Debo reconocer que cuando hace dos años llegó a los cines Infiltrados en clase no esperaba para nada el tipo de película que finalmente resultó ser. Considero a Infiltrados en clase una de las más refrescantes comedias que nos han llegado desde Hollywood en el último lustro. Aquella, con el pretexto de adaptar la serie de televisión de los ochenta Jóvenes policías se convertía en una excelente parodia del cine policiaco más casposo, una irreverente buddy-movie realmente brillante, que sabía atraer hacia ella temas de rabiosa actualidad para incorporarlos en una trama que iba desde lo absurdo a lo surrealista, con un estilo que parecía proceder de la escuela de los ZAZ, pero que pese a su descacharrante humor, jamás perdía la consciencia de ser realmente un filme policiaco perfectamente construido. Con esta visión sobre la mesa, el estreno de una secuela era algo que se esperaba con ganas, pero también con las inevitables dudas de si esta secuela estaría a la altura de la original y sabría volver a repetir todas sus virtudes sin acabar resultando reiterativa. Por eso mismo, lo mejor que se puede decir de Infiltrados en la universidad no es sólo que esté a la altura de la primera entrega, sino que incluso la supera.
Hay un punto importante en esta segunda entrega que es el que posiblemente sea el más importante de todos. Su pareja de directores formada por Phil Lord y Christopher Miller, quedan retratados y confirmados como una de las visiones más frescas e interesantes de la comedia actual. A través del cine de animación y obras tan estupendas como La LEGO película han sido capaces de esgrimir un estilo absolutamente propio, que ya ha creado escuela y ha llegado a la televisión en la que posiblemente sea la mejor comedia que se estrenó el pasado curso: la serie de FOX Brooklyn Nine Nine, de la que consecuentemente dirigieron el episodio piloto. Ambos realizadores han sabido entender la comedia como algo esencialmente visual. Entienden el ritmo que ésta debe tener, pero también, y esto es lo más complicado, saben romperlo para precisamente crear comedia. Infiltrados en la universidad es junto a La LEGO película, ambas estrenadas este año, la confirmación y el punto de inflexión en la carrera de estos dos prometedores directores.
Tras su experiencia en el instituto en la anterior película, donde ambos policías tuvieron que infiltrarse para desmantelar una organización que estaba sacando una nueva sustancia a las calles, en esta secuela deberán hacer lo propio infiltrándose en la universidad. Pese a contar con una trama que podría resultar repetitiva con respecto a la de la primera entrega, las cartas están jugadas con suma inteligencia. Mientras que la primera les permitía a ambos repetir su experiencia con la perspectiva de un adulto, en esta secuela ambos se encontrarán con la posibilidad de examinar cómo habría sido su vida si en lugar de alistarse en la academia de policía, hubieran seguido con sus estudios.
No cabe duda de que el primer acierto de la película se encuentra en su casting. Jonah Hill y Channing Tatum no sólo resultan realmente divertidos, sino que ambos forman una pareja que se entiende a la perfección. Entre ellos hay una química brutal, algo que ya presenciamos en la primera parte de la película, pero que alcanza su punto álgido. La apuesta por el disparate comienza desde la primera secuencia, en la que ambos tendrán que hacerse pasar por unos traficantes hispanos para detener a un peligroso contrabandista, con la misma torpeza de la que hacía gala el Frank Debrin al que daba vida Leslie Nielsen en Agárralo como puedas, saga de la que inevitablemente es deudora.
La película es incapaz de dejar de resultar divertida, y aquí, una vez más debemos hacer hincapié en la forma que tienen Lord y Miller de jugar con el ritmo. El asalto a la casa de la fraternidad, uno de los momentos más disparatados de la película, donde se juega con la torpeza física de uno y la mental del otro, inevitablemente recuerda a la persecución en bicicleta de la primera entrega. Filmada como una clásica escena de acción, los directores cortan abruptamente el ritmo para mostrar aquello que está fuera de lugar, chistes meramente visuales que acaban resultando hilarantes. Pero quizá, el momento más divertido de la película tiene lugar en la cena que protagoniza Ice Cube, de nuevo, y con el montaje como pieza clave, los planos de éste y las entradas en cólera dentro de lo que debería ser una apacible comida, acaban resultando desternillantes.
Pero si hay en un punto en el que Infiltrados en la universidad brilla por encima de su predecesora es a la hora de llegar a su clímax final, éste resulta tan loco e impredecible como el de la primera entrega, pero la dosis de acción se incrementa, contando además con una excepcional puesta en escena y un perfecto sentido de la narración en las escenas de acción. Un equilibrio perfecto entre la acción adrenalítica y la comedia más divertida, cuya ejecución siempre, no por ser espectacular, resta importancia a la comedia.
Si Infiltrados en clase ya era una de las mejores comedias de los últimos años, creo que con Infiltrados en la universidad podemos hablar de la mejor comedia que ha parido Hollywood en mucho tiempo. Una película en la que absolutamente todo funciona, donde el humor se dispara desde el inicio, donde su ritmo, loco y trepidante, te atrapa desde el principio. Una película deliciosamente disparatada, que confirma a Channing Tatum (de Jonah Hill hacía tiempo que lo sabíamos) como un valor seguro para la comedia, pero sobre todo, confirma a Phil Lord y Christopher Miller como candidatos de oro al puesto de grandes reyes de la nueva comedia norteamericana.
Ficha técnica:
Título original: 22 Jump Street Director: Philip Lord, Chris Miller Guión: Michael Bacall, Rodney Rothman, Oren Uziel, Jonah Hill Música: Mark Mothersbaugh Fotografía: Barry Peterson Reparto: Jonah Hill, Channing Tatum, Ice Cube, Wyatt Russell, Jimmy Tatro, Dave Franco, Peter Stormare, Amber Stevens, Nick Offerman Distribuidora: Sony Fecha de estreno: 22/08/2014