Festival de Cine Francés 2014 – Días 3 y 4 | La Cabecita

Concluyó el Festival del Cine Francés, que pudimos disfrutar en Madrid la semana pasada. De jueves a domingo se exhibieron en los cines Yelmo Ideal de Madrid siete filmes franceses con perspectivas de llegar a ser estrenadas en nuestro país en un futuro próximo. Este próximo viernes 24 se estrena Tip Top, y también está programado para diciembre el estreno de Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?, la película francesa más taquillera de 2014; el resto tendrán que esperar su oportunidad, pues aún no han encontrado distribuidora, pero sin duda este festival les ayudará a foguearse y dejarse ver.

Las conclusiones sacadas son muy positivas desde el punto de vista organizativo, pues no es tarea fácil juntar a tantos cineastas para un mismo evento que se celebra fuera de su país, y en ese campo se percibe un admirable esfuerzo. En cambio, el nivel de las películas exhibidas ha dejado mucho que desear. Ha habido un par de perlas, pero el nivel mostrado desde luego no se ajusta al que ostenta el cine galo en la actualidad. Desde luego, si el propósito último del Festival era destacar el buen nivel que presenta el cine galo actual, el resultado ha sido muy deslucido. Es especialmente lastimero el caso de La mecánica del corazón, película que estaba programada para estrenarse la semana pasada, razón por la cual no se valoró para el Festival. Sin embargo, por problemas de la distribuidora la película se ha quedado en punto muerto, y su estreno en España se ha pospuesto hasta 2015, si es que realmente acaba llegando; y ahora mismo ni la podemos disfrutar en cartelera ni tuvimos el gusto de visionarla en el Festival.

El desacierto en la elección de filmes exhibidos desarrollado en el párrafo anterior también se puede valorar desde un punto de vista temático. El público francés tiene la suerte de disfrutar de toda clase de cine hecho en su país, a raíz de una mejor estructura de la industria que da la oportunidad a los productores de desembolsar mayores cantidades de dinero. Ello posibilita la creación de películas de acción y ciencia ficción, géneros muy raros de encontrar entre las producciones españolas; producciones españolas, por otra parte, tan acostumbradas al sota-caballo-rey, si bien por lo pronto en los últimos años se han aflojado esa asfixiante supremacía de tramas ambientadas en la Guerra Civil. Sin embargo, esa diversidad de géneros de la que nuestros vecinos sí pueden disfrutar no se ha trasladado a este festival, que nos ha obsequiado con tres comedias, tres dramas y una séptima obra que está a caballo entre ambos géneros. Sería plausible que se valorara una mayor heterogeneidad temática en esta clase de festivales, algo que habrían agradecido tanto los espectadores a los que pudieran no agradarles en exceso la comedia o el drama (que los hay) como aquellos que quisieran disfrutar de todas las obras del Festival.

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El sábado se exhibieron El precio de la fama y French women. La primera nos retrotrae hasta el 25 de diciembre de 1977, fecha de la muerte de Charles Chaplin. El cadáver del actor que diera vida a Charlot fue robado un par de días después por dos maleantes que exigían el pago de un rescate. Sobre este curioso hecho se sustenta la trama, si bien Dolores Chaplin, nieta del aclamado actor, reconoce que los personajes son casi una parodia de lo que en realidad fueron los secuestradores. En verdad, los personajes protagonistas en la obra son realmente estúpidos, hasta el punto de que por momentos parece convertirse una competición por ver quién hace una tontería más grande. Sin embargo, la cinta parece sufrir una cierta falta de identidad, y es que no termina de definirse como comedia negra, ni como comedia absurda, ni como drama… El final es una soberana estupidez, esté basada la obra en hechos reales o no; tal y como nos lo pintan, es sumamente inverosímil. Por otra parte, hay un par de personajes que pasan sin pena ni gloria, que no aportan nada a la trama y cuyo único fin sería acaso rellenar metraje. Y tampoco se puede uno olvidar de esa estruendosa y desacompasada música que se entrometía en los momentos en que más sigilo requería la ambientación.

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French Women pertenece a esa clase de comedia desenfadada y sencilla que tanto gusta al público español, reacio en muchas ocasiones a que el cine le suponga exprimir los cerebros en modo alguno. Me consta que no son pocos los que salieron disgustados del visionado de esta obra, pero a mí me encontró la tecla de la risa fácil y acertó de lleno.

El título original de French Women es Sous les jupes des filles, que se podría traducir de modo literal como “Bajo las faldas de las chicas”. Posiblemente el título original se adapte mejor a la base de la película que el traducido al inglés, pues advierte de que la personalidad de las mujeres reviste mucha más complejidad de la que pueda aparentar a primera vista; y de esto los hombres sabemos bastante. Sin embargo, tampoco hay que engañarse: no es esta una obra compleja en absoluto ni que trate de profundizar en la psicología de la mujer, algo que posiblemente nadie haga también como hiciera en su momento Truffaut. La directora, Audrey Dana, quien representa también uno de los once papeles femeninos, reconoce que su principal propósito era sólo hacer reír, sin ánimo de indagar en proposiciones metafísicas. Por otro lado, es reseñable que la heterogeneidad física de las actrices conjuga con la diferenciación que se le quiere dar a cada personaje.

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El domingo cerraba el Festival con Tip Top y El cumpleaños de Ariane. La primera, que casi sin saber cómo se ha encontrado con distribución en España, es una obra prácticamente inclasificable. Supongo que la comedia sería el género en el que mejor encajaría, pero a mí me arrancó tantas carcajadas como la trilogía de El padrino entera: ninguna. Su director, Serge Bozon, reconoce que los tres personajes protagonistas fueron diseñados acorde a los intérpretes que les iban a dar vida: Isabelle Huppert, Sandrine Kiberlain y François Damiens. Hay que reconocer que las dos actrices bordan sus interpretaciones, y no es decir poco cuando todos los elementos que las acompañan se hunden más rápido que el Titanic. Cuando Bozon es preguntado por el propósito del filme, él asegura que sólo busca entretener, que para mandar mensajes ya está Correos; pero es que en ocasiones incluso entretener es un arte que no está al alcance de cualquiera.

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El cumpleaños de Ariane se presenta como un drama fantasioso con infinidad de referencias a autores clásicos. Ariane es una mujer entrada en años que siente cierta abulia cuando todos sus seres queridos la felicitan por su cumpleaños pero ninguno está físicamente con ella. Ahí se inicia una aventura colmada de surrealismo en la que se mezclarán sueños y realidad, y que podrá ser “como un suave canto que me ha tocado el corazón”, como reconocía una espectadora a la emocionada pareja formada por Robert Guédiguian y Ariane Ascaride, director y actriz protagonista, marido y mujer. Cabe destacar la importancia de la música en la película para recalcar algunas escenas poéticas.

Preguntada Ariane Ascaride sobre las similitudes que existan entre el personaje al que da vida y ella misma, reconoce que le costó mucho interpretar su papel, si bien ambos comparten la idea de que “una tortuga puede hablar”. Por otra parte, Guédiguian afirma que hay muchos guiños en su obra a otros autores y obras: desde la surrealista Pajaritos y pajarracos hasta el fantasioso universo de Fellini; desde las alocadas Qué o Un drama singular hasta la conciencia social de Vivir su vida, pasando por los números musicales de Cabaret. “Hay tantas referencias en mi obra que se podría decir que es una obra de reverencias más que de referencias”, bromea Guédiguian, quien asegura que con esta cinta buscaba “encontrar al payaso que todos llevamos dentro”.

Terminó el Festival del Cine Francés dejando un sabor agridulce, con la sensación de que hicieron lo más difícil inaugurando el evento y conciliando la presencia de todos los grandes nombres que aquí se dieron cita, pero que fallaron en la elección de cine y que quizás con algo más de cabeza fría y sentido común hubieran podido ofrecer un festival de altísimo nivel. Pese a todo, las perspectivas futuras son muy elevadas, pues la buena imagen que ha dejado el Festival en Madrid debería servir como espaldarazo para contar con el apoyo de personajes de referencia en futuras citas, mientras que el desnivel artístico mostrado aquí no debería suponer más que un traspié puntual.