Fargo (2014) – Hielo blanco, humor negro | La Cabecita

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Hoy en día estamos inmersos en una época dorada en cuanto a series de televisión se refiere. El estado de gracia parece haberse adueñado de actores, guiones, ideas, productores y un largo etcétera, e incluso aquellos que echamos de menos a Twin Peaks o Los Soprano no podemos sino rendirnos a la inmensa calidad que desprenden trabajos de aquí y allá, de casi cualquier género (y de muy variadas procedencias). En este marco incomparable ha aparecido Fargo, (bastante libre) adaptación de la película homónima que los hermanos Coen escribieron y dirigieron en los 90, cinta que fue un gran éxito obteniendo dos Óscar (a Mejor actriz por una espléndida Frances McDormand y a Mejor guion) y que ha sido producida y escrita para la televisión por estos mismos autores, que sin duda han impuesto su sello. Pero no son los únicos.

Y es que Fargo bebe de muchas fuentes. Si True Detective recordaba en su uso de los paisajes y  atmósfera a Twin Peaks, Fargo hace lo propio con los personajes. En ambas series tenemos unos personajes muy límite, si bien en ésta impera el humor negro mientras que Twin Peaks nos propone un viaje más misterioso y místico, pero los protagonistas son antológicos y sin duda son el principal fuerte de la obra. Quizá el mejor (y sin el «quizá» también) es Billy Bob Thornton que encarna a Lorne Malvo, una suerte de sicario que da pie a los imposibles acontecimientos de la serie. Billy Bob Thornton no está bien, está increíble. El suyo es un personaje bestial, un malo (malísimo) sin ninguna motivación para serlo más que disfrutar creando el mal y que tiene sin duda los mejores momentos, frases y situaciones de toda la serie.

No me olvido también de la protagonista, Molly, tan tierna e inteligente como era Marge, su álter ego de la cinta de los Coen y que en este caso está interpretada por una fantástica e inédita Allison Tolman. El tercero en discordia es Lester, al que Martin Freeman se encarga de dar vida y sobretodo de construirle como es, un personaje repelente y patético. Están los tres brillantes.

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Por suerte los puntos fuertes de Fargo no terminan aquí y es que podríamos citar su segunda fuente de inspiración en Breaking Bad. Obviando que aparece Saul Goodman reconvertido en un jefe de policía, lo que realmente aparece de la obra maestra de Vince Gilligan en Fargo es en el tratamiento del humor negro. Ambas series son negrísimas y aunque esta es menos dura que Breaking Bad, en cierto modo, las situaciones y los personajes (como la pareja de matones) nos trasladan inevitablemente a Albuquerque. Si me apuráis incluso se ven similitudes entre Walter White y Lester Nygaard, básicamente en cómo una situación límite llevará a estas personas a hacer actos que no pensarían que llegarían a realizar.

Todo esto está condensado en 10 capítulos, y, desde aquí, agradezco estos formatos, perfectos para historias de este estilo (hemos tenido otro muy buen ejemplo este año en True Detective) que hacen que el espectador nunca pierda la intriga y el interés. Quizá puede parecer que la historia del Fargo original está muy alargada pero debo recordar que ambas tienen en común algunos personajes y parte de la idea de la historia, pero en el fondo lo que cuentan es bastante distinto; el mayor nexo común es el tono y la atmósfera que se ha sabido captar a la perfección (quizá en parte por lo involucrados que han estado los hermanos Coen) y que hace de ésta una serie bastante singular aun siendo partiendo de algo que ya existía y que en cierto modo es similar.

Ha sido renovada por una segunda temporada e imagino que será una historia diferente. No soy partidario de alargar las cosas innecesariamente y este es uno de esos casos pero esto no deja de ser un negocio y deben exprimirse al máximo los beneficios. Esperemos que esos beneficios se traduzcan en mejorar más si cabe la excelente calidad de la serie, aunque con que alcance este nivel me conformo. Ya quisieran muchas.