Entrevista con Roberto Castón y Nausicaa Bonnín, de 'Los tontos y los estúpidos' | La Cabecita

Hemos podido entrevistar a Roberto Castón, director de Los tontos y los estúpidos, y a Nausicaa Bonnin, que en la película da vida al personaje de Lourdes. La película formó parte de la sección Nuevos Directores del pasado Festival de San Sebastián. 

Nausicaa Bonnin

Entrevista con Nausicaa Bonnin:

Los tontos y los estúpidos es una película prácticamente actoral, no se sabe si es teatro, si es cine es una mezcla. ¿Tú también consideras que es actoral?

Nausicaa Bonnin: Yo creo que cualquier película ha de tener sobre todo un buen guión y una buena idea, y luego obviamente, una buena dirección de actores. Sobre todo en este caso donde todo está tan desnudo, ¿no? Donde hay un guión y unos actores y ya, en un plató. Entonces, creo que sí que hay que ponerle atención a la dirección de actores.

Habías colaborado antes en algo así, teatro por ejemplo, ¿te ha parecido grande el cambio del teatro al cine en esta película?

N.B.: Yo creo que es una película muy actoral, Esto es una cosa que yo he reflexionado a posteriori viéndola, porque en el cine no estamos acostumbrados a  no tener elementos. En el teatro es mucho más fácil ver una cámara negra y dos actores con lo mínimo, en cambio en el cine no. Entendemos cine por algo mucho más elaborado. La puesta en escena es muy teatral, en el sentido de los pocos elementos, que solo estamos los actores en un lugar semivacío, pero la base es muy cinematográfica, en el sentido de lo que estamos  leyendo  es un guión de cine, no una obra de teatro, no estamos ensayando, estamos a medio camino entre el actor y el personaje. Pero nunca deja de ser cine. 

Entrevista con Roberto Castón:

Roberto Castón

Me he fijado que en tu anterior película, Ander, es de 2009, han pasado 5 años desde entonces. ¿Cómo es que no has podido realizar ningún otro proyecto? ¿Falta de financiación, de ideas…?

Roberto Castón: Falta de ideas no (risas). Es básicamente una cuestión económica. Desde el 2009 entramos una crisis económica terrible, como bien sabrás, eres muy joven pero seguro que te ha afectado también, y el guión de esta película está escrito desde el 2009. No hemos podido llevarlo a cabo, al principio iba a ser una película convencional, con sus exteriores y sus varias semanas de rodaje y demás, pero al final en 2010 conseguimos las ayudas de desarrollo del proyecto, que son las importantes para conseguir las de producción, que son las que levantan un proyecto al fin y al cabo. 2011 fue un año horrible, como se dice anus horribilis (risas), nos quedamos a las puertas porque hubo un recorte tremendo, de más del 50%, y fue un año un poco para olvidar. En 2012 nos planteamos no hacerla, después de dos años de pre-producción y dinero invertido, o hacerla de otra manera. Finalmente ha salido así, supongo que es como tenía que haber sido. Se rodó en 2013 y estaba acabada casi a finales de año. Como fue escogida para San Sebastián no pudimos estrenarla porque tenía que ser estreno mundial. Han pasado casi 4 años entre una cosa y otra. Hice un corto en 2011, he preparado algunos guiones para ahora empezar a moverlos, y bueno, no ha sido por falta de ideas.

He considerado la película prácticamente actoral, como director da la sensación que se influencia más a la dirección de actores que la dirección de la película en sí. ¿Crees que es así?

R.C.: Hay mucha dirección en general, mucho encuadre muy pensados, las luces muy pensadas también, no te creas que iba a ser tan diferente los movimientos de cámara, los encuadres, la relación de las tomas, o los planos. No iba a ser tan diferente. No sé si has visto Ander pero tiene mucho ese estilo, un poco plano-secuencia, a veces una secuencia son dos o tres planos. No me gusta mucho fragmentar, eso le da libertad al actor, que tiene la posibilidad de hacer cada secuencia de un tirón, aunque luego la repitamos desde otro plano. Normalmente hago dos planos más o tres. O dos planos máster y la tercera es la mitad de la secuencia. Está muy pensada en ese sentido. Es muy actoral porque mis películas son muy actorales, Ander también lo es, es decir, el actor tiene un peso muy grande en mis historias. Seguro que a todos los actores les encanta esta película, por el proceso de cómo se llega al personaje. Cualquier persona que tenga inquietudes actorales seguro que disfrutará esta película, aparte de que te cuenta una historia que posiblemente te llegue, ese es el objetivo.

¿A la hora de realizar la película has tenido alguna influencia, por ejemplo de otra película teatral como La Venus de las pieles?

R.C.: No, ninguna, no he visto La Venus de las pieles.

A mí me ha recordado en ciertos aspectos, sobre todo desde el punto de vista del teatro.

R.C.: Sobre esto, a veces puede llevar a confusión pero en ningún momento es una obra de teatro, se está rodando una película.

He llegado a plantearme si es cine, es teatro o una mezcla.

R.C.: Es cine, hay cámaras, hay luces, hay encuadres, en algún momento el director interviene en la historia para decir que acerquen el encuadre…

Sí, eso hace que rompa con la historia de golpe y nos hace recordar que estamos en una grabación.

R.C.: Exacto. Si es una grabación es cine, no es teatro. Sin embargo, mis películas de referencia son Vanya en la calle 42 de Louis Malle, esa sí es una grabación de una obra de teatro: El tío Vanya de Chejov; y otra pues podría ser César debe morir de Los hermanos Taviani. Esa frontera entre el cine y el teatro podemos hacerla muy grande o muy pequeña. Las primeras películas en las que el lenguaje cinematográfico apenas estaba desarrollado, pues eran obras de teatro grabadas por decirlo de alguna manera. Y si tú desnudas el cine, tal y como yo lo he hecho aquí, pues al final se parece más al teatro, pero sigue siendo cine. Lo importante es que la historia que se cuente llegue, y que el juego entre ficción y realidad que propongo se entienda, o por lo menos se aprecie.

He quedado sorprendido por el uso del Euskera en el film, que hoy en día en el cine español no se ve mucho. Gran parte de Ander también estaba rodada en vasco.

R.C.: Sí, más de la mitad. Uso el bilingüismo, me parece que es una riqueza cultural e idiomática, lo utilizo de una manera dramática en el sentido que dice cosas. Si esa familia estándar que hay en la película, un padre de buena posición, la madre un poco pija y preocupada por la edad, y unas hijas un tanto caprichosas, si le añadimos el Euskera, hacemos que esa familia simbólicamente se entienda menos. Es decir, el padre le habla a las hijas en Euskera porque es vasco, pero la madre no lo es, y ella les habla en castellano, Es una frontera idiomática que las podrían haber superado, y lo superan porque hay bilingüismo, pero a la misma vez crea una frontera de incomprensión, porque esa familia no se entiende, aunque sea por otros motivos, pero es una metáfora.

Esto te lo habrán preguntado ya antes, los intermedios entre acto y acto en blanco y negro y silencio, a mí me han recordado a Godard, ya también lo usa. ¿Por qué ese blanco y negro y ese silencio entre acto y acto?

R.C.: Por contraste, son esos momentos en los que salimos del plató, y supuestamente es lo más real, fuera del plató no somos profesionales del cine, simplemente somos personas. Lo más real al final, si le quitas el color y le quitas la voz lo conviertes, en más irreal. Se juega con el contraste, lo más real está tratado de una manera más irreal, y lo más irreal que es en plató, se usan los colores el sonido, y por contraste funcionaba bien.

¿Tienes algún referente en tu estilo de hacer cine?

R.C.: Pues no lo sé (risas). Tengo muchos referentes, pero hay que buscar un estilo propio. A la hora de escribir soy muy «hitchcockiano», me gusta que una secuencia lleve a la otra, y enriquezca la anterior, eso hace que nunca pierdas interés en la historia y que te quedes pendiente de ella. Me gusta mucha gente, me gustan todos, saco un poco de todo. Me gusta Ford, me gusta Renoir, Truffaut, Godard también, no siempre pero me gusta (risas). También cineastas españoles, me encanta Juan Antonio Bardem con películas como Muerte de un ciclista o Calle Mayor, impresionantes. Me gusta Berlanga, Erice, me gustan todos. Me gusta el cine.

Al haber escrito también el guión de tu película, ¿te gusta más escribir o dirigir?

R.C.: Me gustan las dos por igual. La parte de guión es muy solitaria, yo siempre escribo solo, pero me gustan las dos por igual. Una película autoral es difícil que no sea escrita por el propio director, o al menos con su colaboración. Me quedo con las dos, pero la parte de la dirección es más divertida al tener un equipo y aprendes más, de todo el mundo. Todo el mundo te hace caso y es muy gracioso que todo el mundo te haga caso, tienes la voz absoluta para decidirlo todo, y ha de ser así pero no deja de ser curioso. Me quedo con las dos. Hay un poco de reescritura durante la grabación, aunque suele estar muy trabajado, pero a veces se cambian algunas cosas, como una frase que se cambia en el momento. Es muy difícil separarlos, por lo menos para mí. Cuando estoy escribiendo ya pienso en cómo dirigir, y al revés, mientras dirijo pienso en el guión por si he de cambiar alguna cosa.

Por último, el título de la película, Los tontos y los estúpidos, he oído alguna queja de que no tiene sentido de parte de algunos al salir de la sala.

R.C.: Pues no sé, no sé si se ha entendido o no, yo creo que está bastante claro, algunos en esta película son tontos y otros estúpidos, desde el mismo título se dice que hay dos grupos de personas. Aunque son los propios personajes que se autodenominan tontos o estúpidos. A la hora de enfrentarse a los problemas de la vida, un tonto lo hacen de forma más naïf, o no aprovecha una oportunidad por pereza, o por desconfiar de ti mismo, o inconsciencia, cosas así. O puedes hacer las cosas que están mal, convertirlas en peor si actúas egoístamente, sin pensar en los demás, estúpidamente (risas). Creo que es un título que tiene mucha fuerza. Pero bueno, si a alguien le parece una tontería me parecerá bueno también, el título también lo dice, ¿no?