Salga a la calle un momento, súbase en un vagón del metro, busque gente hablando entre sí, seguro que la cantidad de personas que encuentra hablando entre ellas, es significativamente menor a la que puede ver con su móvil, hablando por «Whatsapp», manteniendo varias conversaciones a la vez. Las relaciones han cambiado, es un hecho, nos guste más o menos esta nueva forma de relacionarse, es la que existe hoy. Quizá es más fría, pero también es más real, no resumimos nuestro día en una breve llamada o en los encuentros que podamos tener, si no que lo vamos compartiendo minuto a minuto, amor, amistad, familia… cada vez sus relaciones son más posesas de la tecnología. Vivimos pegados al móvil, al ordenador. Lo primero que hacemos a levantarnos es mirar el teléfono, y es también lo último que hacemos al acostarnos. Criticar esta nueva conducta, como criticar cualquier nueva tendencia es algo realmente fácil, pero la realidad no acepta criticas, el simple hecho de renunciar a que vivimos poseídos por la tecnología, ir de retro, es algo inútil. El mundo gira, y es a lo que nosotros nos hemos prestado. En absoluto puedo decir que sea algo malo. Ir de retro es despegarte de lo que ocurre, renunciar a que el mundo a día de hoy se condensa en una pequeña pantalla LCD.
Pero es real, puede ser más frío, puede haberse perdido por completo el factor del contacto humano, pero no dejan de ser relaciones reales, no dejamos de estar ante un sistema de comunicación a través del que interactúan dos personas, pero ¿y si eliminamos ese factor de realidad? Es ahí dónde nace la nueva película de Spike Jonze, una obra que exagera los límites de la realidad actual para llevarla al siguiente nivel, pero no lo hace en busca de la crítica como la serie británica Black mirror, dónde Her podría ser un capítulo más, si no para plantearnos como podría ser ese siguiente paso en nuestro futuro, como podría seguir girando el mundo, un «what if…» en toda regla, con un sabor de esperanza y tristeza, donde la maquina se plantea como la medicina para la mayor enfermedad que existe en el mundo actual: la soledad. Ya no dependemos de otros, de los que están al otro lado, para obtener esa compañía tan necesaria, si no que es la maquina la que se entrega a nosotros para ofrecernos relaciones que son absolutamente ilusorias, pero que tienen la virtud de parecerse demasiado a lo auténtico, relaciones tan reales, como las de hoy en día, pues lo único que falta es el factor del contacto.
Her nos lleva a un futuro en el que las maquinas han adquirido la capacidad de pensar por sí mismas. Esa frialdad del mundo actual se ha llevado a la enésima potencia, volviendo lo distante en algo cada vez más irreal. Theodore, el protagonista, padece de esa tan extendida enfermedad llamada soledad. Es escritor de cartas, la gente está demasiado ocupada como para plasmar sus sentimientos hacia sus seres queridos, las relaciones, todas de nuevo, amor, amistad, familiares, son cada vez más falsas. Theodore es capaz de plasmar los sentimientos de los demás por encargo, escribiendo misivas, dictándoselas al ordenador e imprimiéndolas como si estuvieran escritas a mano por el cliente que las encarga. Theodore es un tipo sencillo, sensible, pero se encuentra completamente solo y atravesando la amargura de un divorcio, es incapaz de afrontar las relaciones en la realidad, tal y como le dice en uno de los momentos más duros su ex-mujer. Intenta mantener contacto telefónico con otras personas, pero los seres que encuentra al otro lado son extraños y extravagantes. Su mundo cambiará por completo con la salida de un nuevo sistema operativo. Lo que empezará siendo prácticamente una simple secretaria que se encargará de ordenarle el día a día y contestar a sus e-mails, acabará convirtiéndose en una relación completamente falsa, pero absolutamente real.
Realmente no sé muy bien a quién se refiere el Her del título, porque lo lógico es pensar que éste va dirigido a este sistema operativo al que pone voz Scarlett Johansson. Resulta curioso también pensar la perfección a la que llega la actuación de Johansson con el único instrumento de su voz, resulta completamente sexy, pero también es cercana, sientes como con su voz abraza a Theodore, y posiblemente estemos hablando de la mejor actuación en la carrera de la actriz, una actuación, en la que ni siquiera aparece en pantalla. Pero son otras tres mujeres las que marcan la vida de Theodore, y también son las que completan esa perfección de Samantha, recogiendo lo mejor de cada una de ellas, envolviéndose en la mujer perfecta para Theodore. Por un lado, su ex-mujer a la que da vida Rooney Mara, como apuntábamos antes, se fue de su lado, y uno lo entiende, porque Theodore no es una persona real, vive rodeado de sus pensamientos, en tierno y es sensible, pero posiblemente es una persona incapaz de entender el comportamiento de los demás. Por otro, el personaje de Olivia Wilde, sí, es cierto, que no es más una simple cita a ciegas, lujuriosa, pero que pone en liza la incapacidad de Theodore para tomar decisiones. Por último, y quizás la más importante, su mejor amiga interpretada por Amy Adams, realmente ella no es más que la versión femenina de Theodore, con una mayor fuerza para tratar de camaleonizarse con el mundo real, pero que en el fondo, no dista mucho de la forma de ser de Theodore. Y uno podría pensar que es la pareja perfecta para él, pero esa relación jamás funcionaria, porque serían dos elementos irreales intentando de unirse.
Y aquí es donde uno se plantea, quién es el irreal, ¿el humano o la maquina? Porque en la capacidad de pensar de la maquina, está también su forma de ser absolutamente real, Samantha se siente mucho más real que Theodore, sus pensamientos son más genuinos, más auténticos, mientras Theodore vaga por un mundo creado en su mente y ajustado a su perfecta medida. La interpretación de Joaquin Phoenix es colosal, su rostro lleno de una falsa felicidad, incapaz de establecer contacto humano (una vez más, volvemos a la humanidad de la maquina, facilitando la posibilidad de sexo entre ambos y la negación de Theodore a consumar este hecho), es capaz de transmitir toda esa amalgama de emociones que siente una persona enamorada. Pero lo hace sin el lujo de tener el contacto visual con la persona a la que ama, lanzando pequeñas divagaciones al aire, como mensajes perdidos en una conversación de «Whatsapp», luchando contra su propia soledad, sin darse cuenta de que la padece.
Spike Jonze es un cineasta singular, único en su espacio, creador de historias extrañas, complejas, pero sobre todo, humanas. Pocas relaciones de amor han sido tan reales como la que relató en I’m here donde un robot iba perdiendo todas y cada una de las partes de su cuerpo entregándose de lleno a la persona a la que amaba, enfrentando el amor a esa peligrosidad de dar continuamente sin recibir. Jamás nadie ha reflejado todos los temores de la infancia con la inteligencia que lo hizo él en su adaptación de dónde Donde viven los monstruos de Maurice Sendak. Y ahora, mejor de lo que nadie había hecho nunca, Spike Jonze, ha entendido la forma de vivir de la sociedad actual, ha comprendido la dureza de la soledad, y ha aceptado que las relaciones han cambiado pero siguen siendo igual de naturales, y las ha mezclado tan bien, para crear una obra tan insólita y bella como Her.
Ficha técnica:
Título original: Her Director: Spike Jonze Guión: Spike Jonze Música: Arcade Fire, Owen Pallett Fotografía: Hoyte Van Hoytema Reparto: Joaquin Phoenix, Amy Adams, Rooney Mara, Scarlett Johansson, Olivia Wilde, Chris Pratt, Sam Jaeger, Portia Doubleday, Katherine Boecher, Alia Janine, Matt Letscher Distribuidora: Vértigo Fecha de estreno: 21/02/2014
Tráiler en español: