Festival de San Sebastián – Día 7 | La Cabecita

El séptimo día del Festival de San Sebastián no pintaba demasiado bien, pero tampoco esperábamos que fuera tan malo. Tan sólo la argentina Relatos salvajes ha conseguido resaltar en un día francamente malo en el que Lasa y Zabala primero y Murieron por encima de sus posibilidades poco después se postularon para luchar por el puesto a la peor película de lo que llevamos de Festival. Por su parte, Tigers de Danis Tanovic nos dejó bastante fríos.

Lasa y Zabala – Que la verdad no te estropee una mala película

Lasa y Zabala

En España estamos tan divididos que no podemos tocar el tema político en una película. La mayor crítica a cualquier cosa del presente o el pasado no es más que, en el mejor de los casos, un tibio acercamiento y en el peor, un esperpento y manipulación de la verdad.

Pablo Malo debió pensar que narrar la historia de los asesinatos y torturas de Lasa y Zabala basándose en el sumario del caso le concedía a su película total objetividad e imparcialidad. Pero olvidó que el cine no es como una sentencia judicial, que se le debe de dotar de mayor profundidad para entender (que no justificar) el porqué. Y este es el mayor fallo (de los muchos que tiene, todos los demás cinematográficos) de Lasa y Zabala: nos cuenta una historia, que es totalmente cierta, pero que está peligrosamente incompleta y manipulada. Quizá sacrificar sensacionalismo en pos de veracidad venda menos pero sin duda sería más loable. Admitir los múltiples puntos de vista del problema no atenúa su gravedad por mucho que se piense que sí. Quizá esto se podría haber conseguido con un tono de documental en vez de película pero se vuelve a lo mismo, eso no vende.

Esta España no es ya la de hace veinte años, aunque algunos con su cine se empeñen en mostrar que sí.

Relatos salvajes – La fina línea entre lo civilizado y la brutalidad

Relatos Salvajes

Después de recibir críticas entusiastas y de arrasar en la taquilla argentina llega a nuestro país Relatos salvajes, la última película de Damián Szifrón. No se esperaba que la cinta fallase, y obviamente no lo ha hecho. En un festival plagado de dramas sobre el desamor y niños en constante sufrimiento se agradecía enormemente la presencia de una película como ésta, en la que la violencia extrema y la comedia negra se daban de la mano para contar una historia, entre otros muchos temas, sobre los límites del ser humano, la codicia, la corrupción, la injusticia y los celos. 

En esta cinta episódica Szifrón embelesa al espectador no sólo con grandes historias e interpretaciones sino con pequeños fragmentos audiovisuales magistralmente dirigidos. En Relatos salvajes el director argentino dosifica las emociones y la intensidad para dar como resultado una obra que mantiene un gran nivel en todo momento, porque aunque algún episodio pueda ser menos redondo todos tienen un fondo que los hace interesantes, destacando especialmente los protagonizados por Leonardo Sbaraglia y Erica Riva, auténticas joyas ante las que lo difícil no es reír sino no aplaudir.

Desde su primer y más breve episodio hasta el fantástico fragmento dedicado al banquete de bodas de una pareja a priori de ensueño, Szifrón maneja a la perfección el humor y la brutalidad, una brutalidad que aflora de manera consecuente a lo que se cuenta y es precisamente por eso por lo que la película y sus historias resultan mucho más cercanas al espectador. Porque aunque los protagonistas de esta película tienen motivos muy diferentes para estallar, a todos les une una violencia extrema fruto de una venganza que aflora en la cotidianidad.

Tigers – Denunciando injusticias

Tigers

El cine de denuncia social siempre será necesario. Es cierto que éste puede gustar o menos y que puede estar mejor o peor hecho, pero es un tipo de cine que debe existir. ¿Por qué? Muy fácil. El cine que pone sobre la mesa temas delicados, que denuncia situaciones injustas y que pone contra las cuerdas a instituciones o personalidades intocables suele generar bastante interés y, además, tiene un valor social que hay que defender en todo momento. La última película del director de la oscarizada En tierra de nadie, Danis Tanovic, es una de estas películas. El director bosnio nos cuenta en Tigers la historia real de un joven agente comercial que tras descubrir los efectos que provoca un medicamento infantil que ha estado distribuyendo se enfrenta a la corporación multinacional que lo fabrica.

Las buenas intenciones Tanovic se reflejan a la perfección en Tigers, el problema es que éstas aparecen representadas de manera anodina. La denuncia que el bosnio quiere realizar está ahí, es evidente, pero la película no consigue atraparte con su historia en ningún momento, y teniendo en cuenta que se trata de un tema de vigente importancia resulta un tanto decepcionante que el director no consiga captar la atención del público de otra manera. Además la película pierde el tiempo con historias que carecen totalmente de interés (y dando vueltas sobre sí misma), y esto hace que su tramo final se haga más cuesta arriba. Aún así, se trata de una cinta necesaria, fallida en su conjunto pero que, como dice su director, puede ayudar a que situaciones como las que muestra no sigan ocurriendo.

Murieron por encima de sus posibilidades – El sinsentido constante

Murieron por encima de sus posibilidades

Después de ver la última película de Isaki Lacuesta, Murieron por encima de sus posibilidades, cuesta no preguntarse qué ha hecho uno para merecerse algo así. Pero como es Lacuesta, un director que goza de bastante prestigio dentro de este mundillo, te sientas en la sala pensando que tampoco puede ser tan malo y por un momento te olvidas de lo mal que pinta el argumento y de la mala espina que da su póster. El caso es que te sientas en la butaca con cierta curiosidad, sin saber muy bien a qué atenerte, y de pronto… ¡ZAS! aparece Murieron por encima de sus posibilidades. Y pasan los minutos y una duda que jamás habías sentido hasta entonces en el Festival de San Sebastián empieza a recorrer por tu mente: “¿y si me voy de la sala?”. Pero no, aguantas, porque es Lacuesta y porque puede remontar, poco pero puede remontar. El problema es que esperas y esperas y nada cambia, sigues estando frente a la misma estupidez que hacía unos minutos, ante la misma película mal hecha (quiero pensar que de manera consciente) en la que nada tiene sentido. Así es Murieron por encima de sus posibilidades.

Reconozco que la película parte de una idea interesante, muy loca pero que podía resultar realmente divertida en la pantalla, el problema es que la cinta del español nunca consigue explotar en el buen sentido. Es cierto que tiene algún momento de lucidez que conseguirá levantar las carcajadas del público (como ese monólogo sobre el 15M que se marca un siempre genial Raúl Arévalo, o el momento en el que Albert Pla confiesa que su sueño es matar a ricos mientras la gente le grita “olé, olé, olé”) pero se trata de escenas demasiado puntuales que no son suficiente para convencer al espectador. El resto de la cinta es torpe, aburrida, de mal gusto y una auténtica chorrada, tanto que en muchos momentos lo único que sientes es vergüenza ajena. Y lo que más me impresiona y perturba es que un grupo de actores tan notables se haya reunido para hacer algo así. 

Crónica escrita por Beatriz Bravo y Guillermo Martínez