Se fa saber – Burlesque de barrio | La Cabecita

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Tras un intenso Atlántida Film Fest de ordenador y sofá, es hora de hacer balance de todo lo que hemos podido ver el certamen online organizado por Filmin y el resultado final es, si más no, poco alentador. Al flop de la última y esperada cinta de Xavier Dolan, Tom à la Ferme, se le suma la incomprensible e inflada repercusión de la francesa El desconocido del lago o la injustificable selección de títulos como Los Inocentes o Almost in love en la sección Atlas. Quizás dentro de este mejunje de postureo moderno y ralla en medio, vale la pena destacar Se fa saber, un documental catalán rodado el pasado año, a medias entre la inversión de la directora y  lo  recaudado a través de Verkami y que ha terminado por hacerse con el premio del jurado del festival. Otra muestra más de que no hace falta mucho presupuesto para hacer algo grande. Zoraida Roselló nos trae un vivo retrato de Santa Bárbara (Montsià), un pueblo de los que quedan pocos, en el corazón de la Tarragona profunda. De fotografía excelente y planificación interesante, la creación de un discurso va más allá de retratar las hazañas de un grupo de pueblerinos. Se fa saber es un certero disparo a donde más duele; el corazón.

La gente, por lo general, no es mucho de pueblo. Por mucho que vayamos de alternativos y puristas del campo (no hay más que ver el auge en los últimos meses de los llamados huertos urbanos), nos gusta más la ciudad que a un tonto un lápiz. Quizás por ello miramos con nostalgia todo aquello que nos saca de los atascos y la polución de la ciudad para conectarnos de nuevo con la naturaleza, volver a los orígenes. Creo que Se fa saber es un poco eso. Es un viaje, bastón en mano, de una documentalista ávida de conocimientos e ilusión por todos y cada uno de los ápices de Santa Bárbara. A esto ayuda sus habitantes. Unos especímenes bizarros, autóctonos y muy suyos a los que terminamos por coger un cariño tremendo. En Se fa saber no hay nada que pueda interesar a un espectador que busque una introspección socioeconómica o un discurso contra el capitalismo y la reivindicación de una explotación agrícola sostenida, Se fa saber es puro corazón. Es introducirnos en la vida de un grupo de personas que todavía siguen al margen de una globalización que avanza a paso imparable, y a la que torean con un golpe de capote de lo más elegante. No hay palabras para describir esos momentos en la peluquería, el baile y el bingo, o el momento de las mandarinas. En todos y cada uno de los planos, Roselló encuadra con una voluntad artística pero también de un cinema verité que no se corta ante el “qué dirán”. Santa Bárbara tiene magia y lo demás, es lo de menos.

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Durante aproximadamente una hora, nos sentamos a la vera de un grupo de personas que podrían ser nosotros mismos para convertirnos en un espectador invisible pero que está ahí para escuchar, vivir y dirigirse a los ojos de unas almas que se desnudan frente a la cámara con un purismo artístico perfectamente calculado. Sabemos lo que Roselló quiere que sepamos, pero también percibimos una riquísima personalidad en cada uno de los habitantes de Santa Bárbara como si mirásemos a través de un agujero. El documental es una auténtica delicia, ligero y fresco. Nada pretencioso, con una iniciativa que más que ambiciosa, parece tener como leitmotiv el fomento de la hermandad. Lo es en el hecho de que todo sucede en un pueblo, de que la mayoría de habitantes se conocen y de toda la política de comunicación desarrollada por la productora y su propia impulsora, Zoraida Roselló.

Citar algún motivo por el que vale la pena hacerse con una copia de Se fa saber sería fácil, pero lo realmente difícil es despedirnos de Santa Bárbara una vez que fundimos a negro y cerramos nuestra visita con las últimas palabras de Gloria a cámara en la cocina de su casa. Y luego te queda esa sensación de vacío que no creo que vayas a llenar hasta que te dejes caer por Santa Bárbara y degustes alguno de sus productos típicos, y que podías conseguir siendo mecenas en su proyecto de Verkami. Campaña veraniega de promoción turística o no, lo cierto es que a Roselló se le está empezando a reconocer el mérito de hacer de cámara y sonidista a la vez, de saber desgranar perfectamente la riqueza de un pueblo aparentemente normal y esa elegancia con la que construye unas pequeñas historias que terminan por hacerse grandes, con menciones y premios en varios festivales. Un interesante juego con el que el espectador simpatizará desde el minuto uno y que sirve para empujar el relato a los rincones en donde la historia no es capaz de llegar.

Se fa saber es una muestra de que todavía quedan realizadores con talento en nuestro país y de que con poco, se puede abarcar mucho. Es burlesque de barrio perfectamente condensado en planos largos y bien calibrados, que rellena lo que de normal a un documental le falta; verdad y corazón. En definitiva, una estupenda apuesta por una cinta de “casa nostra” y con denominación de origen, con bailoteos country con el hit de Coyote Dax No rompas más mi pobre corazón, cánticos folclóricos a cámara, permanentes, bingos y pasodobles. Se fa saber es un grito de nostalgia a pleno pulmón para todos aquellos encerrados entre los barrotes de la gran ciudad. 

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