Ayer Steve Carell cumplió 49 años y James Cameron, director de Titanic o Avatar, 57.
Y hoy Sean Penn cumple 51 años y Robert De Niro 68.
Como ya dije en esta entrada haré un pequeño especial a Sean Penn, así que sin más dilación, comienzo con un repaso a su carrera.
Probablemente Sean Penn es uno de los actores más estables que conozco, desde que comenzó su carrera en 1981 con Taps, más allá del honor pocas veces ha bajado el listón, ni delante de las cámaras ni detrás. Adquirió su primer papel protagonista con relativa facilidad y después de Aquel excitante curso (1982) la fama empezó a llamar a su puerta con Bad Boys (1983). Probablemente hasta 1989 no consiguió dejar su nombre marcado en la memoria de los espectadores, fue de la mano de Brian De Palma en Corazones de Hierro, un drama bélico basado en la guerra de Vietman que conquistó a la crítica, y curiosamente sólo cuatro años después llegó otro gran éxito a su carrera con el mismo director, Atrapado por su pasado se convirtió en una de las mejores películas de la década y catapultó a Penn a la fama absoluta.
Por aquel entonces Sean Penn ya había trabajo con algunos de los más grandes del momento. En Adiós a la inocencia (1984) trabajó con Nicolas Cage, un año más tarde con Christopher Walken en Hombres frente a frente, en Colors: colores de guerra (1988) estuvo bajo las órdenes de Dennis Hooper. En Nunca fuimos ángeles Robert De Niro y Demi Moore estuvieron con el actor y El clan de los irlandeses supuso la concentración de actores como Gary Oldman, Ed Harris, John Turturro y John C. Reilly, toda una experiencia para hacerse alguien en esta industria.
En 1995 llegó su primer papel de Oscar, Pena de muerte emocionó a todos como ninguna otra de sus películas lo había hecho antes. Aquí demostró que su calidad no conocía límites y que en el drama se movía magistralmente. No se llevó el Oscar pero este papel le convertió en uno de los iconos más solicitados de Hollywood. Llegó Giro al infierno (1997), La delgada línea roja (1998) y Acordes y desacuerdos (1999), película de Woody Allen por la que fue nominada al Globo de Oro. La década comenzó con uno de los papeles más característicos del actor, y por el cual una servidora le conoció, por Yo soy Sam la nominación al Oscar volvió a llamar a las puertas del actor. Una actuación dificilísima que Sean clavó para conquistarnos así a todos.
También es verdad que en como toda carrera algunos de sus proyectos son para olvidar, Shanghai Surprise, Loved (Por Amor) y Algo pasa en Hollywood. A pesar de todo antes hablaba de estabilidad, su calidad si siguió viendo en 2008 cuando ganó su segundo Oscar por Mi nombres es Harvey Milk, un filme en el que hizo del primer político abiertamente homosexual, merecidísimo premio (aunque no niego que ver a Mickey Rourke con la estatuilla no me habría disgustado en absoluto). Destaco también Extraño vínculo de sangre y Hacia rutas salvajes (Into the Wild) como algunos de sus maravillosos trabajos como director.
A falta de que se estrene El árbol de la vida podemos afirmar sin ninguna duda que Sean Penn es un grandísimo actor, capaz de sentir cada una de sus películas con una intensidad inaudita. Una carrera llena de películas para enmarcar y no olvidar jamás y un hombre que todavía tiene mucho que decir a pesar de sus 51 años. Hoy es su cumpleaños y desde La Cabecita le deseo todo el éxito del mundo. ¡Felicidades grande!