Festival de San Sebastián – Día 3 | La Cabecita

Llevamos 3 días de festival y éste no parece terminar de carburar. Aunque hoy el nivel ha aumentado en relación a ayer, seguimos notando homogeneidad en la calidad; sobre todo en la sección oficial, pues la sección Perlas nos ha encantado con The Tribe y Pasolini. Pero ni The Drop ni CasanovaVariations nos han conquistado y la nueva de Susanne Bier nos ha horrorizado.

La entrega – Bélgica ahora es Brooklyn

The Drop

Había cierta expectación por La entrega por varias razones: por ser la última película del difunto James Gandolfini, por ser la nueva película de Michael R. Kosman, que levantó cierto interés por todo el mundo con su anterior película (de corte muy similar), Bullhead, y por ver a Tom Hardy.

Con todas estas premisas se puede decir que la expectación o hype han sido algo elevado para lo que nos ha ofrecido un director de dos películas muy parecidas, un cine negro suave, que capta el interés pero no va más allá, y que queda relegada al estante de las películas olvidadas a la semana. No arriesga en prácticamente nada y lo único destacable son las interpretaciones de Tom Hardy que está bastante bien y de James Gandolfini que nunca está menos que notable.

El carisma de estos dos actores hace que no pensemos a la primera de cambio “eh, ya he visto esto en otro sitio” aunque de hecho lo hayamos visto. Quien no arriesga no gana, pero tampoco pierde.

Pasolini – El artista incomprendido

Pasolini

Las buenas críticas recibidas en el pasado Festival de Venecia han hecho que la nueva película de Abel Ferrara, Pasolini, se esperase con muchísima expectación en San Sebastián. Y como ocurre con casi todas las películas de Ferrara últimamente, ha sido acogida de manera muy dispar. A diferencia de lo que apuntaban los primeros rumores, el biopic sobre el director italiano que ha firmado el director de Teniente corrupto, no se centra en las causas de la muerte de Pier Paolo Pasolini ya que Ferrara prefiere centrarse en el Pasolini artista, en su proceso de creación, su peculiar personalidad y manera de pensar y las pasiones que definían tantísimo su obra. Y para contarnos todo esto Ferrara se apoya de manera totalmente acertada en los dos últimos días de vida de este icono de la cinematografía italiana (y mundial).

El retrato trazado por Ferrara sobre la persona de Pasolini rezuma creatividad. El director alterna entre la vida real del director y las recreaciones imaginarias de sus últimos escritos para dibujar la personalidad de un director complejísimo, lleno de matices psicológicos a los que era muy difícil dar forma en una única película y que como artista daba pie para mil escritos y piezas audiovisuales, y es que estamos hablando de un director que consideraba que escandalizar al público era un derecho del que había que sacar provecho. Además, las entrevistas que se incluyen en la película dejan entrever qué tipo de persona era Pasolini, ayudando al espectador a hacerse una idea de cómo era y del tipo de cosas que le inspiraban. En este biopic por ejemplo quedan claras las pasiones de Pasolini por las clases populares y la marginalidad, por la experiencia del sexo homosexual y, de manera menos evidente, por el fútbol, su tercera cosa favorita en el mundo por detrás de la literatura y el sexo.

Es cierto que Pasolini no es la cinta más accesible que ha hecho Ferrara. De hecho, incluso a los conocedores de su cine les costará entrar en la película, y es que al principio todo está demasiado disperso, no terminas de tener clara la estructura que va a seguir el director a lo largo de la película, aunque pronto las recreaciones te encandilan (fantástica toda la parte dedicada a Epitafio), hasta que la cinta llega a su culmen con un tramo final notabilísimo. Aunque Pasolini no funcionaría sin Willem Dafoe, que está espectacular de principio a fin. El actor, que curiosamente guarda un gran parecido con el mismísimo Pasolini, tenía la difícil tarea de dar vida a un personaje-artista de una complejidad psicológica brutal, y lo cierto es que consigue ofrecer una actuación magnífica.

Una película sobria, con una gran labor de documentación detrás, que quizá no profundiza todo lo que debería en la figura de Pasolini pero que logra adentrarse de manera muy convincente en la mente de un director que no tenía precio como artista. Y en verdad no nos importa que Pasolini hable en inglés en vez de en italiano, o que alterne idiomas cuando le venga en gana… Al fin y al cabo éste es el Pasolini de Abel Ferrara.

Una segunda oportunidad – Llorad, malditos, llorad

A second chance

Siento un cariño especial por Susanne Bier. Te quiero para siempre hizo que me enamorara del Dogma 95 y colocó a Bier entre mis directores esenciales, de esos que no me perdería ni una película. Por esta razón Una segunda oportunidad era una de las películas que más ganas tenía de ver en este Festival de San Sebastián. Y mi decepción no ha podido ser mayor. Porque todos los aciertos que tenía Te quiero para siempre, que apelaba al llanto del espectador pero sin caer en el dramatismo impostado, desaparecen en Una segunda oportunidad, un producto demasiado evidente que más que emocionar consigue asquear. En este trabajo Bier nos cuenta la historia de Andreas y Simon, dos policías que viven de forma muy diferente. Andreas es feliz con su mujer y su hijo mientras que Simon acaba de divorciarse y se emborracha con frecuencia. Todo cambia cuando intervienen en la pelea de una joven pareja de yonquis y descubren a un bebé en un armario.

Lejos de indagar en lo que está bien o mal o en lo que significa ser madre (o padre) Bier apuesta todo a la lágrima fácil, y lo hace con el mayor descaro que una servidora ha visto jamás en la gran pantalla, porque a Una segunda oportunidad se le ve el plumero desde los primeros diez minutos, donde la directora da evidentes pistas sobre cuál será la línea de su película (en este breve lapso de tiempo, el mejor de la película sin embargo, ya hemos visto un par de veces a bebés llenos de heces y pis en primer plano). Si esto sólo fuera una manera de introducir la historia no lo criticaría, el problema es que éste sólo es el principio de una penosa descarga dramática que Bier tiene preparada, porque Una segunda oportunidad son casi dos horas de bebés muertos, sucios, y lo peor es que la directora se excede en mostrar imágenes de este tipo (de bebés amoratados, pies de pequeños en la morgue…). La película está llena de imágenes que Bier sabe que impactan y que provocarán con toda seguridad la exclamación de angustia en el espectador, el problema es que todo se hace de manera tan obvia que lo difícil es, por extraño que pueda parecer, que la historia te conmueva. Para colmo Nikolaj Coster-Waldau realiza una interpretación de lo más lineal, y es que el actor se limita a poner ojos llorosos mientras la cámara le hace primeros planos que sólo tienen por objeto llevar a la lágrima al espectador, poco importa que lo que descubra sea capaz de tumbar psicológicamente a cualquiera, él sólo tendrá los ojos enrojecidos

Este dramatismo exagerado ya estaba presente en obras anteriores de Bier, pero en este caso la danesa ha llegado a cotas que traspasan la frontera del mal gusto, y no, así no. Lo siento Susanne pero esta vez yo no te compro.  

The Tribe – Un nuevo cine

The tribe

El debut en un largometraje del director de impronunciable nombre y ascendencia ucraniana Miroslav Slaboshpitsky nos ha demostrado que el cine es un arte demasiado joven como para verse estancando, que está en constante evolución y que aún puede sorprender y deslumbrar.

The Tribe es una película bestial en todos los aspectos, incluida su alargada duración por razones artísticas que pueden lastrar parcialmente la experiencia. Pero es bestial también en un apartado técnico poblado de planos-secuencia y planos fijos casi eternos, de hasta 10 minutos, de una factura técnica impecable y un gusto artístico exquisito que mantienen al espectador alejado de la acción pero aun así dentro de ella, como alguien que sigue al otro lado de la acera lo que pasa enfrente. Y es bestial en su contenido, la total aniquilación de un adolescente sordomudo al entrar en un colegio especial para los que sufren su dolencia que debe formar parte de una tribu que rige todo lo que ocurre en esa residencia ucraniana. El protagonista evoluciona de una forma tan violenta, tan contundente que es imposible no ver visos de La naranja mecánica en esta cinta.

The Tribe no es fácil, consiguió echar a gran parte de sala antes de que terminar pero si le concedes el beneficio de la duda y entras en su juego y su historia, saldrás impresionado.

Casanova Variations – Demasiada música para mis oídos

Casanova Variations

El seductor Giacomo Casanova cobra vida de la mano del carismático John Malkovich en esta película basada en una obra de teatro que juega a parecer a la vez obra de teatro y realidad en forma de drama de época. Todo suena confuso sí, y el resultado no lo es menos.

No es tan confuso por no entenderlo sino confuso por no conocer realmente las verdaderas intenciones de esta película. Con canciones de ópera a la vez que escritos directamente sacados de un libro manuscrito por el propio Casanova se narra la historia de éste en su vejez y su relación con damas de todos los lugares y de todas las edades. A ratos hay un aria, después verborrea en un escenario de época, luego un croma con otro aria, un momento cómico para aligerar y entre todo esto un espectador que no entiende muy bien lo que está pasando.

El interés de esta mezcla de realidad teatral y drama de época dura aproximadamente una hora, donde en mayor o menor medida disfrutamos de unas maravillosas piezas musicales, unas voces de infarto y una literatura recargada y divertida en boca de un John Malkovich en su salsa. La segunda hora de película nos preguntamos por qué ésta no duró sólo sesenta minutos.

La habitación azul – Amor entre cuatro paredes

La habitación azul

La última película de la noche, perteneciente a la sección Perlas, llegaba de la mano de Mathieu Amalric, el director y actor francés ganador del premio a Mejor director en el Festival de Cannes de 2010 por Tournée. En su nueva película Amalric nos cuenta la historia de un hombre y una mujer que mantienen una relación en secreto en una habitación. A pesar de que el amor está presente en cada uno de sus encuentros, un trágico suceso pone a ambos contra las cuerdas.

La habitación azul es un drama romántico que relega todo su potencial a la atmosfera. Magníficamente construida, Amalric sabe sacar el máximo provecho de la misma para que el espectador se mantenga atento a la historia, conociendo al mismo tiempo que su personaje principal, interpretado por el propio Amalric, las pequeñas claves del suceso detonante de la historia. Jugando con las elipsis, los cambios temporales y apoyándose de manera muy inteligente en los interrogatorios a los que se somete Julien, el director construye una película notable, en la que belleza e inquietud se dan la mano para contarnos una particular historia de amor e infidelidad que aunque no llega a explotar en ningún momento, resulta convincente.

Crónica escrita por Beatriz Bravo y Guillermo Martínez.