Curtido en la televisión y tras debutar en la dirección con el encargo de Fuga de Cerebros 2, Carlos Therón se (re)estrena en el cine con un proyecto de un carácter mucho más personal, dando el paso al largo del corto homónimo que él mismo firmó. Impávido se presenta como una divertida parodia de las películas inglesas de los años noventa, pero fracasa estrepitosamente en su propósito ya que la película se acaba tomando demasiado en serio a sí misma como para funcionar como comedia y lo que plantea acaba resultando tan estúpido y las situaciones acaban resultando tan forzadas y vueltas de rosca que tampoco se puede tomar demasiado en serio.
Rai es un tío con principios, cuando le cazan robando un coche no dirá una sola palabra de su acompañante, la mujer que ama, por lo que acabará en la cárcel. Allí conocerá a Manrique que le propondrá un negocio para cuando salgan de la cárcel, pero pronto se verá también mezclado en los asuntos de un peligroso mafioso llamado Mikima. La película arranca con Rai estrellándose con su coche y un montón de dinero, si en Magnolia hablaban del azar, aquí no se van muy lejos y sale la suerte a la palestra, ¿Existe la suerte o la inventó alguien de un mercadillo que quería vender patas de conejo? El camino de Rai para llegar hasta ese punto está lleno de casualidades, algo en lo que Therón enfatiza demasiado, el problema es que estas casualidades que podemos achacar o no a la suerte, acaban resultando excesivas, y tanta vuelta de tuerca acaba resultando excesivamente forzada e incoherente, y por mucho que se intente ensamblar el puzle, éste al final se acaba por desquebrajar.
Tampoco es que su guión sea un torbellino y es que aunque pretende ser bastante ácido y corrosivo todo se queda en la pura pretensión, si es cierto que en algún momento es capaz incluso de soltar algún chiste bastante lúcido, algo que con todo su exceso de verborrea bastante aburrida y fatigante acaba apareciendo como un oasis en medio del desierto. Y es que todo en Impávido acaba resultando excesivo y demasiado vertiginoso, abusando tanto de ese estilo videoclipero que acuñó Scorsese y Guy Ritchie terminó por pulir hasta niveles bastantes infectos. Therón acaba abusando también mucho de esto con un ritmo de montaje resultando incluso mareante y usándolo en ocasiones sin venir demasiado a cuento y montando alguna conversación con planos micro-cortos puestos unos sobre otros, algo que acabo observando con gran estupefacción sin saber muy bien cuáles son sus propósitos y rezando por que no haya nadie en la sala que pueda sufrir un ataque epiléptico, al menos no cerca mía.
Así las ideas de Therón se acaban yendo a la basura, lo que pretendía ser una parodia de un tipo de cine, acaba siendo la peor versión del mismo, algo así como una versión cañí de Lock and Stock, carente de cualquier tipo de identidad. Un Airbag totalmente descafeinado del que al final sólo se acaba salvando un estupendo reparto perfectamente elegido dónde destaca sobre todo un Nacho Vidal bastante desatado y con continua cara de mala leche. Lástima que todas las buenas ideas de Therón se vayan al traste y acaben por convertir a la película en una colección de despropósitos completamente insoportable.
Director: Carlos Therón Guión: Carlos Therón, Roberto Therón, Alfonso Aranda Música: Antonio Escobar Fotografía: Antonio J. García Interpretes: Julián Villagrán, Marta Torné, Carolina Bona, Manolo Solo, José Luis García Pérez, Victor Clavijo, Nacho Vidal, Pepo Oliva, Selu Nieto Distribuidora: Emon Fecha de estreno: 27/07/2012