Personal Shopper – Duelo de opiniones | La Cabecita - Part 2

En contra

Personal Shopper tuvo una recepción bastante diferenciada en la pasada edición del Festival de Cannes. Por un lado los que adoran su, sin duda, desafiante propuesta y por otro los que no nos tragamos nada (pese a sus malas críticas en Cannes la película ahora se la recibe como una obra de culto casi) Una película desafiante y diferente, como es sin duda la que me dispongo a reseñar, siempre da de que hablar y eso se agradece. La protagonista, una joven francesa encarnada con falta de ganas por Kristen Stewart, padece el dolor por la pérdida de un ser querido que incrementa una crisis personal que despierta los fantasmas interiores generando la imposibilidad de saber quien es uno o quien, o qué, son los fantasmas que atosigan su alma. Todo esto, sumado a una depresión laboral, incrementa un estado de desconcierto que supuestamente “denuncia” la crisis de identidad de los jóvenes contemporáneos que aceptan trabajos que los hace invisibles aunque den dinero.

La complejidad de la historia en realidad resulta impostada y muy poco interesante ya que la película cuenta con metáforas muy obvias y millennials (tan de moda, desconozco el motivo, este año), como un fantasma que se comunica por whatsapp, masturbaciones en camas de famosos siendo “nadie”, levitaciones o no distinguir entre la realidad y la ficción. En realidad, Assayas, que es un gran director como ya ha demostrado en sus anteriores trabajos, no cuenta nada nuevo sino que disfraza su obra con  tramas “estéticas”, sin pensar en su guión, y “toma prestadas” referencias de películas como Repulsión, Narciso negro u Opening night para lograr un misterio psicológico que más que resultar enfermizo resulta ridículo y demasiado pausado (por no decir aburrido). Comprendo sus, bastante evidentes, metáforas y lo que el director desea transmitir con esas escenas oníricas y nocturnas con más inteligencia estética que inteligencia narrativa pero, estas, se ven a kilómetros con un disfraz que solo puede calificarse como un viaje aburrido a la mente de una personaje mal tratado por su creador.

Este terror paranormal se ve inmerso en una degradación moderna del genero que cuantifica más, de manera artificial, la falsedad en cuanto a la autoría real bastante más que el esfuerzo por llegar a una naturaleza propia del universo en el que transcurre la historia. En realidad el mundo de Assayas se encuentra demasiado encerrado en su propia mente y muy poco en el mundo que podría llegar a haber sido aunque, como llevo insistiendo desde el comienzo, la historia me parece “mala” con pomposidad estética, deficit de pilares narrativos sólidos y sobre todo mucho sentido del ridículo, por lo que es difícil que una mala historia encuentre una buena adaptación, especialmente cuando el guionista y director son la misma persona. Sin que decir de la relación entre la profesión de su protagonista, una personal shopper depresiva, y la historia de fantasmas no tienen un hilo narrativo en el que una trama desemboca en la otra de manera resistente o, como debería ser, resulte la conclusión lógica de otra lo que la hace vacía, incluso gratuita,y de una reflexión imposible de encontrar. Personal Shopper se convierte así en una película que se disfraza de profunda, con demasiadas intenciones de ser una obra maestra (tanto que se olvida de ser buena) y con una falta de personalidad, y sobre todo tensión, que la hacen plomiza, obvia y descaradamente millennial.

Algo parecido a lo que sentí al ver La piel que habito, película que defendía un argumento estrafalario y que disfrazaba de terror psicológico aquello que solo se puede calificar como risible o de vergüenza ajena, fue lo que sentí al ver en la pasada edición del SEFF la esperada propuesta de Olivier Assayas, quien me dio esa terrible sensación que rara vez uno tiene en una sala de cine y es aquella en la que la historia es absurda pero con pretensiones de profundidad y autoría cuando en realidad es caprichosa y gratuita. Espero que Assayas deje de intentar dirigir obras maestras e intente dirigir buenas historias y, solo así, crear buenas películas. Personal Shopper es, en conclusión, un perfecto ejemplo de como fusilar una historia que se estrena en cines sin haberla trabajado ni la mitad de lo que se debería o si realmente merecía la pena ser contada en dos interminables y pedantes horas.

Crítica escrita por Carlos Fernández

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