Una Cuestión de Tiempo – Corregir los errores | La Cabecita

De las manos de Richard Curtis nació la gran comedia británica de los años 90. El escopetazo de salida lo dio Cuatro bodas y un funeral, una de las películas más taquilleras de aquel año. Una película aparentemente pequeña, pero que consiguió convertirse en todo un fenómeno de masas, que llegó incluso a estar nominada al Oscar a mejor película. De sus manos salieron algunas de las romcoms más importante que ha dado el cine británico de los últimos años, como Notting Hill o El Diario de Bridget Jones. Sabía lo que hacía y no lo iba a cambiar, y así ocurrió cuando se puso por primera vez detrás de las cámaras para realizar Love Actually. Love Actually posiblemente nacía de un montón de ideas que pasaron por su mente para realizar diversas comedias, pero que era incapaz de dar la consistencia suficiente como para que funcionasen como un largometraje. El resultado era una película de historias cruzadas, eminentemente dulces, que funcionaba con una precisión milimétrica. El hecho de que sintetizara al máximo todas esas historias, para que fueran como pequeñas capsulas en una navidad cuya magia se fundía con la magia del amor, conseguía un resultado encantador y lo suficientemente gamberro para no resultar empalagoso. Era lo mejor que hasta la fecha había escrito Curtis, y su dirección cumplía lo justo como para acabar finiquitando una de las comedias románticas más importantes de lo que llevamos de siglo.

Fue precisamente escapándose del estilo que más había pulido cuando Richard Curtis acabó fallando. Radio Encubierta era una comedia simpática sobre una emisora de radio pirata que llevó el rock a todas las casas de Reino Unido cuando éste estaba prohibido en las ondas. No era en absoluto una mala película, y su gran reparto servía para mantener la atención del espectador. Pero esa magia que todas las películas de Curtis siempre tuvieron, desaparecía. No buscaba hacer algo excesivamente distinto, simplemente reutilizaba la fórmula cambiando una relación carnal por el amor a la música que procesaban estos pinchadiscos, pero la relación de un sólo sentido, no conseguía fluir con la naturalidad que lo hacía en sus otros trabajos.

Con su tercera película, Una cuestión de tiempo, vuelve de nuevo a tocar el género que mejor conoce. La historia nos cuenta la historia de un joven que puede bajar en el tiempo. Estos viajes no son demasiado largos, tan sólo puede volver a momentos en su vida que ya haya vivido, y tiene que tener cuidado con lo que cambie porque podría tener efectos en el futuro. Este joven usará los poderes que tiene para poder encontrarse con una chica de la que cayó una noche perdidamente enamorado, el problema es que por ayudar a un amigo, hará que esta noche se borre, y tenga que ser de nuevo capaz de conquistarla desde cero. A Curtis, en esta ocasión, no le interesa en sí la creación del romance, la cual se lleva con una naturalidad que resulta de lo más cercana. Si no la evolución de este amor, la creación y la importancia de mantener a la familia unida, apoyándose en el uso del poder del protagonista, que parece encerrado en el pueblo de Bill Murray en Atrapado en el Tiempo, para ser capaz de corregir los errores que cometió durante el pasado.

Con un tono que va a medio camino entre la comedia y el drama, la película busca más resultar simpática que divertida, algo que siempre consigue. Una cuestión de tiempo se convierte en una fábula preciosa acerca de la importancia de saber enmendar los errores y aprovechar cada minuto como si fuera el último. El resultado es entrañable, pero lo es, especialmente, por su actor protagonista. Domhnall Gleeson, al que habíamos visto en la saga Harry Potter. Es un actor que resulta especialmente tierno, con un aspecto de ser un personaje torpe y patoso, se destapa como un descubrimiento que recuerda a una versión pelirroja de Hugh Grant. Es él, el que es capaz de hacer creer al espectador que una belleza como Rachel McAdams se enamore perdidamente de un tipo de apariencia tan sencilla. Y por si fuera poco, la actriz, experta en el cine romántico americano, desprende una química con su protagonista que no le veíamos desde que compartiera reparto con Ryan Gosling en El Diario de Noa.

Pero no son los únicos que hacen que la película ruede a la perfección, la imagen de esos secundarios tan importantes de las romcoms británicas, que nos han dejado personajes tan memorables como el de Bill Nighy en Love Actually, Rowan Atkinson en Cuatro bodas y un funeral o Rhy Efans en Notting Hill vuelve aparecer aquí. El propio Nighy se muestra tan disparatado como siempre aunque tenga un rol que conmueve al espectador, pero si alguien es capaz de robar todas las escenas en la que sale es Will Merrick, un actor al que pudimos ver en las últimas temporadas de Skins, y cuyo aspecto, a medio camino entre un teleñeco como bien dicen en la misma película y Rupert Grint, ya resulta de lo más cómico. Es posible que Una Cuestión de Tiempo no tenga la frescura, ni sea tan divertida, como las comedias que Curtis escribió entre los 90 y el primer lustro del siglo XXI. Pero deja claro que la magia sigue intacta, su visión del amor resulta universal, agradable y entrañable, pero nunca cargante o empalagosa. Un cuento de hadas, que pese a los pequeños toques fantásticos, se siente completamente real. Y que a todas luces es una de esas películas que el espectador quiere ver, porque le provocará una sonrisa que le costará borrar.

Título Original: About Time Director: Richard Curtis Guión: Richard Curtis Música: Nick Laird-Clowes Fotografía: John Guleserian Intérpretes: Domhnall Gleeson, Rachel McAdams, Bill Nighy, Tom Hollander, Will Merrick, Margot Robbie, Rowena Diamond, Vanessa Kirby, Lindsay Duncan, Matt Butcher, Lee Asquith-Coe Distribuidora: Universal Fecha de Estreno: 18/10/2013