de esta curiosa técnica de rodaje, Verano es una película totalmente vacía y carente de alma.

Con pequeñas pinceladas el cineasta nos trata de llevar a un paraje chileno durante los meses de verano, la zona, parece ser que es muy distinta cuando el frío llega, pero mientras tanto tiene un tono cálido y agradable. A través de varias historias de personajes que deambulan por ese paraje el cineasta trata de transmitir siempre la presencia del periodo estival como la sensación más importante que surge a raíz de la película. El problema es que lo único que llega a transmitir con su fotografía amarillenta es la necesidad de echarse una cabezada, o mejor dicho, una siesta veraniega.

Leiva se muestra obsesionado por la maternidad, como si quisiera hacer del verano un retrato infantil. Pero lo hace de manera confusa (ni siquiera hay niños en la película, solamente madres), dejando que cualquier mensaje que quiera transmitir se vea totalmente eclipsado por su insistencia de captar la belleza del paisaje, algo bastante inútil si tenemos en cuenta que el método de rodaje no ayuda precisamente a captar la grandilocuencia de las imágenes. A los quince minutos deseas que el verano acabe, que una oleada de frío te lleven por delante. La sensación que se queda es que realmente te han intentado contar varias historias pero no han llegado a contarte nada, simplemente han conseguido aburrirte, con un producto incapaz de transmitir lo más mínimo, sin consistencia y sin narrativa. Un completo desastre que te hace querer huir despavorido de la sala, y no es de extrañar que a la hora de proyección más de media sala ya hubiera abandonado.

NOTA: 1

 

LIFE WITHOUT PRINCIPLE

Decía Stephen King que la clave para atraer al público hacia una historia era plantar una semilla, y dejar que en el transcurso de la narración esa misma idea fuera creciendo por si sola. Esto es precisamente lo que hace Johnnie To en Life Without Principle, el segundo acercamiento a la crisis económica en este festival. Pero poco tiene que ver esta película con la minimalista historia que contaba Rodrigo Plá y es que To monta un entretenidísimo y brillante thriller con historias que se ven afectadas por el día que la bolsa se desplomó en Grecia.

Casi sin que el espectador se entere la primera parte de la película se convierte en una lección de economía en dónde se nos explica a la perfección, pero de una forma fácilmente entendible, el funcionamiento del mercado de acciones. Algo que en cierto modo nos recuerda a lo que hiciera JC Chandor en Margin Call. A partir de ahí, To empieza a jugar a lo suyo, mafia, asaltos, investigaciones policiales o familias desestructuradas, haciendo de cada pequeña historia todo un universo rico en detalles. Historias que convergen en un thriller que resulta apasionante y que nunca baja el ritmo de la tensión.

La película aúna certeramente varios géneros, siendo una gran crítica social, pero sin olvidarse de la acción violenta (mucho más comedida de lo habitual), la comedia y por supuesto el drama que asola a todos sus protagonistas. El cineasta explora en la desesperación a la que el ser humano puede ser llevado en un momento en que se siente completamente agobiado. Llega hasta la mayor bajeza de todos, pero es capaz de justificar notablemente cada uno de los actos de sus protagonistas, por ruines que estos puedan llegar a ser. Al final todo acaba siendo cuestión de suerte, aunque para conseguir que esa suerte llegue haya que tirar los principios por la borda.

NOTA: 8

 

BELLFLOWER

La obsesión por un anunciado apocalipsis hace presencia en el debut en la dirección del también guionista y actor Evan Glodell. Bellflower nace a partir de una pequeña historia de amor, extravagante, radical y contemporánea, una historia de amor bellísima subidos en un Impala y con un tratamiento de la relación entre sus personajes que nos recuerda a obras como Like Crazy o Blue Valentine. Sus protagonistas son jóvenes irresponsables, preocupados más por vivir el carpe diem que por cualquier otra meta de un futuro que les parece inexistente. La meta de los protagonistas es estar preparados ante la llegada del apocalipsis construyendo un lanzallamas gigante y acercándose a la figura de Mel Gibson en Mad Max.

Pero posiblemente lo que menos podían pensar es la forma que tiene el apocalipsis de llegar a la cinta y de arrasar con todo. Lo hace a través del amor, un amor que Glodell narra desde su vertiente más oscura y enfermiza, sacando de él todo lo oscuro, arrancando por completo la idealización que está presente en el primer tramo de la cinta. El símil del apocalipsis y amor lleva a los protagonistas a la mayor de las locuras, una completa espiral de autodestrucción que arrampla con todo y que nace desde el momento en el que amor se ve arrancando con una fuerza estremecedora.

Bellflower nace como un retrato generacional que evoluciona hasta convertirse a una oda a la violencia que recuerda a la reciente Drive. La presencia del apocalipsis en la cinta se vuelve omnipresente, a través de una cuidadísima fotografía con cierto aroma vintage y que traslada una sensación de infierno desolado en la tierra al espectador, justo lo mismo que Verano pretendía pero no conseguía. Bellflower es una película pesimista y excesiva, unos excesos que lejos de perderse en ellos convierte en una de sus mayores virtudes.

NOTA: 8