No es país para viejos – Violenta y polémica historia que impulsa a unos Coen inéditos | La Cabecita

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Cuando los Coen se ponen serios una gran controversia recorre los cielos de medio mundo, porque exceptuando Muerte entre las flores prácticamente todos los proyectos de los hermanos que no tocan la comedia (negra) han creado un acalorado debate entre los fans más incondicionales y los que no han visto plasmado su peculiar estilo en dichos filmes. No cabe duda de que el cine de los Coen ha evolucionado mucho en los últimos años, El hombre que nunca estuvo allí (2001) puede considerarse un punto de inflexión en la carrera de este dúo cinematográfico, fue la última película en la que disfrutamos plenamente de ese subgénero que tan bien manejan y tanta gloria les ha dado. A partir de entonces, Joel e Ethan Coen maduraron, dejaron de lado su faceta cómica y centraron sus filmes en algo más que eso, aunque casi siempre dejaban algún toque lleno de comicidad en sus trabajos. No es país para viejos nos descubrió a unos hermanos totalmente diferentes a los que conocíamos, aquellos que nos conquistaron con El gran Lebowski o Arizona Baby.

Por segunda vez en su carrera Ethan acompañó a Joel en la dirección, la primera vez que trabajaron juntos detrás de las cámaras fue en Ladykillers y desde entonces no se han vuelto a separar. No country for old men consiguió inquietar a muchos espectadores, era extraño encontrarse con una película sin aparentes signos de comedia coeniana siendo de los mismos, pero quizá ésto suponía un paso hacia delante en la carrera de los hermanos, al explorar nuevos terrenos podrían evolucionar como autores. El resultado final dio lugar a copiosas discrepancias, muchos sentenciaron a los Coen calificando a ésta como su peor película y la más sobrevalorada y otros les aplaudieron por su exitosa osadía. He aquí la controversia del principio.

No es país para viejos da comienzo cuando Llewelyn Moss (Josh Brolin) encuentra una camioneta rodeada por varios hombres muertos. En la parte trasera hay un cargamento de heroína y dos millones de dólares. Cuando Moss coge el dinero, provoca una reacción en cadena de violencia, que la ley, representada por el desilusionado sheriff Bell (Tommy Lee Jones), no consigue detener. Moss intenta huir de sus perseguidores, especialmente del misterioso cerebro de la operación.

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No es para menos que lo más sorprendente y trascendental de la película fuese Javier Bardem, que desde la espectacular primera escena de la estrangulación deja patidifusos a los espectadores con su silenciosa crueldad e indeferencia, así se convirtió en el protagonista absoluto del filme, un ser vil y distante que con su peculiar apariencia apuntaba al éxito más inmediato, inconmensurable. Los Coen crearon a través de su figura a uno de los asesinos en serie más carismáticos y coreados de la última década, sus métodos eran tan fríos y escalofriantes como la propia película, a la que se la acusó de flemática y apática en su conjunto. El carácter de los personajes está muy bien definido y la destreza en la dirección de los hermanos consigue mantener en vilo al público que contempla atento tres historias cuyo hilo conductor a veces flojea pero que no deja de intrigar. Los Coen asombraron con unos angustiosos planos creando una atmósfera realmente inquietante que aguantaron muy bien las escenas de tensión. Además, el nulo empleo de música durante todo el metraje permitió lucirse a los técnicos de sonido, donde el silencio únicamente se rompía por el sonido de un pomo de puerta que salía disparado. Un verdadero ejemplo de cómo hacer cine.

La historia puede enganchar o no pero la adaptación que hicieron los hermanos de la novela de Cormac McCarthy dio lugar a alabanzas por ambos bandos, el cinematográfico y el literario. Destacar por igual la exquisita fotografía, las road movie nos regalan instantáneas inmemoriales en muchos ocasiones y aquí Roger Deakins (incondicional de los Coen) no fue menos. Originales y atrayentes también las grandes actuaciones de Josh Brolin y Tommy Lee Jones.

Es fácil darse cuenta de que esta película lleva el sello de los Coen, y aún habiéndose salido de los registros a los que nos tienen acostumbrados lograron conquistar a gran parte del público, marcando el filme con un estilo más reservado. No es país para viejos es una persecución a vida o muerte (literalmente) plagada de violencia y sangre fría que deja, además de una realización soberbia, escenas inolvidables protagonizadas en su mayoría por un asesino, con pelucón incluido, que la historia del cine recordará.