Corría el año 1986 cuando Top Gun despedía su paso por salas coronándose como una de las películas más taquilleras de la década. Pese a la gran acogida que tuvo por parte del público, la cinta de Tony Scott no suscitó el mismo entusiasmo entre los críticos de la época, quienes señalaron que la mayor parte del metraje no estaba a la altura de sus trepidantes escenas aéreas.
Sin embargo, cuatro merecidas nominaciones a los Oscar, un arrollador éxito en formato doméstico y el cariño de toda una generación de espectadores que alguna vez fantasearon con pilotar un F-14, consolidaron a la película como un clásico indiscutible de los ochenta. Treinta y seis años después, Top Gun: Maverick llega para reconciliar a la saga con la crítica y cimentar, de una vez por todas, su legado.
Al igual que en el mundo real, en esta segunda entrega han pasado más de 30 años desde los acontecimientos de su predecesora. Forjado como uno de los mejores aviadores de la Armada, Pete “Maverick” Mitchell (Tom Cruise) aprovecha su posición como piloto de pruebas para seguir surcando los cielos a sus anchas. Esta aparente tranquilidad se verá interrumpida cuando un ascenso indeseado le lleve de vuelta a Top Gun, donde tendrá que entrenar a un grupo de jóvenes pilotos para que consigan salir con vida de una arriesgada misión.
La situación se tuerce aún más cuando Maverick descubre que el teniente Bradley “Rooster” Bradshaw (Miles Teller), hijo de su difunto amigo y compañero de altos vuelos Nick “Goose” Bradshaw, es uno de los pilotos a los que deberá instruir. Conforme se nos presenta a Rooster y al resto del equipo, no tardaremos en darnos cuenta de que, al contrario de lo que ocurría en la primera entrega, aquí sí hay un claro interés por ahondar en los protagonistas de la historia que se nos va a contar.
Sin ir más lejos, en la cinta original, la secuencia de despedida de Goose (Anthony Edwards) quedaba atropellada por una incomprensible desgana a la hora de detenerse en los aspectos emocionales de la trama para pasar rápidamente a la acción. Por el contrario, los responsables de Top Gun: Maverick se encargan de que este hecho (y muchos otros) que igual no dejaron mella sobre nosotros entonces, consigan calarnos ahora.
Además de Miles Teller, Jennifer Connelly se suma a la franquicia como Penélope “Penny” Benjamin, el nuevo interés amoroso de Maverick. La pareja derrocha una química que poco o nada tiene que envidiar al tándem formado por Cruise y Kelly McGillis en la original, incluso cuentan con su propio hilo conductor musical: el tema “Hold My Hand”, compuesto por Lady Gaga expresamente para la función. Aún con todas las papeletas para posicionarse como favorita a Mejor canción original en los Oscar del año que viene, la canción es probablemente uno de los pocos aspectos en los que la secuela no consigue superar a la original y su inolvidable “Take My Breath Away” de Berlin.
Dado el equipo que hay detrás del proyecto, con Christopher McQuarrie (director de las dos últimas entregas de Misión Imposible) entre el trío de guionistas, y Joseph Kosinski (responsable de Oblivion y Tron Legacy) en la silla de director, se podría pensar que esta secuela nace con el único propósito de reforzar el estatus de Cruise como leyenda del cine de acción contemporáneo. No obstante (o incluso si aún ese fuera el caso), lejos de salir del paso entregando un producto meramente solvente, hay un compromiso por pulir todas aquellas áreas en las que Top Gun hacía aguas y regalar al espectador un blockbuster de calidad.
No solo hay renovado interés por el factor humano del film, también hay un refinamiento en la forma de rodar las secuencias aéreas. Nos encontramos con una película más centrada en la que se explican minuciosamente los detalles del plan que se va a llevar a cabo, en qué consisten las pruebas, maniobras y ejercicios que realizan los pilotos, e incluso lo que puede salir mal durante su ejecución. Todo ello, otorga al conjunto de una veracidad que nos lleva a preocuparnos por los protagonistas una vez alzan el vuelo.
Pero no todo va a ser suplir las carencias de la cinta original. Si algo está claro es que Top Gun se convirtió en un clásico del cine por méritos propios y, por tanto, hay muchos aspectos que se deben recuperar para esta nueva entrega. Lo notaremos sobre todo en el humor, la estética videoclipera y su ochentera banda sonora.
Al igual que otras “películas altar” o “recuelas”, esta secuela tardía también viene cargada de grandes dosis de nostalgia. Lo cual no es de extrañar dado que su director es el responsable de la obra que desencadenó la moda de este tipo de producciones a principios de la década anterior, Tron: Legacy (2010). Dicho esto, la película está lo suficientemente bien contextualizada como para que los que no hayan visto la anterior no se sientan perdidos viéndola, aunque hay algún guiño que hará que los fans de la original la disfruten aún más.
Con dos sagas revitalizadas a sus espaldas, Kosinski viene a desmontar aquello de “segundas partes nunca fueron buenas”. Es más, sin ánimo de querer faltar al trabajo de Scott, se podría decir que Top Gun: Maverick es tan redonda que a su lado la original parece un preámbulo de dos horas rodado como excusa para poder hacer esta.
En definitiva, Top Gun: Maverick es un espectáculo aéreo rebosante de frescura y digno de ser disfrutado en pantalla grande, con secuencias de infarto (el tercer acto dejará sin aire a más de uno) y un Tom Cruise en plena forma. Ya nadie volverá a poner en duda la huella de Top Gun en la historia del cine.
Crítica escrita por Fran Medina
Título original: Top Gun: Maverick Director: Joseph Kosinski Guión: Ehren Kruger, Eric Singer, Christopher McQuarrie Música: Harold Faltermeyer, Hans Zimmer, Lorne Balfe Fotografía: Claudio Miranda Reparto: Tom Cruise, Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Glen Powell, Ed Harris, Val Kilmer, Lewis Pullman, Charles Parnell, Bashir Salahuddin, Monica Barbaro Distribuidora: Parmount Pictures Fecha de estreno: 27/05/2022