Viggo Mortensen siempre ha dicho que le gustaría volver a Argentina, a ese pasado, para rodar una película, pero siempre decía que no llegaban guiones a la altura para poder aceptar papeles, entonces nos sorprende tremendamente que el primer proyecto que el actor haya rodado en Argentina sea Todos Tenemos un Plan, una película que flaquea precisamente por culpa de un guión que hace aguas por todos lados. Una película a medio camino entre un drama intimista y un thriller de misterio que carece de cualquier tipo de tensión y que plantea tan mal todo lo que intenta abarcar, que no es poco, de una forma tan obtusa y contemplativa que acaba terminando siendo alarmantemente aburrido, tal y como coreaban al unísono los ronquidos durante la proyección.
Todos tenemos un plan es de esas películas que se empeñan en mostrar la bajeza del ser humano, a dónde somos capaces de llegar todos por cumplir ese plan. Así dos hermanos, que en sus momentos juntos nos hacen inevitablemente acordarnos de aquella pareja de gemelos que interpretaba Jeremy Irons en Inseparables, se encuentran mucho tiempo después, la agonía de uno de ellos, harto de una vida fracasada en la ciudad, le hará acabar con su hermano y robarle su identidad para volver a la isla rural en la que se criaron. Pronto se verá inmerso en un mundo que no es el suyo, atrapado por las actividades delictivas que su hermano llevaba a cabo y haciendo que su plan no sea tan permisivo como parece.
El principal problema que nos encontramos en Todos tenemos un plan es que quiere abarcar tantas cosas y ser tanto que es incapaz de ordenar todas sus ideas en las dos horas que dura la película, vemos como todo va a avanzando a trompicones, perdiéndose entre lo que ella misma plantea, haciendo que las consecuencias a los hechos que plantea lleguen a resultar ilógicas y prácticamente ridículas. Nunca sabe como plantear la tensión, ni si quiera las escenas del encuentro entre los dos hermanos consiguen salir de lo monótono y anodino que resulta toda la película. Ana Piterbarg no demuestra ninguna destreza, ni a la hora de escribir un libreto torpe y con ínfulas de grandilocuencia ni a la hora de llevar una película que cae en lo tedioso desde su comienzo y nunca sabe cómo sacarla de ese pozo en el que permanece enterrada. No es por ahí únicamente por dónde falla la cinta, y es que en esas ansías de contar más de lo que es capaz de narrar nos encontramos con personajes muy mal dibujados, es el caso de uno de los protagonistas Pedro, al que nunca nos dejan tiempo de conocer cuáles son sus motivaciones algo de suma importancia al entender la situación en la que luego se ve envuelto Agustín, algo similar ocurre con el personaje de Soledad Villamil, que pretende ser mucho más importante de lo que es, un personaje que queda inconcluso, inacabado, como si nunca se supiera muy bien cual es su sino.
Llama en exceso la atención la necesidad de llamar a Viggo Mortensen para hacerse con el papel principal, y es que más allá del peso mediático que el actor inyecta a una proyección como ésta, su decisión artística es cuanto menos cuestionable. El talento interpretativo en Argentina está a un nivel envidiable, así nos lo demuestran en la película los increíbles Daniel Fanego y ese increíble descubrimiento que es Sofía Gala. Pero Mortensen se encuentra totalmente perdido, incapaz de imprimir tensión dramática en ninguna situación y sin saber muy bien qué es lo que se encuentra haciendo ahí. Los tintes Cronenbergianos que en algún pequeño momento parece querer tomar la película no es más que un falso espejismo para una película terriblemente construida, inerte ante cualquier emoción. Si este es el mejor guión que a Viggo le llegó desde Argentina, mejor que no veamos los otros.
Título Original: Todos tenemos un plan Director: Ana Piterbarg Guión: Ana Piterbarg Música: Lucio Godoy, Federico Jusid Fotografía: Lucio Bonelli Interpretes: Viggo Mortensen, Soledad Villamil, Daniel Fanego, Javier Godino, Sofía Gala Castiglione, Oscar Alegre, Carolina Román Distribuidora: Fox Fecha de Estreno: 07/09/2012