Hoy jueves empieza oficialmente el Penedés Festival Internacional de Cine del Vino y el Cava, el Most Festival, para abreviar, en Vilafranca del Penedés con su Gala de Inauguración. De hecho hubo una previa ayer a modo de presentación del festival en la Filmoteca de Cataluña, junto con la proyección del documental “Natural Resistance” con la presencia de su director, Jonathan Nossiter. Se volverá a proyectar este viernes esta vez sí, en su correspondiente sección del festival.
Llego al Teatro Casal, que alberga parte de las proyecciones del Festival y la gala de inauguración, ya antes de llegar diviso las colas, buena señal, el incipiente frio, más propio del invierno que del otoño, no hace mella en la gente que se dispone en colas semianárquicas saludándose y conversando amigablemente mientras espera pacientemente su turno. Mientras yo aguardo en la cola para sacar mi acreditación veo pasar tranquilamente una figura enorme a mi lado, y lo digo yo que mido 1 m. 90’, se trata del actor Josep María Pou, que atiende amigablemente a la gente que se acerca a saludarle. Una vez dentro y situado ya en una de las butacas observo que, a pesar de que el teatro es grande, no va a tener problemas para llenarse, detrás mío aún hay mucha cola, sospecho que por este motivo la gala va a empezar con algo de retraso, algo por otra parte nada inhabitual en Vilafranca. Se apagan las luces y sube al escenario la periodista Mabel Martí a presentar el acto, y se van sucediendo los discursos de rigor por parte de Xavier Fornos, director del Vinseum (Museo de las Culturas del Vino de Cataluña) y de Josep María Escofet, presidente del Cine Club Vilafranca, las entidades coorganizadoras del festival y muestra de la doble vertiente entre la cultura vitivinícola y el cine de este, seguidos por el discurso institucional del alcalde de Vilafranca, Pere Regull, que destaca las señas de identidad propias de la comarca y, al fin, llega el momento de otorgar el Premio Most en reconocimiento a Josep María Pou, enorme actor (literal y figuradamente) con más de 45 años de trayectoria en cine, teatro y televisión. Lo que más sorprende de este hombre cuando sube al escenario es el contraste entre lo que impone su gran envergadura y la amabilidad y familiaridad con que se expresa en su discurso de agradecimiento. Para acabar, sorprende al respetable recitando un fragmento de Enrique IV, de Shakespeare (la obra del cual, según confiesa, es su principal fuente para él de inagotable inspiración en la vida) correspondiente a su personaje predilecto, Falstaff, donde este hace un ferviente elogio del vino. Al finalizar la gente lo despide con un prolongado aplauso.
Se procede entonces a la proyección de la película inaugural, dentro de la sección Gran Reserva, El amor es extraño, de Ira Sachs. No me voy a extender en demasía con ella pues al estrenarse comercialmente este viernes pueden consultar su crítica completa en la sección de estrenos, pero solo comentar que se trata de una emotiva tragicomedia aclamada por la crítica, y con razón, sobre la historia de una pareja de homosexuales que cuando tras cuatro décadas de vida en pareja deciden casarse, se ven sin trabajo y obligados a vivir separados. Una historia emotiva sin caer en el melodrama, triste pero pincelada de trazos de humor, que, sin grandes aspavientos, va calando en el espectador de manera suave como la banda sonora de piano que la acompaña. Simplemente a través de los pequeños y sutiles gestos, de los momentos de la vida cuotidiana de esta vieja pareja, forzada a la separación, a convivir con familiares y amigos mientras intentan rehacerse de la perdida de sus empleos por una hipócrita sociedad que admite su unión, siempre y cuando esta no se formalice, a afrontar el sentimiento de pérdida. No se trata de una historia dura, como la anterior de Ira Sachs, y también de temática homosexual, Keep the lights on, tampoco se trata de un film de denuncia, propiamente dicho: los protagonistas, unos espléndidos John Lithgow y Alfred Molina parten de una situación tremendamente injusta, pero no se profundiza en ello, de hecho, podría haberse tratado perfectamente de la historia de una pareja heterosexual que se queda sin trabajo y el tono y desarrollo no habría variado substancialmente. En realidad lo que se cuenta es, simplemente, una historia universal bellamente narrada sobre el amor, la separación, la pérdida y como seguir adelante en un ambiente extraño cuando todo tu mundo cambia de un día para otro.
Al finalizar la proyección, y tras un caluroso aplauso del público, como fin de acto se ofreció a los asistentes una degustación de vinos Torres y quesos de Xerigots.