Honeymoon – Luna de hiel | La Cabecita

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Compartir la vida con otra persona hasta que la muerte los separe, como se suele decir, es un riesgo que la gente toma diariamente mediante el matrimonio. Digo riesgo porque, ¿llegan a conocerse lo suficientemente bien las parejas antes de darse el “sí, quiero”? Es necesario conocer bastante bien al que será tu cónyuge antes de dar ese paso, porque de lo contrario te puedes llevar alguna sorpresa. Honeymoon es la historia de Tereza y Radim, una feliz pareja que decide casarse por todo lo alto. Todo es felicidad hasta que en la boda se cuela un tipo extraño al que nadie conoce, pero que sí parece conocer a Radim.

La llegada de este extraño tipo, que se hace llamar Jan, es el desencadenante de que el banquete de bodas y la posterior fiesta traiga de cabeza a los recién casados, pues ambos se muestran bastante incómodos con la presencia de Jan en su boda. Jan no es un hombre cualquiera que quiere colarse en una boda para comer y beber por la gorra, es un fantasma del pasado cuyo fin es atormentar a Radim con un oscuro secreto de juventud. Es por ese halo de misterio que desprende por lo que Jan es claramente el personaje más interesante de la película. El trabajo interpretativo de Jirí Cerný resulta excelente, siendo el mejor del elenco interpretando al enigmático Jan. Tampoco desmerece para nada el trabajo de los otros dos protagonistas: Anna Geislerová y Stanislav Majer, en los roles de Tereza y Radim, respectivamente.

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La película de Jan Hrebejk tiene un punto de partida bastante interesante pese a que le cuesta un poco arrancar. Consigue dar las dosis justas de intriga con un buen ritmo, pero parece que el clímax que el espectador tanto espera tarda un poco en llegar. Dirige bien Jan Hrebejk, pero su relato no termina de cuajar del todo. Le falta mala leche, ser bastante más perturbadora de lo que pretende. Solo en el epílogo del film podemos ver algo de esa mala baba que el checo debería haber plasmado de manera más acentuada en el resto de su película. El relato es del corte de grandes directores como Michael Haneke o Kim Ki-duk, pero lo cierto es que Hrebejk no cuenta ni con la crudeza y la sordidez de Haneke ni con el pulso pausado y poético de Kim. Pese a ello, la dirección del checo es bastante buena, así como la genial fotografía a cargo de Martin Strba.

El secreto que el misterioso Jan pretende propagar no es el único que intenta salir a la luz en la boda de Tereza y Radim, puesto que la novia también tiene algo que ocultar, algo turbio que su marido no conoce de su pasado. Ahí el director sí acierta, mostrándose crítico con el sacramento matrimonial, un estamento banalizado por la poca franqueza de los cónyuges. Volvemos al principio, ¿se conocen a fondo todas las parejas que deciden dar el paso de casarse? La respuesta de Hrebejk es muy clara: en absoluto.

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Viendo Honeymoon es imposible no acordarse, aunque sea brevemente, de Celebración de Thomas Vinterberg. Ambas ocurren en una celebración (valga la redundancia), la checa en una boda y la danesa en un cumpleaños y las dos tienen como tema principal el hecho de destapar un oscuro secreto del pasado. Naturalmente, la cinta de Hrebejk no llega a las cota de genialidad de la película Dogma de Vinterberg, básicamente porque en la herida donde el danés sabía hurgar a las mil maravillas, el checo no se atreve a meter el dedo. Eso es lo que verdaderamente pasa factura a Honeymoon, esa falta de angustia en la trama. Para que un drama psicológico se haga notorio y no pase desapercibido necesita la dosis justa de crueldad y crudeza, cosas en las que la película checa va bastante limitada. Probablemente si Honeymoon hubiese caído en las manos de un realizador más incisivo y frío, estaríamos ante una película bastante más perturbadora y de la que se habría sacado muchísimo más jugo. Jan Hrebejk parece no querer arriesgarse y acaba por ser demasiado comedido, una lástima, pues la película daba para muchísimo más.

Honeymoon no deja de ser una muy interesante película, sobre todo con una fotografía y un reparto exquisitos, a pesar de que trata temas muy escabrosos de una manera muy light. Con un enfoque más valiente, más crudo, la película de Jan Hrebejk perduraría en el tiempo como lo hicieron otros dramas psicológicos más notables, pero lo cierto es que a pesar de ser una buena película, Honeymoon no deja el poso deseado, no consigue revolver en las tripas del espectador, y acaba siendo una película de tantas.

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