St. Vincent – El día que Bill Murray me salvó la vida | La Cabecita

ST. VINCENT

Era una mañana difícil. Esa noche había dormido poco y tenía que pegarme una madrugada criminal para llegar a Madrid a tiempo para el pase que tenía. St.Vincent era la película. Lo cierto es que el cartel daba una idea poco esperanzadora. Tres cabezas flotantes sin más y una especie de halo divino sobre la cabeza de Bill Murray, nada nuevo sobre el horizonte. Además, que ninguna de las actrices femeninas que lucían busto en el póster me llamaba mucho la atención. Pero eh, me dije, es Bill Murray y como buen creyente has de tener fe en él. Si soy brutalmente sincero tenía miedo de quedarme dormido cuando empezara la película. Últimamente el día a día es arrollador y los quehaceres rutinarios me superan por momentos. Como llegué pronto y sin desayunar, me pude sentar en una buena butaca, centrada, ni muy cerca ni muy lejos. Y me puse a pensar en mis cosas. A dar vueltas a lo que tenía que hacer esa tarde y a lo que debería estar haciendo en ese momento para para no ser un fracasado y que, claro, no estaba haciendo. Giré la cabeza hacia atrás y eché un rápido vistazo por si conocía a alguien a quien poder saludar. Todo postureo porque creo que solo conozco a dos chavales que pudieran aparecer ahí. Como era de esperar, no estaba ninguno.

Pero  entonces, cuando me vuelvo a colocar cómodamente en mi asiento, tengo a un señor sentado a mi derecha, en la butaca de al lado. Debo aclarar que tengo una manía enfermiza a que se me siente alguien que no conozco a mi vera. En ocasiones, como cuando la sala se llena y eso, me mentalizo porque no queda otra, pero cuando está más de la mitad del aforo vacío y, con un universo de infinitas posibilidades, llega un tipo y se me sienta al lado, me revienta. Disimuladamente eché un ojo al personaje en cuestión mientras me planteaba si sería muy cantoso y grosero que me cambiará un par de butacas hacia mi izquierda, para guardar las distancias. Mejor me espero a cuando se apaguen las luces y me cambio disimuladamente, pensé. Pero entonces me doy cuenta de que mi amigo el invasor del espacio personal me suena de algo. De hecho, me suena un montón. Ostias, me dije, pero si es Bill Murray. Tal cual. Bill Murray himself sentado a mi lado. Lo primero que hice fue controlarme y contener el entusiasmo. Pero supongo que mis ojos de niño de ocho años viendo Los Cazafantasmas por primera vez me dejaron vendido. Bill me debió de pillar mirándole y me preguntó que qué película ponían. Qué tío. Me hice un poco el loco al principio pero luego empecé a hablar con él. Lo cierto es que imponía respeto. El tono huraño que va a juego con su aspecto de cascarrabias me hizo plantearme que podía llevarme una decepción. Pero nada de eso. Por alguna razón, Bill me había elegido a mí para ser mi guía espiritual esa mañana.

ST. VINCENT

Me estuvo contando cómo era su vida, su rutina y las cosas que hacía e imaginaba para alejarse del resto de actores con pasta. Para eso y para no aburrirse de hacer siempre lo mismo. A priori y, por lo que me contaba, su vida era un caos de aúpa. Tenía deudas, pocas amistades, bastante mala suerte y una desidia flipante hacia todo. Pero no tardé en poder escarbar un poco más en su mente y descubrí a un tipo maravilloso. Un tipo que, además de tener un talento que ya quisiera yo, es una persona de esas que dejan huella. Que todas sus aventuras que la gente recoge en http://www.billmurraystory.com/ son ciertas y que disfruta haciendo cameos en vidas ajenas, solo por la ilusión que despierta. Desde luego, me dejó fascinado con su peculiar forma de ver el mundo y me demostró que merece la pena conocer a las personas lo más a fondo que te permitan porque, a veces, puedes encontrar algo especial de verdad. Que de cosas me contó. Me dejó sin habla. Hasta me emocionó un par de veces. Si es que hasta las chorradas más típicas sonaban nuevas al estar protagonizadas por él. Y yo creo que su sola presencia motiva a la gente que le rodea y les deja en muy buen lugar. Si no que le pregunten a Naomi Watts, Melissa McCarthy o Jaeden Lieberher, ese pequeñajo de gran talento.

El caso es que se me fue la mañana. Estaba tan alucinado con Bill que, cuando me di cuenta, ya salían los créditos finales. Antes de irnos cantó una canción de Bob Dylan, Shelterfrom the Storm. Eso también estuvo bastante bien. Cuando se encendieron las luces Bill ya se había ido. Es lógico, no querría llamar mucho la atención. Pero qué suerte la mía ¿eh?… Para los menos avispados, en realidad solo vi la película. Y me pareció estupenda. Muy Bill Murray. No quiero obligar a nadie, pero si yo fuera tú, iría a verla. A lo mejor te encuentras con Bill y te alegra la semana, quién sabe. Yo he quedado esta noche con él para ir a un Karaoke, que le gustan mucho esas cosas.

4_estrellas

Ficha técnica:

Título Original: St. Vincent Director: Theodore Melfi Guión: Theodore Melfi Música: Theodore Shapiro Fotografía: John Lindley Reparto: Bill Murray, Melissa McCarthy, Naomi Watts, Jaeden Lieberher, Chris O’Dowd,Terrence Howard, Selenis Leyva Distribuidora: eOne Films Fecha de estreno: 12/12/2014