Gracias a nuestros compañeros de SensaCine, La Cabecita pudo acudir como medio acreditado al pasado Festival de Cine 4 + 1 en Madrid, que se ha celebrado de manera simultánea en Bogotá, Buenos Aires, Ciudad de México y Río de Janeiro. Fueron cinco días muy intensos y una experiencia muy enriquecedora para el Blog, por eso desde aquí quiero dar las gracias a todos los responsables del Festival.
Puede que Land of Oblivion no sea la película que mejor retrate la desolación fruto de un accidente nuclear, prueba de ello son Hiroshima, mon amour de Alain Resnais y Lluvia negra de Shohei Imamura, muy superiores en todos los aspectos, pero sí es el mejor largometraje de ficción que se ha hecho sobre la tragedia que vivió la pequeña ciudad de Prypiat (y Ucrania al completo) aquel mes de abril de 1986. Tampoco es la mejor película que se ha proyectado en la Sección Oficial del Festival, pero sin duda sabe cómo manejar los sensaciones del espectador, que al principio comparte la tranquilidad que impregna toda la ciudad junto a los personajes casi sin querer, y que después contempla, seguramente conmovido, cómo miles de personas intentan volver a una normalidad que se marchó para siempre desde el momento en que todo falló.
Mucho valor (y destreza) se necesita para realizar una película como Land of Oblivion, ya que su directora, Michale Boganim, ha sido lo suficientemente inteligente como para no caer en el sentimentalismo más ordinario, y contando una historia de desamor marcada por una hecatombe nuclear eso es algo realmente admirable. Boganim trata la historia del accidente desde la lejanía, sin querer hacer énfasis en las razones del accidente, ni regocijarse en la desgracia, en La Terre Outragée se limita a contar historias, relatos taciturnos pero sutiles, que consiguen llevar la historia justo por donde debe hacerlo (es realmente honesta con lo que sucedió en la realidad). Pero en Land of Oblivion todo no son buenas palabras… El largometraje consigue atrapar durante toda su primera parte, pero con el paso de los minutos, cuando volvemos de la mano de Anya, el personaje interpretado por la magnífica Olga Kurylenko, a Chernóbil, algo empieza a fallar, el ritmo decae y en algún momento puede llegar a resultar tediosa. Sin embargo, el trabajo de Boganim merece más alabanzas que críticas.
