La tiranía de Disney | La Cabecita

Devil Mickey

Debo ser de los pocos que siempre confió en Disney desde un principio, lo hice cuando compró Marvel y después cuando compró Lucasfilms. Más allá de que se pudiera estar o no de acuerdo con la compañía del ratón, pocas pegas les podemos encontrar a lo largo de sus casi cien años de historia. Sí, siempre se le ha asociado con una marca tiránica, una marca que tenía el control sobre todo, pero estas prácticas cada vez eran menores, y se sentía como que Disney sólo había comprado estas dos compañías para hacer caja. Y siendo justos, hasta ahora, las cosas parecían ir sobre ruedas, Marvel sigue produciendo grandes películas en ese mastodóntico proyecto que no tiene comparación a lo largo de la historia del cine. La nueva saga de Star Wars parece haber empezado con el mejor de los pies y como ya dije hace unas semanas, hasta los que se quejaban de que se realizara una nueva saga (una nueva saga que siempre estuvo en las intenciones de George Lucas, aunque finalmente haya decidido no formar parte de ella), tuvieron que cerrar la boca cuando vieron que los nombres que se habían fichado para formar parte de ella, eran dignos de confianza.

Pero por un lado y por otro, Disney empieza a mostrar su tiranía. Primero ayer confirmó por fin el nombre del director que se encargará de Ant-man, un tipo llamado Peyton Reed cuya carrera está llena de medianías. No voy a poner quejas al respecto del trabajo que pueda efectuar Reed, porque otros directores sin demasiada carrera a sus espaldas han sabido desenvolverse bien en el súper-proyecto de Kevin Feige. El problema viene principalmente de ese despido de Edgar Wright por diferencias en la visión del proyecto (un guión que ahora, a un año del estreno, reescribirá Adam McKay). Ant-man era una película de Marvel, desde luego, pero también era un proyecto muy personal de Wright que se había implicado en él durante ocho años. En tanto tiempo, y hablando de cerca con Joss Whedon, el cual se solidarizó con su despido, dudo mucho que Wright no hubiera manejado las cartas para que Ant-man hubiera conectado perfectamente con el resto del Universo Marvel, único motivo por el que sería lógico que el estudio metiese las narices. Parece que lo que no ha convencido demasiado ha sido el tono amoral de la historia de Wright, haciendo que el protagonista fuera un ladrón. Todo este tema, por desgracia, recuerda mucho cuando Disney metió las zarpas en Brave despidiendo a Brenda Chapman a mitad de su propio proyecto por el tono feminista de la misma, y todos sabemos que aquello acabó fatal.

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Pero aún más escamoso es lo que han realizado con Los 4 fantásticos. No voy a negar que mis mayores deseos son que FOX acabe por no hacer una película a toda pastilla por el único motivo de mantener los derechos, y que prefiero que estos acaben recayendo en Marvel los cuales, seguramente, acaben produciendo una película mucho mejor. Pero lo que está haciendo Disney para conseguir que esto ocurra es puramente una tiranía. Más que un estudio de cine, sus movimientos están siendo prácticamente una maniobra militar. Primero atacó a la filial de comics de la casa de las ideas. Con la compañía a punto de cumplir sus 75 años, ha dado la orden de retirar cualquier colección sobre la primera familia de Marvel, sí, cuatro de sus personajes más icónicos dejarán de tener su propia cabecera, con el único motivo de no potenciar la publicidad a la película. Por supuesto, esto no era suficiente, y el gran golpe sobre la mesa lo han dado esta semana fichando a Josh Trank para dirigir uno de los spin-off de Star Wars.

El motivo del fichaje de Trank no se debe a su currículum, Chronicle era una película bastante floja. Si no sencillamente a apartarle de la producción de Los 4 fantásticos. Y la verdad, es que este es un movimiento que realmente hace preocuparse por la carrera de Trank. Tuve la oportunidad de hablar con este joven director cuando vino a España a presentar su primera película, si algo sorprendía en él, es una sencillez pasmosa, la de ser un director cuya cultura proviene del fandom, de los videojuegos a las películas de ciencia ficción, así lo expresó él mismo. Ofrecerloe a un director tan joven un proyecto como Star Wars, es un caramelo que sabían bien que no iba a rechazar. Pero uno, no puede evitar en casos similares como el de Kevin Smith en los años 90.

Thor Goofy

Recapitulemos un poco, Kevin Smith era un tipo nacido de la cultura del cómic, un hombre con un talento alucinante que se había hipotecado entero para producir su primera película, una comedia en blanco y negro llamada Clerks y que sorprendió a todos por ser, sencillamente, la mejor comedia americana de los años 90. Tras Clerks, Smith empezó a tener más libertad, realizó Mallrats y Persiguiendo a Amy lo que lo colocaron en el punto de vista de todo el mundo, era uno de los guionistas más talentosos que había dado el cine en mucho tiempo. Con Warner ansiosa de relanzar Superman, le ofrecieron un proyecto que por supuesto Smith no sólo aceptó, si no que se implicó en él hasta la médula. Las imposiciones de Warner hicieron que el realizador no sólo abandonase el proyecto, si no que el propio estudio aparcó el proyecto. Smith, un tipo que había luchado por ser quién era, consiguió todo lo que un chaval podía soñar, le quitaron el caramelo de las manos, y esto marcó su carrera. No hemos vuelto a ver al Smith de sus tres primeras películas, y en cambio, nos encontramos con un cineasta que daba la sensación de que se había desilusionado con el cine, no fue aquello que soñaba durante sus tres primeras películas. ¿Le ocurrirá esto mismo a Trank? Desde luego que el cineasta debería andar con pies de plomo.

¿Empezará la caída de Marvel? ¿Cómo se desarrollará Star Wars? La verdad es que confiábamos en Disney, pero todo esto nos hace inevitablemente pensar en el momento de la compra de Pixar. La compañía de John Lassetter estaba pasando por su mejor momento, pero Disney, ávida con hacerse con ella, amenazó con producir una tercera entrega de Toy Story 3, finalmente cedieron y acabaron en Disney, que por supuesto les dieron total libertad con esta secuela cuyo resultado fue fantástico. Pero a partir de ahí, los problemas de Pixar empezaron a crecer, además de los mentados problemas de Brave, la compañía ha producido dos secuelas bastante flojas, y que hace pensar en que aquellos fantásticos años de películas como Ratatouille, Wall·E y Up quedan demasiado lejanos. Querida Disney, hagan las cosas bien, dejen de meter las narices dónde no les llaman. Tienen a mucha gente ilusionadas con sus múltiples proyectos, y una buena tanda de profesionales que saben cómo no desilusionar. Esperaremos los resultados, pero el pánico empieza a aparecer.