Tuve la oportunidad de ver La juventud en el pasado Festival de Sitges, desde entonces no he podido parar de pensar en ella; ojalá fuera por algo positivo pero no es el caso. Aunque todavía no se ha estrenado en salas españolas, La juventud ya tiene su público fijo; es más, una gran mayoría está convencida de que es una muy notable predecesora de La gran belleza. Es verdad que Sorrentino tiene un estilo muy característico, quizás demasiado barroco para algunos; pero con muchos afiliados. Podría ser que lo que no me convenció de La juventud tuviera que ver con cuestiones de estilo y una dificultad por conectar con la narración de Sorrentino. Pero no es así y La gran belleza es prueba de ello, porque a diferencia de Youth, sí que logró convencerme en su totalidad.
Antes de entrar a profundizar en la verdadera razón por la que no me gustó La juventud quiero destacar algunos detalles que, no siendo los principales -para mí-, hacen que La juventud sea una obra menor. Principalmente se trata de la poca continuidad que la cinta aguarda en su conjunto; Sorrentino no mantiene un relato enfocado a una reflexión profunda y cabal, sino que cae continuamente en frases pseudoinspiradoras y, por consiguiente, en los tópicos más típicos al tratar el tema que intenta tratar. Porque sí, para mí sólo lo intenta. Muchas escenas no tienen sentido dentro de la trama y más bien parecen metidas con calzador por ímpetu del director de, en fin, intentar que la película sea más reflexiva de lo que realmente es. Además del uso excesivo de la música por la poca capacidad que tiene la película de emocionar por ella sola.
Cierto es, que las actuaciones de ambos actores protagonistas (Michael Caine y Harvey Keitel) son muy convincentes y para mí, lo mejor de la película. Pero los papeles que interpretan son terribles, y de eso es; después de dos párrafos, de lo que venía yo a hablar. A partir de aquí aviso de antemano que podría encontrarse en el texto algún que otro «spoiler».
La juventud es una película, claramente (siempre bajo mi humilde opinión) machista. Y no es porque los dos protagonistas sean hombres, no. Sino por el mal trato que reciben los personajes femeninos en esta película. Partamos de la mujer con más protagonismo dentro de la historia: la hija de Fred, Lena (Rachel Weisz). La subtrama que protagoniza gira entorno a la reciente ruptura que ha sufrido puesto que su marido la ha dejado por otra. Justificación que hace que más adelante en la película aparezca el hombre en cuestión con su nueva novia. Es en dicha escena donde la incomodidad empieza a intensificarse en mí y en las posiciones posibles que puedo adoptar en una butaca de cine. A partir de la conversación totalmente estúpida e innecesaria que se desarrolla, el padre de Lena (Fred) le pregunta por el motivo de la ruptura con su hija (sin ningún tipo de rencor y con muy buen rollo, eso sí) al exmarido de la hija, y el otro va y le responde: «Porque ella es mejor en la cama» (con un tono de voz más bajo y señalando a su nueva novia). Fred parece entender esta razón perfectamente, ríe incluso con un aire de compañerismo que no entendí muy bien (en la sala también hubo risas que tampoco entendí). Es posible que pudiéramos pensar que las risas vienen dadas por unas nuevas generaciones en las que el culto al físico se prioriza ante todo lo demás, pero por otras cosas que aparecen en la película concluyo que esta lectura no es la que se adecua para mí.
Siguiendo la situación que se crea, vemos como tanto la nueva novia como Lena reciben un tratamiento de mujer florero, o bueno, mujer objeto. La situación no queda en un simple comentario estúpido, después viene la reacción de Lena al enterarse del «motivo» de la ruptura; se presenta totalmente receptiva hacia el entorno masculino que la envuelve, adopta una postura vengativa y ahora es ella misma la que se objetiviza. Podría estar tratado desde una perspectiva cómica (la escena de la piscina parece ser una crítica a la misma juventud) pero aún así no lo justifico y no comparto esta lectura porque no hay una contraposición entre juventud-vejez sino que ambas están enfocadas a un mismo ideal. En fin, Lena se lanza hacía el chico-piscina (el primer contacto con esta persona se establece en una piscina) con una frase del tipo: Qué, ¿crees que yo no puedo ser buena en la cama?. Ya no sólo se la ha degenerado a través de una presunta sustitución en medida de una mejoría en el ámbito sexual, sino que encima ahora la única mujer que aparece en la película con cierto protagonismo (aparte de la agente de Mick) se cosifica buscando una autorrealización que le ayude a poder ser -y sentirse- atractiva frente a un hombre; lo único que pretende es entregarse totalmente para poder recuperar algo de la poca autoestima que le queda. Lena no tiene un carácter fuerte, se muestra como un ser dependiente total. Es la representación de la mujer que sigue siendo esclava de tener un físico bonito que pueda funcionar como mecanismo pulcro de seducción a la par de pasar el test de cánones que la sociedad ha creado. Su gran aspiración en la película, por lo tanto, es demostrar que puede ser mejor en la cama que la nueva novia de su -no necesariamente- guapo exmarido.
La cosa no acaba aquí. Podría haber quedado en una subtrama estúpida e innecesaria. Pero entonces no estaría juzgando tan «fuertemente» a la película. Durante el film los dos protagonistas, Fred y Mick están constantemente recordando una anécdota de su juventud; en la que uno no deja de preguntarle al otro si en algún momento logró enrollarse con una chica (una conocida común de sus años mozos). Y es en el desenlace donde la propia anécdota toma importancia, dándose a entender que sí pasó algo entre ellos (lo deja como mensaje final). Entonces, -entiendo yo- la vejez es el aferramiento al ideal de poder haber disfrutado plenamente de tus años de juventud acostándote con jovencitas de cuerpos esculturales. No lo justifico solamente por la aparición constante de esta anécdota- broma, sino por la prescindible escena del jacuzzi; donde la modelo Madalina Diana Ghenea entra desnuda y pasea su cuerpo para que los dos amigos vean aquello que ya no podrán tener, aquello a lo que realmente aspira un hombre en la vida; la belleza de poseer un cuerpo joven en plena forma, depilado y cuidado. Una vez más, la mujer aparece representada como un objeto en la que su importancia está en mantenerse guapa, ¿sino para qué usar a una modelo? ¿es que la juventud está dedicada al culto al físico? Entiendo el motivo de buscar lo estético en la belleza humana, pero, ¿de verdad hace falta?. No es sólo eso, sino que la escena anterior en la que aparece la modelo se la trata bajo los tópicos de chica guapa- chica tonta. Que sí, que la película pretende ser una reflexión de la juventud; pero yo, aunque pueda entender en qué línea va, no me la creo y los medios que usa para ensalzar la moraleja del contraste entre vejez y juventud tampoco son los más acertados. Y eso también nace de un proyecto el cual radica bajo una idea principal que no se desarrolla en su totalidad y prioriza el hecho de querer aprovechar cualquier momento para soltar frases «reflexivas» íntegramente descontextualizadas.
Y esto sólo son algunos de los detalles más claros de la película que yo vi, obviamente no se queda sólo aquí; generalmente el tono con el que está narrado la película hace que en todo momento (si estás alerta) haya connotaciones peyorativas hacia el género femenino. Quizás algunas casi imperceptibles y muy sutiles, pero es que realmente los propios personajes se manifiestan desde un perfil que bebe de manera desmesurada de una sociedad totalmente patriarcal. Las mujeres en la película siguen mostrándose como el sector que permanece arrinconado, no hay una emancipación social y cultural de los cánones, se nos trata como simples objetos idealizables a través de aspectos físicos; porque las mujeres no pensamos ni reflexionamos, ni de jóvenes ni en nuestro lecho de muerte, somos irrelevantes.
Lo que preocupa realmente no es que esto siga pasando (que bueno, también) sino que filtremos a la ligera este tipo de películas sin una pizca de picardía ni mirada crítica, en este caso es Sorrentino y lo permitimos porque seguimos embobados con la esteticidad en la construcción de su relato; pero no, no por su grandeza tenemos que evidenciar y pasar por alto estos detalles. Es necesario que tomemos conciencia de que las mujeres tanto en La juventud como en muchas otras películas, aparecen como elementos meramente decorativos en la trama. Y no nos damos cuenta, y lo dejamos pasar. Que no estoy diciendo que Sorrentino haya construído unos personajes tan pobres de forma intencionada -espero-, pero yo me niego a seguir evitando algo que está ahí y está en un medio tan influyente como el cine. La realidad imita al cine tanto como el cine imita la realidad; ¿no estaría bien poner en suspensión el juicio y revalorar lo que vemos de vez en cuando?. El peligro sigue estando en el subconsciente, en aquello que no pensamos que vemos y lo estamos viendo indirectamente cada día. La juventud es sólo una muestra bastante específica de ello y un buen ejemplo por el éxito que está teniendo y va a tener; y dudo que esto se le vaya a tener en cuenta y consiga ser un hándicap para su carrera. Y esto me cabrea efervescentemente, y tendría que cabrearnos.