Into the woods – La virtud de dejar hacer | La Cabecita

INTO THE WOODS

Cuando, en 1998, Stanley Donen recibió su Oscar honorífico en premio a su gran (y muchas veces infravalorada) carrera, lo agradeció con una nota de sorna y una lección sobre cómo no darse importancia: dijo que su labor, en realidad, no tenía mucho mérito, ya que en sus buenos años en los grandes estudios, el secreto para hacer una buena película no era muy complicado. Vino a decir que si el estudio te da a Comden y Green o Lerner y Loewe para escribir el guión, a los hermanos Gershwin o a Cole Porter para escribir las canciones, a Gene Kelly o Fred Astaire o Cyd Charisse o Audrey Hepburn para bailarlas, y a Michael Kidd para coreografiarlas, el director solo tiene que pasarse por el plató un ratillo, dar unas palmadas en la espalda al equipo y decir “seguid así, seguid así”. Donen quizá pretendía con ello cargarse esa política de autores que nunca lo trató excesivamente bien, pero, con razón o sin ella, la realidad es que subrayó muy bien cómo, a pesar de todo, el cine, y muy en particular el musical, es un arte de equipo, donde tan importante es quien manda detrás de la cámara como el talento de todo aquel cuyo trabajo vaya a ser grabado por ella.

Pues bien, las palabras de Donen vienen perfectamente al caso para hablar de Into the Woods, no solo por la feliz coincidencia de que estemos hablando de un musical, sino porque ilustran inmejorablemente por qué funciona tan bien y por qué es una de las mejores adaptaciones de una opereta de Broadway al cine de los últimos lustros.

Al pobre Rob Marshall quizá no le haya tratado muy bien la crítica en los últimos tiempos, como si el que Chicago hubiera ganado todo ese dinero y todos esos premios hubiese sido un crimen y lo hubiese perpetrado él mismo. Quizá esos críticos deberían ser un poco más auto-ídem y darse cuenta de que quizá fueron ellos los que se pasaron de alabanzas para aquel musical, a pesar de que, personalmente, no me cuento entre sus detractores, sin ser tampoco defensor acérrimo; en cualquier caso, tras los varapalos recibidos con sus películas sobre geishas y piratas y sobre todo con el remake cantarín de Fellini, parece que haya decidido ponerse humilde, como Donen, y dejar hacer a los que parecen, de momento, más talentosos que él.

INTO THE WOODS

Into the Woods está generalmente considerado como uno de los más grandes trabajos del más grande creador de musicales del teatro americano, Stephen Sondheim, aquél de quien Josep Maria Pou dice que hay que arrodillarse al oír su nombre. A pesar de que en su estreno, a mediados de los años ochenta, la crítica se dividió un poco y algunos consideraban su segundo acto algo fallido, el paso del tiempo la fue encumbrando como una de sus creaciones más ingeniosas y profundas, pese a su aspecto infantil y ligero. Con un brillante libreto del casi igual de legendario James Lapine, jugó a mezclar cuentos infantiles con fina ironía para materializar una melancólica y acertada reflexión sobre como esos cuentos son casi siempre expresión de nuestros deseos más egoístas, y como la persecución y satisfacción de esos deseos puede traer funestas consecuencias. Ahora, Masrhall, siguiendo el consejo de Donen, deja hacer a los genios: los propios Sondehim y Lapine adaptan su texto, y afortunadamente la Disney, que es quien paga, ha puesto muy pocas pegas, dejando intacta la oscuridad y tristeza del segundo acto. Sí, hay algún recorte aquí y allá para hacer la duración más estándar y aligerar alguna referencia sexual, pero en conjunto toda la (maldita) gracia de la segunda mitad está ahí, a pesar de que algunos espectadores se seguirán quejando, como ocurrió en el estreno de la versión teatral, de que el ritmo y la brillantez bajan en este tramo (aunque sea necesario, ya que es el tramo de la decepción y el cargo de conciencia tras la euforia de ver los deseos conseguidos).

Deja Marshall hacer a Sondheim y Lapine, y deja hacer al resto del equipo: la Disney pone a sus pies a la genial Colleen Atwood al frente del vestuario, y Marshall deja que dé rienda suela a su fantasía en trajes que rozan el kitsch pero aportan la necesaria dosis de delirio y barroquismo; la Disney paga al gran Dion Beebe en las cámaras (aunque bien es cierto que la colaboración entre él y Marshall es ya habitual) y el director deja que se recree en claros de luna y sol artificiales en medio del bosque del título; en la dirección artística deja lucirse a Dennis Gassner (responsable de dos cimas del diseño de producción como son Barton Fink o El show de Truman) y tenemos así maravillosos árboles retorcidos de cartón piedra y lúgubres casas de brujas y madrastras; en definitiva, disfrutamos de todas las virtudes de una gran producción de Hollywood al servicio de un material de base inmejorable y, por una vez, productora y director se contienen y dejan que un gran musical sea eso, simplemente un gran musical. No hay montaje frenético que diluya el impacto de los aspectos más serios de la trama, esos que necesitan un enfoque más sobrio, ni se buscan subterfugios para que el público moderno acepte mejor que los personajes se pongan a cantar, como hicieron en Chicago al traspasar los números musicales al mundo de la fantasía de la protagonista. Y, sobre todo, se escoge para interpretar los papeles a actores que realmente saben cantar.

INTO THE WOODS

Marshall podrá ser acusado de muchas cosas, pero en su defensa siempre estará la dirección de actores. Aquí escoge una clave ligeramente teatral muy adecuada para un material tan estilizado, ya que estamos hablando, al fin y al cabo, de personajes de cuentos de hadas, casi siempre incluso sin nombre propio: la bruja, el panadero, el príncipe… Es una clave que permite acomodar tanto las inflexiones más cómicas del texto (y, como todo texto de Lapine y Sondheim, está lleno de juegos de palabras y dobles sentidos) como las más dramáticas, y todos los actores están a la altura en ambos frentes. Miles de réplicas aquí son memorables ya sobre el papel (“ahí fuera hay príncipes, sí, pero también lobos y humanos”), pero otras muchas las vuelven los actores brillantes, y es digno de admiración cómo navegan todos ellos, sin excepción, por las intrincadísimas letras y melodías de Sondheim (y que nadie espere del maestro jingles o pegadizas canciones pop: sus melodías son fascinantes pero complejas); pero es aún más admirable cómo, en el momento en que se hace necesario, la brillantez y el ingenio dejan paso a la emoción más genuina, y las abstracciones que interpretan se vuelven conmovedoramente humanas, demasiado humanas, siendo Meryl Streep el ejemplo más claro. Streep parecía últimamente abandonada a interpretaciones cada vez más manieristas y exageradas pero vacuas, y aunque aquí está tan teatral como en esas últimas ocasiones, esta vez es con causa y, sobre todo, es capaz por fin de llenar de auténtico sentimiento las mejores canciones: su súplica a Rapunzel porque se quede con ella hace del número Stay With Me algo desgarrador; el número más emblemático de la obra, No One Is Alone, tiene en las manos de Emily Blunt, James Corden y Anna Kendrick una sinceridad y melancolía completamente desarmantes, y hasta una cómica de raza como Tracey Ullman se muestra capaz de cambiar al patetismo en un parpadeo. Pero es también especialmente reseñable, dada la actual moda de utilizar en papeles musicales a estrellas incapaces de cantar, más por su tirón popular que por sus dotes operísticas, que todos ellos tienen voces excelentes (especialmente Kendrick, muy curtida ya en las tablas de Broadway).

Es muy probable que este Into the Woods no pase a la historia del cine como una obra maestra del arte fílmico, a diferencia del estatus que el original tiene en la historia del teatro, pero es de agradecer que Rob Marshall haya renunciado a sus peores tics y nos haya servido una producción memorable de una obra memorable, una gran representación de una de las mejores obras de Stephen Sondheim, lo cual siempre será muy recomendable y muy, muy disfrutable, sobre todo por los amantes del género. 

4_estrellas

Ficha técnica:

Título original: Into the Woods Director: Rob Marshall Guión: James Lapine Música: Stephen Sondheim Fotografía: Dion Beebe Reparto: Meryl Streep, Emily Blunt, James Corden, Anna Kendrick, Chris Pine, Johnny Depp, Lucy Punch, Christine Baranski, Tammy Blanchard, Daniel Huttlestone, Tracey Ullman Distribuidora: Disney Fecha de estreno: 23/01/2015