Réquiem por un sueño – Obra maestra del cine independiente. Perfecta | La Cabecita

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Pocos autores consiguen dejar una huella imborrable en todos los géneros cinematográficos. Darren Aronosfsky es uno de ellos, comenzó con Pi (fe en el caos), y ganó el premio en Sudance al Mejor Director, ya había triunfado en el drama fantástico. Un par de años después llegó la que muchos consideran su mejor película, y la protagonista de hoy: Réquiem por un sueño, otro drama con la prostitución y las drogas de fondo en el que absolutamente todo está hecho con sumo esmero. A La fuente de la vida, un romance de ciencia-ficción que no se llevó muy buenas críticas, le siguió otra de sus obras maestras, The Wrestler, una historia de superación sobre una leyenda de la lucha libre que está acabado. Si se dudaba aún de su consagración como uno de los directores más grandes de la última década, el año pasado un thriller psicológico como Cisne negro consiguió maravillar a público y crítica, optando a infinidad de premios y entre ellos a cinco Oscars. Vale la pena recordar una carrera bañada de un estilo de calidad incuestionable.

Siempre con la etiqueta de cine independiente o película de culto Aronofsky ha sabido cómo hacerse un hueco en Hollywood. Una cosa queda clara de su cine, siempre cuenta historias de sacrificio, de lucha por los sueños, aunque a veces conlleve que te arrastren a la paranoia. Lo ha hecho a través de un ring, del ballet, de la televisión o de los números pero siempre ha estado presente, ¡y de qué manera!

En Réquiem por un sueño, Harry (Jared Leto) y su madre (Ellen Burstyn) tienen sueños muy distintos: el de ella es poder participar en su concurso de televisión preferido y por ello está permanentemente a dieta; la ambición de Harry y su novia Marion (Jennifer Connelly) es hacerse ricos vendiendo droga, para así montar su propio negocio, pero nunca consiguen el dinero suficiente. A pesar de todo, Harry y Marion no se resignan y harán lo inimaginable para conseguir la vida que anhelan.

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Con esta premisa se presenta un filme de un ritmo vertiginoso, al que Aronofsky ya nos acostumbró en Pi, pero que no nos deja de sorprender. La desesperación está retratada a la perfección, al igual que la demacración por las drogas. Soberbia la interpretación enloquecida de Ellen Burstyn (que le valió una merecedísima nominación al Oscar) y excepcional también la química de Connelly y Leto, todo ello hace de Réquiem por un sueño una obra completísima. Película para concienciar, para mostrar una realidad acongojante; dura pero necesaria, cuenta con astucia dos historias paralelas con finales que dejan igual de atónito. Filme para el recuerdo que todo amante del cine debería ver, concuerdo en que es su mejor obra a pesar de que de Cisne negro me pareció otra muestra de maestría.

Aunque tanto las interpretaciones como la historia son las piedras angulares de su portentoso éxito cabe destacar la majestuosa BSO de la película, probablemente una de las más transcendentales que haya escuchado jamás, compuesta por Clint Mansell no hace más que resaltar lo evidente. ¡Calidad pura y dura, amantes del séptimo arte!