Paolo Sorrentino – Del principio a la belleza (Parte I) | La Cabecita

Uno de los mayores placeres que podemos disfrutar los cinéfilos es sin duda alguna el momento en el que descubres a ese director que te resultaba totalmente desconocido hasta entonces  y que, como si de un milagro se tratara, su estilo, sus historias, su manera de entender o hacer el cine o quizá algo que no puedes describir te atrapa y cautiva mágicamente.

Hace unos meses cuando vi por primera vez La Gran Belleza sentí sensaciones similares a las descritas en el anterior párrafo que me hicieron indagar y buscar información sobre el principal artífice de tan singular historia. No me contenté con eso y empecé a ver el resto de sus películas, que tampoco son muchas, confirmando las sensaciones anteriores en repetidas ocasiones.

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Encandilado como estaba (y estoy) y teniendo en cuenta que Paolo Sorrentino es un director hasta ahora no excesivamente conocido, decidí escribir este especial en un intento de describir, dar a conocer su obra y en definitiva hablar de (su) cine, que para esto estamos aquí.

Y qué mejor manera de hablar de alguien que comenzar diciendo algo de su vida, aún a riesgo de parecer una enciclopedia: Paolo Sorrentino nació en Nápoles, Italia, en 1970, una fecha relativamente cercana a la actual y que le asegura un largo y prometedor futuro. A los 25 años se internó en el mundo del cine, produciendo y dirigiendo varios cortometrajes así como escribiendo capítulos para algunas series de televisión italianas. Fue quizá, su participación en 1998 en la película Polvere di Napoli, donde ejerció de guionista su primera participación de entidad en un filme de cierta importancia. Su posterior participación en los cortometrajes El amor no tiene límites, producido por Indigo Films (que a la postre sería la productora del resto de sus películas) y La voce dell’amore supondrían el principio de su consagración en el cine, aunque ésta se confirmaría en 2001 con su primer largometraje ejerciendo de director, L’uomo in piu.

L’uomo in piu, 2001

Si tuviera que describir en una sola palabra el estilo cinematográfico de Sorrentino y haciéndolo estoy generalizando demasiado, podría ser la palabra sensorial.  Sobre todo sus últimos trabajos tienen unas características visuales y sonoras muy particulares; la manera de introducir la banda sonora, movimientos de cámara cautivadores, casi poéticos.

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Este estilo del que hablaré más adelante tiene sus primeras apariciones, aunque muy discretas, en la primera y a mi juicio peor (que no mala, ni mucho menos) película de Sorrentino.

En L’uomo in piu se nos cuenta la historia paralela de un jugador de fútbol en una mala racha, entendemos que notablemente famoso y un cantautor italiano, una suerte de Joaquín Sabina en horas bajas. En su periplo por remontar el vuelo las historias de estos dos personajes, que comparten nombre y apellido, se unirán. Es, en definitiva, una reflexión sobre la decadencia y el inevitable fracaso que persigue a todo éxito anterior.

Estos dos personajes están protagonizados, respectivamente, por Andrea Renzi y Toni Servillo (El primer trabajo de Toni Servillo a los mandos de Sorrentino, actor que se convertirá en el fetiche de este director, apareciendo en todas menos una de sus películas a partir de ésta) y dibujados por un director también creador del guion.

Con L’uomo in piu, Sorrentino obtendría 3 nominaciones a los premios David di Donatello y un éxito templado que le permitiría avanzar como autor, director y guionista.

Las consecuencias del amor, 2004

En 2004 filmó el que quizá sea el primer punto de inflexión de su carrera, un punto de inflexión que por otra parte, llega muy pronto, con sólo un largometraje en su haber. Pero puedo decir que el Sorrentino que nos enamoró (a los que nos enamorara, claro) con La Gran Belleza se fraguó aquí.

Cuando hablamos de qué artista inspiro a otro siempre podemos caer en relaciones falsas, en pensar que por el hecho de que el estilo de un director sea similar al de otro su obra no es estrictamente genuina sino que ‘debe’ gran parte de su estilo a su inspirador. Y dicho esto, no para cubrirme las espaldas sino más por prudencia, veo en muchas secuencias de esta película a Wong Kar-Wai.

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En estilo, es una película estéticamente muy interesante, que recuerda en muchas cosas al cine del maestro hongkonés, también en el uso de la música dentro de las escenas, incluso de una misma pieza para un número de escenas diferente (esto se puede apreciar muy bien en La Gran Belleza) y, concretando más, a ratos, sus imágenes nos trasladan a Chungking Express, si uno agudiza la vista verá en un momento concreto de la película un homenaje bastante evidente a Chungking Express, y uno de los personajes de ella, sin desvelar nada sobre la trama de ambas películas, recuerda vagamente al personaje brillantemente interpretado por Toni Servillo (Curiosamente, los dos actores principales de estos directores se llaman igual).

Y si, de nuevo vuelve a ser Toni Servillo el rey de la función, interpretando a un hombre misterioso, de mirada impasible que vive en un hotel desde hace casi una década. Y es sobre este personaje sobre el que se construye una interesante trama, en parte trágica, en parte comedia negra hasta un final quizá algo más flojo que el resto del filme pero nunca decepcionante y que deja en conjunto una obra que justifica perfectamente su aparición en Cannes y sobretodo los 5 premios David de Donatello que consiguió. Ahora sí, el Sorrentino que me encanta había nacido.

El amigo de la familia, 2006

En una de las dos películas en las que Sorrentino no contó con Toni Servillo (sustituido en este caso por otro veterano actor italiano, Giacomo Rizzo) nos cuenta la historia de un anciano usurero, un personaje único,  que se dedica a prestar dinero a gente que lo necesita, autodenominándose ‘el amigo de la familia’por su supuesta y ‘desinteresada’ ayuda al prójimo, al menos hasta que este no devuelva la ayuda prestada. El retrato de este personaje, entre patético y despreciable, es muy lúcido y reafirma la gran capacidad de este director de dibujar interesantísimos personajes con gran cantidad de matices y en muchos casos, casi nihilistas, sin un objetivo claro en la vida, presentándonos sus historias de un modo cíclico como se ve en el caso de Jep Gambardella (La Gran Belleza) que deambula de fiesta en fiesta sin sentirse completo o el protagonista de Las Consecuencias del Amor, atascado en la rutina de su trabajo y de su vida en un hotel.

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Del mismo modo, el sastre de esta película, llamado Jeremiah de ‘Geremei vive entre su sastrería, también epicentro de sus actividades económicas y lugar donde la gente va a pedirle créditos y su casa, que comparte con su madre enferma. Se ve pues, a un hombre avaricioso, condescendiente, tacaño y peligroso, un retrato despreciable del personaje, y del mismo modo se presenta a un hombre solo, incapaz de amar, o de ser correspondido habitando un piso deprimente intentando cuidar a su culpabilizadora madre. Este es quizá el mayor punto fuerte de una película que de otro modo no destacaría muy especialmente por otros aspectos pero que, gracias a esta visión de cómo la vejez, el tiempo y una personalidad complicada crean personas que no dudaríamos de calificar en primera instancia de canallas y también de como nadie es sólo lo que en un primer momento parecer ser, la elevan por encima de lo que esperaríamos encontrar en una película así.

El amigo de la familia supone un éxito más en la trayectoria de Sorrentino y sería el preludio de sus, para mí, 3 mejores películas, que comenzarían en 2008 con Il Divo.