

Después de cinco años de ausencia Andrew Dominik volvió a ocupar las líneas de la actualidad cinematográfica cuando estrenó Killing Them Softly en la Sección Oficial del Festival de cine francés por excelencia. Tras el éxito que supuso El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007) el director se tomó un larguísimo descanso, durante el cual dio forma a este drama criminal en el que vuelve a encontrarse con Brad Pitt, en un papel muy similar al de Jesse James y con el que ha conseguido impresionar de la misma manera. Dominik es ese tipo de director que se lleva cualquier película, de cualquier género, a su terreno, y las moldea de tal forma que cuesta despegar los ojos de la gran pantalla, probablemente Mátalos suavemente no será la mejor película que realice a lo largo de su carrera pero sí será recordada por su arrojo e inteligencia.

Dominik saca el máximo partido de cada cada plano y secuencia de Mátalos suavemente, y eso es lo que la hace tan especial. Desde los primeros minutos de metraje nos vemos sorprendidos por Scoot McNairy y Ben Mendelsohn, un tándem que dependiendo de la escena a algunos les vendrán a la memoria ciertos momentos memorables de Transpointting e incluso de Tarde de perros, y que sin duda se hacen con el filme durante la primera parte del mismo, con una evidente química que alcanza momentos de hilarante brillantez (el momento de la recortada es simplemente magistral) y evoca al humor negro de los Coen o Tarantino. El sonido de Killing Them Softly es uno de los aspectos que más impactará al público, por su crudeza y sencillez, por hacer del silencio el mejor aliado de una paliza en la que los golpes y el quebrar de los huesos llegan a erizar el vello, y por convertir la música de cassette en la banda sonora de muertes ralentizadas que explican a la perfección el título de la película. Los diálogos del filme merecen ser alabados aparte, ya que a pesar de que Mátalos suavemente no destacará por la complejidad de su guión (adaptación de la novela de George V. Higgins) Dominik ha logrado llevar a los asientos delanteros de un coche todo el genio que un cinéfilo necesita para sentirse realizado.
En el nuevo filme de Andrew Dominik nadie está por encima de los demás, todos, desde Brad Pitt hasta James Gandolfini, pasando por Richard Jenkins y Ray Liotta, están soberbios. Killing Them Softly es una película que a pesar de su violencia y la dureza de sus líneas de guión es fiel al singular lirismo de su director, que ha conseguido crear una cinta de gran impacto visual e irresistible humor. Y así, con la campaña electoral de 2008 como fondo, la película culmina con una frase que se recordará con el paso de los años y que, de momento, sirve de reflejo de aquella y de nuestra sociedad.