De Sundance, ¿a por el Oscar? | La Cabecita

En los años 80 Robert Redford fundó el festival de Sundance (que recibe el nombre de su personaje en Dos hombres y un destino, The Sundance Kid) como una plataforma para dar una oportunidad a nuevos realizadores. Ellos fueron los encargados de reconocer primero el talento de gente como Los hermanos Coen (Sangre Fácil), Todd Solondz (Bienvenidos a la casa de muñecas), Todd Haynes (Veneno), Bryan Singer (Public Access) o Edward Burns (Los hermanos McMullen). Pero también han sido testigos de los primeros pasos de gente como Quentin Tarantino, Kevin Smith, Gregg Araki, David O. Russell, Kelly Reichardt, John Cameron Mitchell, Steven Soderbergh, James Mangold, Richard Kelly, Christopher Nolan, Richard Linklater, Hal Hartley, Alexander Payne, Neil LaBute, Darren Aronofsky, Marc Forster, David Gordon Green, o incluso Vin Diesel, que debutó en el cine dirigiendo Strays una película independiente que se estrenó también en el festival. Viendo esto, se podría decir que gran parte de la historia del cine americano actual procede directamente del festival que el año pasado cumplió su trigésimo aniversario.

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Pero pese a la relevancia que muchos de estos directores consiguieron con sus siguientes películas, o incluso con las mismas, como en el caso de Steven Soderbergh, que aunque no consiguió triunfar en Sundance con Sexo, mentiras y cintas de vídeo, ese mismo año ganaría la palma de oro con la misma película, su relación con los premios Oscar parecía muy lejana. Un festival celebrado en Enero, con películas modestas que eran incapaces de hacer sonido durante la temporada de premios para que los votantes la recordasen, suponía un duro hándicap para que estas películas pudieran pelear con sus hermanas mayores. Claro ejemplo de esto es la nominación de Melissa Leo por Frozen River, una nominación que la propia actriz tuvo que pagar de su bolsillo, haciéndose cargo ella misma de costear todos los gastos de promoción.

Pero en 2009 los planetas decidieron alinearse para que todo esto cambiase. El triunfo en Sundance de Precious de Lee Daniels, una película de un presupuesto mucho más elevado a las que se suelen ver en el festival (10 millones de dólares), con una productora como Lionsgate detrás. Sumado esto a la ampliación en los Oscar de hasta diez candidatas, hicieron que Precious se convirtiese en la primera película que tras pasar (y ganar) por Sundance, conseguía estar nominada al Oscar a mejor película. Posiblemente, si Precious no hubiera pasado por el festival de Sundance y se hubiera estrenado directamente en algún otro festival como Toronto, habría llegado igualmente a estar nominada al Oscar, pero su paso por el festival de Utah fue clave para el devenir de las siguientes ganadoras.

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En los años siguientes, Winter’s Bone y Bestias del sur salvaje siguieron sus pasos, de ganar en Sundance a estar nominadas al Oscar, y tan sólo Como Locos de Drake Doremus (curiosamente me parece la mejor de las últimas ganadoras del festival) no consiguió, no sólo quedarse sin nominación, si no quedarse casi sin presencia en la carrera. El surgimiento de este fenómeno, ha hecho que el festival de Sundance consiga aún una atención mayor. Los productores, ávidos de conseguir películas con opciones en los premios, están como águilas viendo aquello que pueden conseguir primero, mientras que los realizadores saben que ganar allí, ahora más que nunca significa una oportunidad hacia el estrellato, y una relevancia internacional que antes era más complicado de conseguir.

La ganadora de este año, Fruitvale Station, se convirtió en todo un fenómeno desde que se vio en el festival. Más modesta que otras producciones que han ganado estos años (900.000 dólares de presupuesto), tras una pelea entre varias distribuidoras, consiguió doblar su presupuesto sin haber iniciado su camino comercial, al ser adquirida por la Weisntein Co. por 2 millones y medio de dólares. Fruitvale Station es el perfecto ejemplo de la relevancia que han dado las últimas nominadas al Oscar a las ganadoras de Sundance. Desde su victoria en el festival, la película ha estado en boca de todos los cinéfilos, y pese a que no la hemos podido ver en España (Alta films estuvo rápida a la hora de adquirir sus derechos, pero tras su quiebra, parece que ninguna distribuidora fue tras ella, algo extraño teniendo en cuenta que es una película que podría haber tenido un buen funcionamiento en el mercado independiente), los Weinstein han conseguido lo que pretendían al comprarla, que todos estuvieran pendiente de ella, además de haber tenido una gran presencia en taquilla, 16 millones de dólares recaudados en Estados Unidos, la ganadora de Sundance que mejor ha funcionado desde Precious.

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Al contrario que otras ganadoras, Fruitvale Station aún no tiene garantizada su nominación al Oscar. Está en un grupo de unas 5 ó 6 películas que aún están en la carrera, pero tendrá que esperar al próximo 16 de enero para saber si entrará. Lo peor que le ha pasado a Fruitvale Station en su carrera hacia la estatuilla es la presencia de 12 años de esclavitud y en menor medida de El mayordomo, que se llevarán gran parte de las votaciones de los miembros de color que de otra forma estarían reservado para ella. Pero logre o no la nominación, Fruitvale Station ha completado por completo su trayectoria, dejando claro que el festival de Sundance en los últimos años ha conseguido que no ganen en él películas pequeñas, y que cualquier película sale de allí convirtiéndose en una de las que a posteriori, será de las más importantes del año. Pero aún queda un gran paso por dar, y es saber si alguna película ganadora en Sundance será capaz también de alzarse con la estatuilla, algo que de seguir el camino actual, no sería de extrañar que ocurriese en los próximos años.

El próximo 16 de enero comenzará en Park City, Utah, la trigésimo primera edición del festival, un buen puñado de directores nóveles o con un par de trabajos a sus espaldas esperan su oportunidad definitiva. Ganar allí hoy significa que tú película será vista en todo el mundo, pero también una oportunidad de oro para tu carrera, permitiéndote seguir realizando aquello que deseas. Y si no, que se lo digan a Ryan Coogler, que su próxima película será un spin-off de Rocky que siempre tuvo en mente y que estará apadrinado por el propio Sylvester Stallone.