A lo largo de 30 años de carrera, Robin Williams fue capaz de mostrar caras distintas a la hora de encarar a sus personajes. No era el actor más talentoso, pero si tenía talento, un talento audaz, cómico, divertido, y un rostro afable y cercano. Ambas facetas fueron claves para el éxito del actor nacido en Chicago, que sobre todo en los años 90, se convirtió en uno de los más populares de Hollywood. Los productores sabían que tenerles en su películas era conseguir un éxito casi seguro, entre los últimos años de los 80 y toda la década de los 90, Williams consiguió que 10 películas pasasen la frontera de los 100 millones de dólares, o se quedasen cerca de hacerlo (Señora Doubtfire, Aladdin, El indomable Will Hunting, Patch Adams, Una jaula de grillos, Good Morning Vietnam!, Hook, Jumanji, El club de los poetas y Flubber y el profesor chiflado).
La carrera de Williams se podría dividir en tres fases, Williams empezó siendo puramente un payaso, desde su serie de televisión Mork y Mindy hasta su debut en la gran pantalla en Popeye, pero pronto descubriría que su rostro le permitía dar vida a esos personajes inspiradores, tan de andar por casa, que además del éxito, también le reportaron el reconocimiento crítico. Durante su momento de mayor esplendor, el actor supo fusionar ambas facetas a la perfección, pero pasado el nuevo siglo, dio un giro completo a su carrera y demostró que también tenía un don para interpretar personajes perturbados y oscuros, algunos tan terroríficos como a los que dio vida en Retratos de una obsesión o Insomnio. Para este homenaje al actor hemos querido hacer un repaso a su carrera, destacando los que para nosotros fueron las quince mejores interpretaciones de Robin Williams. Las quince caras, tan distintas, y tan iguales, de un mismo actor.
15. Jack Powell en Jack (Francis Ford Coppola, 1996)
Injustamente descalificada en su momento, posiblemente por tratarse de una película de un corte tan puramente familiar como ésta, siendo el director de El Padrino (pero también de alguna otra excelente cinta familiar como Peggy Sue se casó), lo cierto es que Jack es una comedia amabilísima. Todos los cómicos siempre han tenido algo de niños, y Williams no es menos. Supo entender a la perfección el comportamiento de ese niño de diez años en un cuerpo que no le pertenecía, de la misma forma que Tom Hanks lo hiciera en Big años antes. Es uno de sus papeles más entrañables, lo mejor de su interpretación es sin duda la forma en la que supo captar el espíritu de cualquier chaval, y eso era lo mejor de la película, porque le daba todo el sentido, estábamos viendo a Robin Williams y nos creíamos que en realidad veíamos a un niño.
14. Patch Adams en Patch Adams (Tom Shadyac, 1998)
No me agrada demasiado la película de Tom Shadyac, me parece un melodrama excesivamente facilón y obvio, que busca la emoción del espectador usando las más sucias artimañas. Pero dejando estos aspectos de lado, lo cierto es que el personaje de Adams estaba escrito a la medida de Williams, y una vez más, él era lo mejor de la película. Nunca supo mezclar mejor esas dos cualidades que comentábamos en la introducción, el payaso, pero sobre todo el hombre entrañable. Aquí se metía en la verdadera piel de un médico que usaba la terapia y la cercanía para tratar a sus pacientes, eran estas precisamente las cualidades que siempre hicieron de Williams un hombre realmente cercano al espectador, y el actor lo clavaba.
13. Peter Banning en Hook. El capitán Garfio (Steven Spielberg, 1991)
Hay muchas cosas que unen lo que comentamos sobre Jack con Hook. El capitán Garfio, la película de Steven Spielberg, fue injustamente tratada en su momento, algo realmente incomprensible teniendo en cuenta que es una fantástica película de aventuras. Considero éste uno de los mayores riesgos de la carrera de Williams, no sólo tenía que dar vida a uno de los personajes más icónicos de la cultura popular a nivel mundial, sino enfrentarse a la completa reinvención que diseñó Spielberg. No era sencillo dar vida a un Peter Pan adulto que ni siquiera recordaba quién era, pero Williams entendió a la perfección al personaje, la evolución que sufre el personaje del cinismo inicial al personaje que creó J.M. Barrie, está perfectamente representada por el actor, que en su acto final parece tan real como el de la adaptación que hiciera Disney años antes.
12. Vladimir Ivanoff en Un ruso en Nueva York (Paul Mazursky, 1984)
Tras dos películas tan desastrosas como Popeye y El mundo según Garp, Robin Williams tenía que ser capaz de interpretar a un personaje protagonista en el cine si no quería que su popularidad por la serie Mork y Mindy quedase como algo efímero. Paul Mazursky le dio la oportunidad perfecta en el que fue su primer papel en el cine. Camuflada como una comedia, realmente Un ruso en Nueva York, es un drama muy interesante sobre los problemas de los inmigrantes para adaptarse a la nueva vida en Estados Unidos y también un alegato pro-american way of live, donde el protagonista huirá de las feroces garras del comunismo para conseguir finalmente triunfar a base de esfuerzo. Aunque en esencia Williams interpreta un papel cómico, el actor luce su mejor lado dramático, la nostalgia que rezuma su persona se convierte en una permanente tristeza. Destacan especialmente las escenas que tienen lugar en Rusia donde además se enfrenta al reto de interpretar en un idioma que no es el suyo.
11. Sean Maguire en El indomable Will Hunting (Gus Van Sant, 1997)
El papel por el que Williams ganó su Oscar no me parece curiosamente uno de sus mejores papeles. Su Sean Maguire es un personaje extraordinario, sin lugar a dudas el más fascinante del estupendo guión que escribieron Matt Damon y Ben Affleck, un psicólogo de alma bohemia marcado por la muerte de su mujer, y el único, que desde su condición de romántico es capaz de entender al Will Hunting que da nombre a la película. Y aunque Robin Williams estaba fantástico, una vez más en ese rol de personaje afable, amable y cercano, con el que es realmente fácil conectar, éste no es más que una extensión del personaje al que diera vida en El club de los poetas muertos, como si aquel profesor hubiera crecido y hubiera sufrido algunos golpes duros de la vida. Pero también, por esto mismo, Williams era el hombre más apropiado para dar vida al personaje.
10. Lance Clayton en El mejor padre del mundo (Bobcat Goldthwait, 2009)
Es indudable que en los últimos años la carrera de Robin Williams dio bastantes tumbos, era como si el actor fuera incapaz de encontrar un personaje a su medida. En comedias sólo conseguía estar bien en papeles secundarios como los del Noche en el museo, y tampoco parecía encontrar thrillers tan sólidos como los que hizo cuando dio el giro a su carrera. Pero Bobcat Godlthwait le hizo un regalo con El mejor padre del mundo, sin lugar a dudas el papel más destacado de Williams en bastante tiempo y que el actor supo aprovechar a la perfección. En esta comedia negra sobre la muerte, parecía como si Williams uniese toda su carrera, porque había mucho de psicópata en la historia de este hombre que utilizaba la humillante muerte de su hijo para su propio beneficio, pero también todo resultaba bastante divertido y entrañable. Pero si hay algo que destaca en esta fantástica película es su escena final, en la que Williams se va desnudando, liberándose de todas las mentiras creadas, para volar libre, y es como si el actor se liberase él mismo de todos sus fantasmas internos.
09. Adrian Cronauer de Good Morning, Vietnam! (Barry Levinson, 1987)
Con Good Morning, Vietnam! el éxito le llegó por fin al actor de Chicago. No cabe duda de que su previa experiencia tanto como cómico de stand-up comedy como su don para las voces fueron factores claves para clavar su papel en una película que precisamente era mejor cuando el actor daba rienda suelta a su desparpajo y su insaciable verborrea. Porque la historia fuera de las ondas era bastante floja, y posiblemente con cualquier otro protagonista hubiera sido una película bastante peor y condenada a olvidarse, pero sus divertidas imitaciones, su forma de dar las noticias o su ya icónico grito que también daba título a la película se convirtieron en marcas de referencia. Mención especial merece el encuentro con los soldados, en el que Williams demuestra que no necesitaba de un micrófono delante para dar rienda suelta a su talento.
08. Armand Goldman en Una jaula de grillos (Mike Nichols, 1996)
Para un cómico como Williams interpretar a un personaje como al que tenía que dar vida en Una jaula de grillos no es una tarea sencilla. Williams, que hasta el momento jamás se había enfrentado a una comedia teniendo que asumir un rol de contención, lo hacía aquí, en una comedia de enredo que pretendía ser realmente loca y divertida (y lo era, pero mucho menos de lo que hubiera querido serlo). Por si fuera poco, el papel de Williams era el de un empresario homosexual que tenía que enfrentarse con sus futuros suegros, un senador conservador enrolado en una liga por los valores morales. Pero lo que a él le tocaba era ser el contrapunto cómico de un pasadísimo Nathan Lane. Hubiera sido muy fácil caer en los excesos, pasarse a esa vena histriónica que al actor se le daba bien, y sin embargo sabía mantener la compostura como nunca lo había hecho. Estaba realmente sorprendente.
07. John Keating en El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989)
Si hay algo que despierta verdaderas pasiones en El club de los poetas muertos es precisamente el personaje al que daba vida Williams, y es que el actor daba vida a un profesor utópico, aquel que es sin duda el tipo de profesor que todos habrían querido tener. Pese a sus obviedades y a la complacencia con la que estaba contada, una vez más, Williams era lo que destacaba en su reparto. Lo hacía en sus monólogos, como ése que tiene lugar en la primera clase en la que explica el significado de la expresión latina Carpe Diem, el actor resultaba realmente inspirador y eso era sin duda lo que más necesitaba su personaje. Pero si hay un momento clave en esta película de la interpretación de Williams está en su ya mítica escena final, en la que sus alumnos se despiden de él al grito de “Oh, capitán, mi capitán”, porque en ese momento su expresión, mirando desde la puerta, simplemente puedo decir de él que me emociona de sobremanera.
06. Rainbow Randolph en Smoochy (Danny DeVito, 2002)
2002 fue el año que Robin Williams decidió dar un cambio radical a su carrera, en ese año se estrenaron Retratos de una obsesión e Insomnio, pero la primera en llegar fue esta comedia negrísima dirigida por Danny DeVito. Aquí el actor tenía que dar vida a un popular presentador de un programa infantil, que en realidad era un hombre corrupto que aceptaba dinero de los padres por mostrar a sus niños en el programa. Cuando el FBI le dé caza, caerá en la miseria y será reemplazado por un rinoceronte rosa. Hundido y con ganas de cargarse a ese rinoceronte, Williams daba vida hasta al que el momento era el personaje más oscuro de su carrera, aunque eso sí, lo hacía de manera cómica, completamente desatado, con momentos tan hilarantes como el que pretende quemarse a lo bonzo en medio de Time Square, pero sin perder nunca un ápice del aura siniestra que rodeaba a este personaje. A mí que me expliquen cómo es posible que estuviese nominado al Razzie al peor actor, porque no lo entiendo.
05. Alan Parrish en Jumanji (Joe Johnston, 1995)
Jumanji me parece sin lugar a dudas la mejor película de la carrera del actor, una de las películas más entretenidas y originales de los años 90. Pero para que una película como Jumanji funcione lo bien que lo hace, es indispensable tener a un protagonista a la altura, y sin Williams la película sería otra completamente distinta. No existe en la lengua española una palabra con el mismo significado etimológico que la inglesa entertainer y jamás Robin Williams fue tan entertainer como lo fue en Jumanji. Dotado de alma aventurera, con un personaje que al igual que otros muchos que interpretó el actor no dejaba de ser un niño encerrado en el cuerpo de un adulto, rozando la demencia, pero sobre todo rebosante de carisma, porque Jumanji no se podría entender de ninguna forma sin que Williams estuviera en ella, y la película es lo que es gracias a él.
04. Parry en El rey pescador (Terry Gilliam, 1991)
En la mejor película de Terry Gilliam, Williams dio vida al que era su personaje más complejo hasta el momento, un hombre que tras la muerte de su mujer había perdido completamente la cabeza y que se embarcaba en la búsqueda de un Santo Grial, que no era más que una metáfora de la cordura y el amor perdidos. Este Parry me parece el más entrañable de los personajes a los que dio vida el actor. Pese a la locura del personaje y sus continuas excentricidades, consigue medirlo para nunca resultar excesivo ni pasarse de la línea, le dota de vida y sobre todo de amor. Escenas como la del videoclub o la cena de después, son absolutamente fantásticas. Si hay una película en la que el Robin Williams actor explotó, más de lo que lo pudiera hacer en El club de los poetas muertos o Good Morning, Vietnam! fue sin duda en El rey pescador.
03. Seymour Parrish en Retratos de una obsesión (Mark Romanek, 2002)
Como dijimos anteriormente, 2002 fue el año en el que el actor dio un giro de 180 grados a su carrera, aceptando papeles oscuros y perturbados, pero al que daba vida en Retratos de una obsesión, el sólido thriller de Mark Romanek, era muy distinto al que interpretó en Smoochy. Aquí el actor daba vida a un personaje perturbado e inquietante, un psicópata solitario que marcado por actos de su pasado, se dedicaba a adentrarse en la vida de una familia a través de las fotos que él mismo revelaba. Y una revelación fue sin duda ver a Robin Williams en un papel como éste, el más distinto que hasta la fecha había realizado. El actor inspiraba verdadera desconfianza, su rostro era perturbador y generaba verdadero pavor. Era complicado ver a Williams en un papel así, y nos dejó boquiabiertos a todos.
02. Daniel Hillard en Señora Doubtfire (Chris Columbus, 1993)
En esta estupenda comedia, Williams dio rienda suelta a una de sus mayores virtudes, su don para las voces. Así construía a la Señora Doubtfire una entrañable niñera que no era más que un disfraz que el padre de una pareja recién divorciada se inventaba para poder ver a sus hijos día tras día. Escondido tras una enorme máscara de látex, lo cierto es que Williams resultaba de lo más creíble como una amable abuelita, como si fuera una extraordinaria imitación, pero en realidad era mucho más complejo que eso, si no que era un personaje que se sacaba de la manga. Estaba divertido, inspirado, un papel delirante que pocos cómicos hubieran sido capaces de realizar con la misma solvencia que demostró el actor.
01. El genio en Aladdin (Ron Clements y John Musker, 1992)
Sí, el mejor trabajo de Robin Williams fue un trabajo de doblaje, pero no un trabajo de doblaje cualquiera, sino el que posiblemente sea el trabajo más impresionante y la mayor labor en este campo que jamás se ha realizado. Williams hizo suyo al genio de Aladdin, construyó el personaje a su medida, le doto de vida, le hizo humano, tanto es así, que la mayor parte de su trabajo fue completamente improvisada por el actor, algo completamente inaudita para una película de Disney. Si hay un trabajo que todos los dobladores deberían de observar y estudiar es el de Williams en esta película. Se quedó sin nominación al Oscar porque las reglas no permitían que un trabajo de doblaje estuviera nominado, pero pocas interpretaciones hay tan deslumbrantes como éstas.