«Viento del Este y niebla gris. Anuncia que viene, lo que ha de venir» seguro que estas líneas, con las que Bert, el ya mítico personaje de Dick Van Dyke en Mary Poppins, anunciaba la llegada de la niñera interpretada por Julie Andrews, suenan muy familiares a la de todos nuestros lectores. Porque Mary Poppins, la película que dirigió Robert Stevenson en 1964, ha formado parte activa en la infancia de todas las generaciones desde hace 50 años. Porque Mary Poppins es una película con un poder especial, una de esas obras imperecederas, en la que por mucho que pasen los años tras ella, por muchas arrugas que ya haya en los rostros de sus dos protagonistas, por mucha tecnología 3D que se haya implementado en el cine, sigue viva con su magia. La historia de dos niños incomprendidos, que no consiguen tener conexión con sus padres (un tema que seguirá vivo por muchos años que sigan pasando, porque como pasaba en esa adolescencia que tan bien retrató siempre John Hughes hay temas que no cambian), que ven como su vida cambia por completo por la llegada de una singular niñera, que desciende con los cielos en su paraguas. Es parte del imaginario colectivo, es símbolo de cualquier infancia. No existe una infancia sin Mary Poppins, y no existe niño que no disfrute con Mary Poppins.
Al encuentro de Mr. Banks la película dirigida por John Lee Hancock, podríamos decir que se centra en la creación de esa magia. Como si un mago nos contase su truco de magia, pero lo hiciera usando la misma magia que nos deja fascinados. No fue fácil para Walt Disney convencer a la autora P.L. Travers para que cediera los derechos de su obra para realizar una película. Durante más de veinte años, Disney periódicamente la insistía, pero Travers se negaba en rotundo a ceder sus derechos, no creía que una película de animación pudiera hacer justicia a lo que ella había escrito. Fue en el año 1961, y tan sólo tras el descenso de las ventas de sus libros, cuando a Travers no le quedó más remedio que dar su brazo a torcer. Obviamente, no se lo puso nada fácil a la producción de la película, la primera norma que impuso fue que no fuera una película de animación y la segunda, ser parte activa de la creación de la película, teniendo ella la última palabra sobre cada una de las decisiones que se tomasen. Más allá de las complicaciones que impuso para que saliese la película adelante, tal y como nos muestran, la película finalmente se realizó. Eso sí, aunque eso no se nos enseñe en la película, cuando Travers vio Mary Poppins acabó tan espantada, que se negó en rotundo a dejar que adaptasen cualquiera de sus otras novelas centradas en la célebre niñera.
Dividida en dos películas, lo cierto es que en Al encuentro de Mr. Banks, no todo funciona igual de bien. Existe una norma no escrita para los biopics que tratan sobre gente de actitud extraña, incómoda, que pueden caer mal al público. Se trata de justificar sus acciones mediante los traumas de la infancia. La P.L. Travers que interpreta de forma maravillosa Emma Thompson es un personaje grosero y ruin, una canalla, que aunque sus contestaciones sean de lo más divertidas -«¿Qué le ha pasado en la pierna?» pregunta en cierto momento refiriéndose a la cojera de Robert Sherman, compositor de la película al que da vida B.J. Novak «Le dispararon» le responden, a lo que la escritora no duda en sentenciar «No me sorprende.»-, dejan en visibilidad la horrible personalidad de la escritora. Pero parece de mal gusto dejar a una protagonista como ésta, por mucho que luego se redimiese. Todo se justifica mediante la infancia del personaje, que tuvo que ver como su padre borracho murió a una temprana edad por culpa de la cirrosis. El problema de esto, más allá de que no sea cierto (el padre de Travers murió mientras ella era pequeña, pero fue de una gripe, aunque la escritora siempre pensó que pudo ser culpa de beber agua contaminada), es que resulta todo demasiado impostado y metido a la fuerza. Las intenciones son excesivamente evidentes, los puntos de inflexión están marcados con excesiva fuerza dramática, rozando casi el ridículo, y tan sólo, las continuas referencias a lo que luego sería la obra, como si estuviéramos dentro de George Lucas enamorado, aquel maravilloso cortometraje de Joe Nussbaum, acaban resultando gratificantes.
Por suerte, esto no se traduce en el resto de la película. Toda la parte centrada en la creación de la película, como si fuera un making-off ficcionado acaba resultando maravillosa. Empezando con la encomiable labor que hacen Emma Thompson y Tom Hanks, ambos estupendos en sus respectivos papeles, pese a lo complicado que es, sobre todo en el caso de Hanks, dar vida a alguien como Walt Disney tan presente aún en el colectivo popular de los espectadores. Los dos actores están perfectos, las secuencias que comparten son de las más potentes de la película, pero no acaba ahí. Disney, como la fábrica de los sueños que siempre ha dicho ser, está en medio de un completo «revival» en pos de recuperar ese espíritu. Al hablar de Frozen: El reino de hielo ya comentábamos como la compañía volvía a traer esa Magia Disney a la pantalla, y en Al encuentro de Mr. Banks ocurre exactamente lo mismo. Toda la creación de la obra está envuelta en un halo mágico, como si poco a poco se fueran poniendo los cimientos de lo que finalmente fue la película. Tiene tantísimo poder, que llegamos a ver como Mary Poppins empieza a proyectarse ante nuestros ojos según la van creando. Algo que ocurre, sencillamente, por la perfecta combinación de un trabajado guión de Kelly Marcel y Sue Smith y la banda sonora de Thomas Newman. Si P.L. Travers en la película trabajo mano a mano con el guionista y los compositores de Mary Poppins, Al encuentro de Mr. Banks pone sus cimientos de la misma manera, y no cabe duda de que tanto Marcel y Smith como Newman, estudiaron a la perfección Mary Poppins antes de ponerse a trabajar en la película.
Al encuentro de Mr. Banks no es perfecta, ni mucho menos, sus tics resultan cargantes y te expulsan por completo de ese universo de personajes mágicos como al que da vida Paul Giamatti. Cada vez que un flashback vuelve a aparecer, lo único que deseamos es volver de nuevo a los años 60 y a la creación de la película. Y es curioso que pese a la insistencia en recrear la infancia de Travers, acabe resultando mucho más fascinante la crónica de su infancia que hace Walt Disney en un simple y breve monólogo, que bien hubiera sido motivo más que suficiente para que Tom Hanks optase al Oscar. Pero más allá de estos problemas, lo cierto es que por suerte Al encuentro de Mr. Banks es una película con capacidad suficiente para transportar al espectador, para hacerle soñar. Transportarse a ese Londres de principios del Siglo XX en el que habitaba Mary Poppins, para simplemente hacer volar una cometa, como en ese Let’s Go Fly a Kite, posiblemente la mejor escena de la película y en la que se sintetiza toda la magia que siempre ha envuelto a un estudio como Disney. Mary Poppins fue nuestra infancia, y va a seguir siendo la de los muchos niños que quedan por venir durante años venideros, y Al encuentro de Mr. Banks es algo tan maravilloso como la explicación de dónde viene la magia, pero en lugar de destripar todos los secretos, consigue hacer de ello, una experiencia tan gratificante como ensoñadora.
Ficha técnica:
Título original: Saving Mr. Banks Director: John Lee Hancock Guión: Sue Smith, Kelly Marcel Música: Thomas Newman Fotografía: John Schwartzman Reparto: Emma Thompson, Tom Hanks, Colin Farrell, Paul Giamatti, Jason Schwartzman, Bradley Whitford, Ruth Wilson, B.J. Novak, Rachel Griffiths, Kathy Baker Distribuidora: Disney Fecha de estreno: 31/01/2014