En 1979 la pareja formada por unos jóvenes Diane Keaton y Woody Allen inmortalizaban una de las escenas clave del cine. Junto al puente de Brooklyn, bajo la bruma y durante el amanecer, el fotograma de Manhattan es toda una declaración de amor por Nueva York, esa mágica ciudad escenario de innumerables películas, novelas, series de televisión e historias de amor.
Casi 40 años después, el realizador inglés Richard Loncraine con un guión basado en la novela original de Jill Ciment nos presenta su particular homenaje a esa ciudad con gran encanto, repleta de oportunidades y gente de lo más variopinta. En Ático sin ascensor, con guiño incluido a esa estampa de la obra maestra de Allen, es Morgan Freeman quien acompaña a Keaton en una adorable historia de amor en plena vejez.
Ruth y Alex son una pareja felizmente casada, bien entrados en los 70, que llevan viviendo durante los 40 años de su matrimonio en un precioso y acogedor ático en Brooklyn con una de las mejores vistas de la ciudad. El hecho de que el edificio carezca de ascensor (los años no pasan en balde para nadie y subir 5 pisos andando les resulta cada vez más complicado) y que el día a día en su barrio se haya visto tremendamente encarecido por la llegada de los “hipsters” a la zona, hace plantearse a la pareja poner en venta el apartamento.
El tema de la vejez, aunque es tratado con gran respeto y sencillez, carece de ese punto amargo e irónico con el que Alexander Payne nos enamoró en la que para un servidor sigue siendo una de las mejores películas de los pasados años. Cierto es que Nebraska y Ático sin ascensor abordan la tercera edad desde puntos de vista totalmente opuestos, pero el empeño de Loncraine de hacer una Feel-good movie sin más pretensión acaba dando un resultado demasiado edulcorado, en el que se abusa del recurso de los flashbacks -que recuerdan felices momentos que tuvieron lugar en el ático- y de una subtrama protagonizada por la mascota enferma de la pareja, con el único objetivo de arrancar alguna lagrimilla al espectador más sentimental.
El punto fuerte del film –y su principal reclamo– es la pareja protagonista, interpretada por unos oscarizados actores de la talla de Freeman y Keaton. Y como era de esperar, no defraudan. Estupendos y con una maravillosa (y mágica) química entre ellos, es imposible no cogerle cariño a estos tortolitos de edad avanzada. Y es que consiguen la difícil tarea de que nos creamos que una pareja después de 40 años de convivencia y matrimonio consigan llevarse tan bien y quererse cada día más. Si señor, que viva el amor.
Al margen de mostrar el día a día de la pareja, resulta tremendamente acertado el uso de unas subtramas tan interesantes como la de un supuesto terrorista a la fuga que tiene atemorizada a toda la ciudad (una Nueva York que no olvida ese fatídico 11-S), la aparición de una nueva burbuja inmobiliaria o distintos entresijos del mercado inmobiliario neoyorquino. No tiene desperdicio esas jornadas de puertas abiertas de viviendas en las que somos testigos de un peculiar desfile de personajes a cada cual más excéntrico.
En definitiva Ático sin ascensor es una agradable y recomendable propuesta que, aunque no haga mella en nosotros, dejará un buen sabor de boca en el espectador y le deleitará con unos maravillosos y entrañables Diane Keaton y Morgan Freeman.
Ficha técnica:
Título original: 5 Flights Up Director: Richard Loncraine Guion: Charlie Peters Música: David Newman Fotografía: Jonathan Freeman Reparto: Morgan Freeman, Diane Keaton, Cynthia Nixon, Claire van der Boom, Korey Jackson, Carrie Preston, Sterling Jerins, Josh Pais, Miriam Shor Distribuidora: A contracorriente Films Fecha de estreno: 04/09/2015