Ninguna de las tres películas del director Jean-Marc Vallée que he visto me han gustado especialmente, aunque tampoco he creído en ningún momento que sean unas malas películas. Tanto Alma Salvaje como Dallas Buyers Club tienen un efecto de atracción al inicio, pero en ambas se va desinflando a medida que sigue la película hasta su final. Este esquema pasa factura también en su película más reciente y, posiblemente, la peor de las tres, Demolición.
Davis Mitchell (interpretado por Jake Gyllenhaal) es un hombre de negocios acomodado que ha de sufrir la muerte repentina de su mujer en un accidente de coche. A diferencia de lo que se espera, su reacción se convierte en algo positivo, y siente una liberación para poder ser quién es en realidad y para remodelar su vida al completo. Algo escondía la película que me llamaba tanto la atención, quizás era una premisa bastante diferente a la que se le puede dar mucho juego o que simplemente saliese Jake Gyllenhaal. Lamentablemente, solo uno de esos dos motivos cumple durante toda la película, y es el actor, quién da luz propia a un personaje que cada vez se vuelve más y más previsible cuando debería ser, al contrario, teniendo en cuenta de qué tipo de personaje estamos discutiendo. Gyllenhaal brinda una de sus actuaciones más naturales y hace que, una vez llegados a la mitad, no queramos apartar la vista de la pantalla. Aun así, Naomi Watts, que nos tiene acostumbrados prácticamente siempre a dar papeles magníficos, no puede aportar nada más que su mera presencia para un personaje sin condimento.
Siendo el actor principal el punto fuerte de la película, el guion es el más flojo de todos. Rescatando lo comentado en la introducción de la crítica, algo ocurre con este director, aunque viendo la opinión popular seguramente sea más una manía personal que tenga con él, pero es curioso descubrir que el patrón a seguir de sus películas sea el siguiente: un inicio que capta la atención al 200%, con una clara y muy buena presentación de personaje y un transcurso del guion bastante bien llevado con, además, recursos interesantes de montaje y planteamiento narrativo. Después de eso, la película va de capa caída, cada vez es más previsible, más monótona, tiene menos gracia, pierde garra y la distancia de confianza entre film y espectador se va alejando más y más, hasta ser un público distante con las historias “humanas” que quiere transmitir. Demolición plantea una gran primera parte de renovación personal y del descubrimiento de la vida como antes no la había experimentado el personaje, sumado a un planteamiento rítmico sobre la temporalidad muy bien hecho. Una vez el personaje ha evolucionado hasta la cúspide, todo ápice de creatividad se estanca y se derrumba aquellas buenas intenciones que se captaban desde un principio. Adiós al interés por descubrir el personaje de Naomi Watts, adiós a la gracia de ver a un protagonista avanzar de forma personal, adiós a las buenas ideas, pues desde el momento en el que “se hace la luz” para el personaje (literalmente se iluminan las bombillas, un recurso muy chustero), todo va cuesta abajo, sin frenos. Desde los flashbacks forzados y exageradamente recurrentes hasta los puntos más vacíos de intención creativa en pro de lo fácil, solo el actor principal cumple durante lo que resta de película.
No obstante tener un Jake Gyllenhaal en estado de gracia, Jean-Marc Vallée no lo aprovecha y se estanca, cayendo una vez más en el recurso fácil. Demolición pasa con más pena que gloria por la experiencia del espectador.
Ficha técnica:
Título original: Demolition Director: Jean-Marc Vallée Guión: Bryan Sipe Música: Susan Jacobs Fotografía: Yves Bélanger Reparto: Jake Gyllenhaal, Naomi Watts, Chris Cooper, Polly Draper, Wass Stevens, Judah Lewis, Stephen Badalamenti, Zariah Singletari, Alfredo Narciso Distribuidora: Flins y Pinículas Fecha de estreno: 01/07/2016