Si hacemos una encuesta entre los americanos preguntando quien es el hombre más odiado de América, estoy seguro de que el nombre de Mel Gibson se repetirá con gran asiduidad. Y no sin motivo, sus apariciones borracho, cargando contra judíos, negros, homosexuales, latinos… no son para menos, su nombre iba desapareciendo de los proyectos y su carrera quedo casi muerta.
Pero lo que no se puede negar es que Mel siempre ha sido buen actor, pero cuando la lías así es normal que no se quiera trabajar contigo, así que el bueno de Mel llamó a su amiga Jodie Foster (mucho mejor actriz que directora) y entre los dos prepararon una marcianada diseñada para el lucimiento del actor.
El problema es que no siempre lo que bien empieza bien acaba, y esta película es un claro reflejo de ello, la película va perdiendo interés al mismo ritmo que la locura de su protagonista va in crescendo, y se acaba desinflando en su tramo final.
Tampoco ayuda demasiado la historia que protagoniza el hijo del protagonista, y es que pese al buen hacer Anton Yelchin y Jennifer Lawrence (Convertida en nuevo ídolo sexual desde los pasados Oscars), no hay nada que consiga levantarla, resulta vacía y sosa.
Al final la película queda en lo que esperábamos, un gran recital interpretativo de Gibson, que sin ser una gran película, no llega aburrir durante su escasa hora y media. Los secundarios están todos a la altura y no se quedan atrás, a parte de los mencionados Anton Yelchin y Jennifer Lawrence, tenemos a una Jodie Foster que además de dirigir se reserva un papel bastante duro como esposa del protagonista, y esta tan magnífica como siempre. También destaca en un pequeño papel Cherry Jones, recordada por los fans de 24 por ser la presidenta Taylor.