Madre e hijo – Vuelve, a casa vuelve… | La Cabecita

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Las relaciones madre/hijo son una temática recurrente en la ficción desde que el hombre escribe y reflexiona sobre las cosas. La familia es un ente complejo que funciona, a veces, de manera sorprendente, se mantiene con vida en situaciones límite y engloba los lazos más fuertes y profundos que podemos forjar. Y dentro de esto las madres suelen ser los elementos más interesantes a estudiar. En este caso, Madre e hijo se introduce en un terreno más accidentado, en la situación de un hijo que se ha ido y una madre que lo necesita, pero no por amor maternal (al menos no el que entendemos comúnmente) sino por amor propio. El cómo una mujer egoísta necesita sentirse por encima, dependiente de que alguien dependa de ella para sentirse útil como persona. Pero una mujer que piensa así, y además si es una mujer de clase alta bastante insoportable, no merece un sentimiento sincero y, claro, su hijo quiere alejarse todo lo posible de ella, formando su propia familia.

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Ese es el planteamiento que se proponen Calin Peter Netzer (director) y Razvan Radulescu (guionista). Y no hay duda de que, de entrada, es muy interesante. ¿Pero consigue plasmar algo tan complicado?¿Lo lleva a buen puerto? Pues un poco de todo. No hay duda alguna de que el mayor punto a favor es la actriz, Luminita Gheroghiu. Esta increíble mujer sostiene el peso integro de la película y ofrece una actuación de nivel que otorga mil matices a ese ser misterioso y complicado, esa madre cuasi malvada, para la que los limites parecen no tener significado. Los tejemanejes del personaje son igual de trascendentes que su día a día, su café, su mañana, su tono de móvil, su rutina. Y en muchas ocasiones sentimos que estamos en su mente, sabemos qué piensa aunque no lo oigamos. Eso es la gran baza de la película.

La dirección también destaca y si Netzer buscaba un acercamiento a la intimidad de los personajes con esa cámara cercana, móvil, dudosa en ocasiones, yo diría que lo ha conseguido. No suelo ser partidario de las cámaras ‘bailongas’ pero en esta ocasión el significado de la historia parece pedirlo y los resultados son realmente buenos. El guion, sin embargo, tiene sus momentos. Hay pasajes muy cotidianos y realmente logrados pero también hay diálogos que por lo natural de la cinta, no alcanzan el nivel que les pedimos. Podríamos estar hablando del punto débil de la película, que las escenas sin palabras son más potentes y efectivas que las conversaciones (a pesar de que el momento más genuino de la película es una, paradójicamente), en su mayoría demasiado alargadas y que terminan por sacarte del huracán que debería ser la relación entre Cornelia y Barbu.

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El otro talón de Aquiles surge por comparación: el resto de actores. No sé rumano y por tanto no conozco las entonaciones ni los matices de la actuación original pero sé que todo lo que maravilla y transmite Luminita lo resultan forzados y vacíos los demás, especialmente Bogdan Dumitrache, el hijo. Todo esto solo consigue poner piedras en un camino demasiado interesante de recorrer como para distraerse y termina dañando el resultado final, sobre todo a nivel sentimental. La falta de empatía y simpatía hacia los personajes resulta en un quiero y no puedo frustrante, en un conjunto de altibajos que amenaza por aburrir y, lo que más rabia me da, en lagrimas que, aunque suene le preciosa Meravigliosa creatura , resultan algo vacías.  

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Ficha técnica:

Título original: Pozitia copilului Director: Calin Peter Netzer Guión: Razvan Radulescu, Calin Peter Netzer Fotografía: Andrei Butica Reparto: Luminita Gheorghiu, Bogdan Dumitrache, Florin Zamfirescu, Natasa Raab, Ilinca Goia Distribuidora: Golem Fecha de estreno: 23/05/2014